Despierto con aliento de sábado. Miro al techo mientras me pregunto si salir o no de la cama. Tras escuchar a mis padres pelear decido volver a dormir. Pasados diez segundos ya estoy dormido; sueño que camino por un parque lleno de flores en el que solo había un camino y a la vez voy tocando las suaves y olorosas flores. Soy escoltado por dos gigantes que me protegen del sol, transmitiendo una sensación inexplicable de añoranza; quizá es porque aquel campo me recordaba que era la felicidad. Comienzo a arrancar las flores y lanzarlas a modo de conferir una vez que ya había empezado a correr.
Sin darme cuenta, descubro a mi frente un castillo, pensé. Una gran muralla con almenas y puente levadizo incluido. Todo aquel monumento hecho por rosas, una gran obra que me aterroriza. Intento dar un paso atrás. Este ademán hace que los dos gigantes que me impidan el paso con sus enormes manos. Me empujan sobre el puente de rosas hasta que paso por el arco que tiene de entrada.
Los gigante desaparecieron. El puente de el castillo se cerró. Las rosas crecían tapando cualquier salida posible y delante mía no existía castillo alguno, sino infinitos caminos. Los pétalos del suelo desaparecidos dejaron salir espinas que atraviesan mis pies descalzos. Cojo el camino más cercano, pensando así que encontraría algún punto de apoyo que no me hiciese sufrir; pero cuánto más corro más dolor siento, acabando cayendo en el suelo de espinas.
Despierto con aliento de sábado. Miro al techo, asustado, sin saber que había ocurrido. Calmado mi corazón, bajo de la cama. Ya no se escuchan gritos. Me visto y asalto la despensa, comiendo dulces y bebiendo zumos. Luego visité el salón.
Allí, recostado en el sofá, mi padre viendo una película vieja. Me mira de reojo y continua viendo la tele.
-¿Por fin has despertado?
-No, sigo dormido - respondo
-Eres un estúpido
-Lo sé
Se irgió un poco para acabar mirándome a la cara-No emplees ese tono conmigo- dijo apunto de gritar.
Lo miro, sin decir nada, pensando en lo estúpido que era al creerse superior a mi por ser mi padre. Algunas veces me reía al pensar que pasaba por su cabeza para pretender ser algo parecido a mi dueño. Me trataba como si fuese su mascota.
-Otra cosa, tu madre me dijo que viniste temprano está mañana ¿No debías estar en el trabajo?
-Me han despedido
-Si es que yo lo sabía, siempre haces lo que te da la gana, eres un perro
-Ya vas a empezar...
-Si- empezó diciendo a la vez que se levantó y caminó hacia mi- porque tienes 20 años ya, y no has hecho nada con tu vida, que yo con tu edad ya tenía mi casa propia y un negocio que me ha dado alimentos hasta hoy; y tu, niñato, no tienes ni tus estudios secundarios.
-Déjame en paz, no ha sido mi culpa
-Nunca es tu culpa, o era culpa de tus profesores, o era culpa de tus amigos, o lo era de la policía.
-¿De qué hablas?
-¿Que de qué hablo? De cuando tenía que pagar tus multas por qué eras un maldito yonqui ¡Y lo sigues siendo!- terminó, agarrándome por el cuello de mi camiseta.
Con un golpe seco sobre su mano logré zafarme de su agarre.
-¡Eso fue hace 5 años!¿¡A qué mierda viene eso ahora!? ¡Llevo pagando todo desde que tengo 16 años, incluso la comida!¿¡Qué derecho tienes tú para hablarme así!?
-¡Pues que soy tu padre, y te hablaré como me de la gana!
-No importa que seas mi padre, el papa o el presidente; tú nunca me darás órdenes. Además lo único que nos diferencia es que a ti tu padre te dio una tienducha y tu lo único que me has dado son patadas en el estómago.
Y mientras me daba la vuelta para irme, embriagado de ira me agarró por el cuello y me golpeó en el pómulo, colocándome un corte a juego con mi ojo morado. Esto nunca había pasado, normalmente peleaba con el, pero nunca le contestaba. Dejaba en mi mente los pensamientos y reprimía mi voz, pero hoy estaba cansado de todo. En cuanto me recupero del golpe, se lo devuelvo, un acto reflejo. Tenía tanta rabia reprimida que lo tumbo al suelo. Mi padre mirando con los ojos desencajados, por el asombro de mi respuesta. Antes de que se levantase ya estaba corriendo por el pasillo para irme de allí. Mi madre me gritaba, y yo, haciendo oídos sordos, seguí corriendo. Corrí sin parar, otra vez.
Cuando ya estaba casi en otro barrio me senté en el primer banco que vi. Me encendí un cigarro. Cada calada hacía que me tranquilizara un poco. Nunca creí que fuese capaz de hacer lo que había hecho. Pero ¿realmente estaba mal? Lo único que hice fue defenderme. Ese estúpido hipócrita. Mi abuelo siempre me contaba historias de como mi padre holgazaneaba en la bodega que tenía, que por eso le tuvo que montar un negocio donde apenas tuviese que trabajar. Ahora lo único que hace es hablar con el contable y darse paseos por su tienda de electrodomésticos. Valiente gilipollas.
Por ahora debo de buscar un lugar donde pasar unos días. Hablar con mi novia sería lo adecuado. Saqué el móvil y le di un toque. Mientras esperaba su llamada me encendí otro cigarro. Contemplaba a su vez como la gente pasaba, jóvenes un par de años menos que yo riendo, abuelos paseando con sus nietos, parejas felices. Todo parecía tan idílico y perfecto en aquellas calles; como si todo estuviese a punto de romperse, como si aquellos chicos pelearan por cualquier estupidez y no se volviesen a ver; como si el abuelo estuviese a punto de morir y el pequeño se quedase con un gran trauma; como si la pareja rompiese porque uno de ellos es infiel.
No pasó nada.
Una hora estuve allí esperando; solo viendo la felicidad ajena, aquella felicidad que solo recordaba en mi infancia.
Al fin sonó el teléfono, no era mi novia, solo era un viejo amigo que rara vez veía.
-¿Si?- dije tras contestar el móvil
-Soy yo, capullo
-Ya lo sé, Willy.
-Escucha, necesito tu ayuda, estoy jodido con una cosa y me tienes que echar una mano.
-Tio, tengo un par de problemas y no...
-Venga tío, es una cosa fácil, te lo pagaré.
Esa frase significa algo turbio, pero necesito dinero.
-Vale, recogeme enfrente del "Lidl" en diez minutos.
Eche a andar pensando en que locura me metería Willy, Willy "el chapo". Su apodo lo decía todo de él: era un camello que suministraba a media ciudad, entre ellos a mi. Yo como lo conocía desde que éramos niños me la deja casi gratis. Últimamente no nos vemos demasiado, el negocio le quita tiempo. A mí no me la suele entregar él, envía a algún tipejo que me la traiga; pero cuando nos vemos siempre me lía para hacer vandalismo. La última vez acabé incendiando un local que le debía dinero.
Con el mismo coche con el que huimos aquella noche estaba esperando en la puerta del "Lidl".
-Vamos, capullo, monta.
No iba solo, "el patilla"(su mano derecha) lo acompaña.
-¿De qué va esto?- pregunto al subirme
-Unos putos yonkis, joder, putos yonkis. Se creen que por vivir en la calle no me tienen que pagar la heroína y no. Aquí se paga o se paga.- termina tajante Willy
-Eono- apoyo "el patilla"
-Toma, agarra eso.
Willy tira un puño americano a mi regazo.
-Una paliza a dos tíos, ir, golpear y salir. Fácil. Y te llevas 250€ a tu casa. Espero que te parezca bien
-Mucho te tienen que deber para que me pagues tanto
-Eono- repite de nuevo
-Si que me deben, esos hijos de puta solo saben drogarse. Oye, ¿qué coño te ha pasado en el ojo?¿Tengo que cortar la cabeza a alguien?
-Si te digo la verdad ni lo recuerdo bien. Se que un portero me dió el puñetazo y poco más
-Fuisteis a la discoteca del polígono, ¿verdad? Aquello es un antro.
-Eono
-Ya, pero es lo único que abren los domingos.
-¿A quien se le ocurre salir un domingo? Los domingos son días sagrados para descansar, joder.Redujo hasta parar en un callejón entre dos pisos de un mal barrio.
-Es aquí¿Ves esos dos tíos? Diles que le paguen a Willy lo que le deben, les pegas y te vienes.
Embuto mi mano con el puño americano y lo escondo en mi bolsillo. No quiero que se alerten antes de tiempo. Cuando mi vista da para enfocar bien sus caras veo dos cuerpos decrépitos por las drogas, no puedo decir qué edad tienen por su aspecto, pero no debían ser mayores de 30. Realmente me siento asqueado; algo así deben de ver mis compañeros de trabajo cada mañana. Y por el camino que llevo no es que me falte mucho para acabar así.
Dos cuerpos con barba de tres días y melena, sentados mientras con una cuchara queman heroína. Mueve el mechero tembloroso, por la droga que ya lleva o por la falta de esta.
-¡¿Qué quieres?!- grita uno de ellos metiendo la mano en el bolsillo
-Willy quiere que le paguéis.
Tal como terminé la frase, golpeo en la cabeza al vagabundo que me gritó, manchando la pared y el suelo de sangre. El otro intenta levantarse para correr, no consigo darle de lleno pero lo consigo tirar. Fue una explosión, tumbó un contenedor de basura, sus bolsillos se vaciaron, sangre salpicó desde su cien. Fue incluso bello.
Miro que solo estoy yo y los dos mendigos viendo la escena. Allí, cuando vigilaba mi escape, observé cómo uno de ellos se levantó dificultosamente. Pero solo uno. Sangre por el suelo rodeaba su compañero de calle. Eso vi antes de que el miedo me devorarse.
Mi mente borro escenas de lo ocurrido, pero el sentimiento al ver ese charco rojo se clavó en mi vista.
En el coche, kilómetros de distancia y un tubo humeante en la mano.
Escucho risas y vitoreos.
-Brutal, tío, eso ha sido brutal. Ni pensé que tuvieras esa maña. Menuda ostia le has dado.- dijo Willy quemando un pellizco de polen.
-Eono
-Willy, ese tío no se levantó- digo asustado
-Tranquilo, joder. Si esos yonquis no han muerto de sobredosis, no los vas a matar tu- se regodea Willy
-Creo que le abrí la cabeza, había mucha sangre
-Pues que se joda, esos no valen nada. Mientras esté uno vivo que me pueda pagar no te preocupes. Anda, vamos a mi casa que te voy a invitar a un paquistaní que me acaban de traer y ya te pago. Ya verás de lo mejor de lo mejor.
Bajamos en el barrio adinerado de la ciudad. Dejo el coche en la puerta y entramos a su casa. Un enorme patio donde estaba jugando un gran perro.
-Me gusta dejar el coche fuera para que Satán tenga más espacio de juego.
Una vez dentro nos sentamos en el sofá y Patilla trajo dos copas
-Patilla vete a casa, tenemos cosas de que hablar
Sin decir ni una palabra se marchó.
-Toma prueba esto. Es de mi última visita a Ketama. Quería traer un par de kilos, pero el hijo de puta se dejó cojer. La próxima vez mandaré al patilla.
-Tio no se como puedes estar tan tranquilo después de lo del mendigo.
-Que poca calle has pisado perro nuevo. Todos los días mueren un mendigo o dos por la calle,¿Y qué?¿El mundo se para? No, los mierdas no les importa a nadie.
-No es eso tío, es que he quitado una vida
-No me toques la polla, escucha.- dice mientras coloca el porro en mi boca.-No sabes de verdad si está muerto, y si es así¿Qué más da? Le dan demasiada importancia a los asesinatos, todo el mundo es capaz de matar, solo necesitan una buena razón.
A pesar de su rudeza y que está fumado, tenía razón, o por lo menos parte de ella. No quería pensar más por lo ocurrido, el acumuló de problemas aumentó. Solo quería evadir el malestar. El humo blanco baja por mi tráquea para invadir cada alvéolo de mis pulmones. El gusto de polen queda presente en mi garganta y lengua. Exhalo, lento, contemplo el humo salir. La luz de la ventana atraviesa el humo formando figuras en las espirales áureas. Cómo algo tan bello es ilegal. Repito varias veces y lo dejo en la mesa. Hacía mucho que no fumaba algo de tanta calidad.
-¿Qué te parece?- dice recogiendo lo que yo he soltado
-Es increíble, hace mucho que no fumo nada igual
Los párpados eran pesados, la boca seca y mi cuerpo no era sólido, sino agua envuelta en piel para que no perdiese la forma humanoide.
-Esto no se vende en casi ningún lugar, antes de eso lo cortan mil veces para sacar más. Solo con gente de confianza hago esto, ¿Entiendes?
-No se a donde quieres llegar
-Voy a ser directo, quiero que trabajes conmigo. Últimamente me siento estancado en esta ciudad, y no me quejo; para mí está ciudad es como mi madre. Pero ya soy mayor y me tengo que ir, expansión es de lo que hablo.
-Yo no se, Willy...
-Nonono, escucha. Trabaja conmigo, yo me iré a expandir el negocio y mientras tú te quedarás aquí cuidando de que no le pase nada a nuestra madre, nuestra digo, porque tú y yo no somos solo socios: somos hermanos.
-Sabes que son muchos mamoneos y yo no sé si sería capaz de aguantar tanto.
-Por eso tranqui, el ruso me va a colocar dos tíos que hagan los recados. Tu a dar órdenes desde tu casa y que se manche otro.
Habló solo durante una hora, en la que yo estaba de cuerpo presente. Mi mente nublada por la niebla de polen. Perdí la cuenta de cuanto fumé. Supongo que otra vez volvía a dormir, porque estaba encerrado de nuevo en un laberinto de espinas.
ESTÁS LEYENDO
Un Día
KurzgeschichtenLa vida es como un castillo de arena, un día se construye y en el mismo se cae.