Dolía incluso más que la primera vez, tirado en asfalto de espinas que desgarraban mi piel al levantarme. Mi piel tensa se iba deshaciendo uno a uno de los ganchos que tenía incrustados. En vuelto de sangre con todo mi ímpetu comienzo a correr sin ninguna dirección. Derecha, izquierda, recto. Todas las direcciones que quisiera excepto hacia atrás. El tiempo que corrí fue relativo, pero la fatiga era enorme. Mis pies doloridos cayeron tirando mi cuerpo entero. La piel de mi pecho y vientre desaparece. Mi sangre regaba cada rama, cada espina y cada cuerpo.
El dolor desaparecía de forma gradual. Escuchaba voces; comenzaron por susurros: "descansa", "no corras", "si descansas no duele". No se de dónde provienen esos gritos y tampoco me paro a encontrar el dueño de aquella voz. A lo lejos una pequeña ráfaga de luz me llega. Tengo una pequeña ventana al fondo, noto su luz, su calor, es mi oportunidad para salir de allí. Esto que siento es felicidad.
-Gilipoyas, despierta
Oigo la voz de Willy junto a mi móvil sonar.
Willy se separa al conseguir despertar. Cuando miro la pantalla es mi novia, Clara.
-Joder..., ¿Clara? Creo que te llamé hoy y no me lo cogiste,¿Todo bien? Tengo que contarte un par de cosas y...
-Eres un hijo de puta
Su respuesta me dejó impactado, quizá porque me acababa de despertar o porque aún seguía morado.
-¿Qué?
-¿Qué ocurrió anoche?
-Anoche fue el cumpleaños de Mario, ya te lo dije.
-¿Y qué más?- preguntaba con a voz atrancada
-Tuve una pelea, pero no pasó nada
-Te liaste con Esther, y luego fuisteis a su coche.
El flashback que me hizo recordar lo ocurrido casi me hace empezar a reírme. Se me olvidó que al principio de la noche estuve con una de las mejores amigas de mi novia, como siempre tirando la decencia a la basura.
-No digas nada, no quiero saber nada de ti, eres una persona asquerosa.
Sin tiempo a defenderme o explicarme me colgó, la mejor opción para mí.
-¿Sabes qué me acaban de decir?Que anoche me follé a una tía tremenda.
Willy reía.
-Bueno tío, ¿Has consultado mi oferta con la almohada?
-Lo veo, pero con dos condiciones. La primera es que me des dinero para una casa, y la segunda; me tienes que decir de dónde conseguir ese polen.
Willy sonreía como un niño que cazaba una lagartija. Se levantó y metió la mano entre los cojines del sofá. Al lanzarlo rápido no sabía que era, cuando se detuvo en mi regezo me di cuenta de que tenía un ángel de la muerte metálico en mis manos; sentí escalofríos.
-Glock 29, balas de 10 mm, 9 en el cargador y una en la recámara. Aquí se carga, se prepara para disparar y boom. Capuyo que moleste muerto.
Escuchar la palabra muerto me recordó como hacía un rato casi mató a alguien. Era un recuerdo lejano, y asqueroso.
-¿La...vamos a usar?
- Normalmente, no. Pero siempre hay hijos de puta que joden los planes¡Esos se merecen la muerte!¡BOOM!¡Con la Glock en la frente!
Me quedó sorprendido de su naturalidad, nos quedamos mirando analizando lo distinto que éramos por ahora.
-Vamos a la puerta, practicaremos. Cógela bien y mientra esté cargada no me apuntes ni jugando, se la compré a un ruso de contrabando y no se sabe cuándo puede fallar.
La seguridad cerca de Willy brillaba por su ausencia.
Una vez en el patio de su casa cogió unas latas de cerveza, bebidas mientras dormía, en linea.
-Dejamela- así hago- tiras de aquí, entra la primera bala, si vuelves a tirar se sale aunque no dispares. Con la bala hay ya está cargada. Bueno aquí se saca el cargador, mira 9 balas quedan. Esto de aquí es el seguro, pero eso es de parguelas tú no lo uses. Total a lo que vamos, metes la rayita entre las otras dos y aprieta el gatillo. Prueba.
Me lanza la pistola, comienzo a apuntar como él dice.
-Oye¿los vecinos no se quejarán del ruido?
-Caya y dispara
No esque fuese mi cosa favorita saber que moviendo un dedo tengo la capacidad de matar a alguien, pero aún así lo hago. Da igual llevar este arma encima, no mataré a nadie.
La bala roza una lata que termina cayendo.
-Venga tío, sigue
Sigo lata a lata. Los primeras no acertaban de todo, pero los dos últimos, a las dos últimas latas les volé la cabeza del clérigo que llevan en el centro.
-Esto mola- digo algo más animado
-Ya te enseñaré a manejar la UZI, eso sí que flipas. Ahora te enseñaré a meter las balas en el cargador, que es lo primero que tienes que hacer.
Entramos a la casa y en el salón saca un millar de balas y varios cargadores. Recargo un par y me los guardo, otro se lo meto a la pistola. También me tira un cuchillo <<esto es más para torturar>> dice riendo.
Su cara campechana y drogada cambió a una más seria e igual de drogada.
-¿Estás listo para empezar?-pregunta de forma retórica- a las 3:45 tengo un trato, te presentaré a mis principales comerciantes y encargaremos un porte. Ir, charlar y volver.
-¿Quiénes vamos?
-Tu, el patilla, dos de mis mejores tiradores y yo. Vamos tú y yo en un coche y los otros tres en otro para sorprender por si la cosa se pone fea.
-Joder Willy no me digas eso.
-¿Que no te diga qué? Espabila tío, quizás tengamos que matar para que no nos claven un balazo, esto no es un juego, aquí se mueve mucho dinero y si ven tonterías se puede formar. Tu solo calla y aprende, cuando vea que estás listo te dejaré a cargo de todo, sé que tienes estilo de líder, pero tanto escuchar que es lo que tienes que hacer te lo ha quitado. Confía en mí joder.
-Vale tio, vale.
Quizá dije demasiado a la ligera que quería meterme en esto, pero al contrario que muchos trabajos, una vez dentro no se sale.
-Como aún queda rato hasta que llegue la hora ¿un fifita?
Durante una hora jugamos a Play como si fuésemos niños, gritando y divirtiéndonos. Ambos tan concentrados que no escuchamos como El Patilla entró.
-¡Coño!¡Patilla!- gritó Willy-No sabes llamar a la puta puerta o ¿que?
-He llamado varias veces, pero no contestan. Ya está todo listo.
Incluso El Patilla parecía otro cuando se trataba de trabajo. Estaba serio y no parecía tan estúpido.
-Bien, pues vamos.
Apagamos todas las luces y fuimos a la calle donde esperaban dos coches, uno con dos hombres ya dentro y otro con solo uno.
-Conduce tú, yo voy de copiloto.
El Patilla conducía el otro, dejé que se adelantase unos metros y luego lo seguí. Pensé que todo ocurriría a las afueras de la ciudad; todo lo contrario, poco a poco nos íbamos metiendo en el centro de la ciudad.
Paramos en un hotelito. Era tarde, pero temprano para nuestra reunión.
Willy sacó dos cigarros.
-Gracias
-¿De qué hablas Willy? Yo soy el que te lo agradece.-dije tras la primera calada.
-No lo entiendes, verás soy la persona que controla la mayoría de la ciudad ¿ Cierto? Pero hay también gente importante que me quiere joder por problemillas. Hace poco encontramos un trato para poder quedarnos en paz. Cómo maté a su hermano, ellos querían vengarse de su asesino y la verdad tengo cosas que hacer mejor que morirme.
Estaba flipando-¿Qué mierdas dices Willy?
Sin esperarlo una aguja en el cuello. Salió de los asientos de atrás e impactó infiltrando en mi cuerpo una sustancia.
-Tranquilo, con esto no sufrirás, y también evitaré que hables o te resistas.
El corazón se aceleró, intenté defenderme, correr, cualquier cosa. Ya era tarde: aquello que me inyectaron era algo con una sustancia tan activa que ya estaba en éxtasis. No podía moverme, los pensamientos se nublaban, estaba en cero.
Sentado enfrente de la pequeña ventana veía mi vida, había conocido ha mucha gente. No todas eran buenas, pero quienes lo eran habían acabado yéndose de mi vida; involuntariamente.
A muchos no los cuidé, no recuerdo una relación en la que yo haya querido a mi pareja, un acto desinteresado por mis amigos y solo bravuconadas callejeras. Ojalá pudiera cambiar, dejar toda esta mierda. Dejar la coca, las peleas. Volver a ser el chico que solo quería una charla con sus amigos mientras bebían Coca-Cola en la piscina municipal. Solo una oportunidad para rectificar.
Escuché grandes golpes, las voces volvieron. <Baja aquí><Ya es hora de descansar><No se puede hacer nada más>.
Las espinas subían rodeandome la piel. Era estraño, esta vez no sentía dolor, era angustia. No lo aguantaba, luché hasta poder zafarme y entré en la ventana.
Todo era luz
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Un Día
Short StoryLa vida es como un castillo de arena, un día se construye y en el mismo se cae.