Buenos dias

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Medía la distancia entre los coches y la pared. El estómago estaba vacío y las venas llenas de alcohol. Luchaba por llegar a casa después de la lucha de la noche anterior; había estado en una discoteca bailando bebiendo y alfinal peleando. Llevaba un ojo morado sin razón, unos niñatos habían comenzado a vacilar a un amigo y de forma instintiva le crucé mi brazo perpendicularmente por su cara. Que gilipollez.<<Para mi tú eres como un hermano, que si alguno te toca lo mato>> escuché media hora antes. ¿Donde estuviste en ese momento hermano?¿Donde estaba el amigo al que defendí? Tontamente me vi solo acorralado por tres niñatos con navajas y yo en mitad de la pista con un botellín roto. Suerte tuve al irme con este ojo morado. Monstruos alejaron a mis posibles asesinos a golpes. Yo solo me llevé uno; pistola de salida de mi carrera. Corrí a la puerta, las sirenas gritaban, una chica me intentaba frenar. Lo más ruidoso era yo mismo. El corazón quería estallar, por la adrenalina o por el pelo que minutos antes había esnifando. Me importaba poco lo que ocurrió allí yo quería más fiesta con el único fin de olvidar el problema de la fiesta anterior.
Tras eso llamé a un taxi para ir a otro sitio donde poder volar de nuevo. Ni siquiera entendía lo que decía el taxista, solo le dije el nombre de otra discoteca y el empezó a conducir y a charlar. Baje del taxi justo en la entrada de la dirección. Ya ni siquiera había en la puerta gente fumando. Entre por mi propio pie, no había portero, solo había un camarero, dos bultos que identifique como mujeres y un viejo al lado de donde acabé sentado. Las palabras exactas no las recuerdo pero mi intención era beber lo más fuerte que tuviesen. Un vaso bajo y sin hielo apareció frente a mi. Comencé a beber y no me sabía a nada, envalentonado me lo tragué de un buche. Quizás no lo debería de haber hecho, porque el estómago empezaba a darme patadas. Corrí al servicio a desperdiciar el dinero que había pagado. Miré al suelo y ahí vi mi reflejo. Entre la pota, mierda y charcos de pis, ahí, entre toda esas delicias estaba mi cara, una metáfora perfecta para describir mi vida. ¿Qué estaba haciendo?¿De verdad esto me divierte? Ni cuando salí ni mientras salía me dio por pensar en ello. Realmente me encontraba vacío viviendo en un bucle que acabaría destruyendo mi vida o la de quién pase por ella. Con la visión algo más clara me levanté; en la puerta una de las mujeres que bailaban se me acercó con una sonrisa pícara abalanzándose sobre mi; en cualquier otro momento me hubiese ido al servicio con la pureta que tenía entre brazos, pero ese no era cualquier momento, en ese momento estaba comenzando a pensar. Y para pensar no necesitaba a una mujer que me rodeé. De mala forma la aparté y comencé a caminar por las calles donde me encuentro ahora. Con destino, sin conocer el camino y solo acompañado de un cigarro empecé a pensar, a pensar que nada me complace, que nada de lo que hago tiene sentido, que iba a ser olvidado, como una gota en un mar. ¿Quien piensa en la pequeña gota y su pequeño mundo? La pequeña gota solo sirve para darle más volumen a el infinito mar, donde todas las gotas pierden su valor.
Quizá piense demasiado por las drogas, yo no soy demasiado listo. No estudié ninguna carrera, ni siquiera terminé mis estudios secundarios. Solo sirvo de mano de obra barata y de maniquí de prueba de drogas. No me gusta nada concreto, yo soy aún peor que una simple gota, ya que soy una gota vacía, sin mundo propio en el que poder sumergirse para hacer más amena la espera.
Tras tanto pensar en idioteces que no me llevarían a ninguna parte, mi móvil vibrante me sacó de mi pompa.
Lunes,7:30, la hora de despertar. Ayer domingo al ser el cumpleaños de un "amigo" salí a tomarme una copa de tranquis, que se hizo una gran bola hasta acabar por olvidarme de que tenía que trabajar a la mañana siguiente. Me acerqué al filo de la carretera como pude y levanté la mano. Un par de minutos después apareció un taxi que pasó a recogerme.
-¿Donde chaval?
-Cale Admirenthe, niumerro tris.-comencé a burlarme de el chófer
-¿Como dices?- repitió con la mirada de una persona que se pregunta las desgracias que he tenido que pasar para estar en esa condición
-Calle...Al..miran...te, nuumero...tresss
Cuando el coche arrancó ya pude relajarme y disfrutar de la vuelta a casa. El hombre tenía puesta una mala emisora de radio; de esas que ponen música clónica a todas horas. Sonaba una canción que se había estrenado recientemente. Ya la había oído un par de veces y no llegó a gustarme, pero esta vez sonaba distinta, al ponerme a escuchar la letra veía como destacaba de las demás, no era tan irritante. Lo que no me terminó de gustar fue el conductor, todo el camino dando la brasa con su maldito hijo que era ingeniero de no se qué. No le preste demasiada atención.
Bendita la hora de la llegada, ya tenía mareos del maldito taxi. Pagué con un billete y me baje sin recoger la vuelta. Una vez fui a abrir la puerta, mi padre la abrió saliendo para ir a su trabajo.
-¿Qué te a pasado en el ojo?- disparó sin ni siquiera saludar
-Bueno días papá
-Ya te has metido otra vez en pelea ¿Cierto?
-Que va, me resbale y me di con un pomo en el ojo, ya sabes, cosas que pasan.
-Estas hecho un perro hijo, no sé qué voy ha hacer contigo.
-Tengo prisa, si quieres seguir con nuestra agradable conversación será después de comer
Y terminando la frase entré a mi casa. Esta es una normal conversación en mi familia. Yo intentando no decir nada de lo que me pudiese arrepentir y mi familia insultando. Esto es lo único bueno que tiene que no te importe nada. Me vestí y me hice un café para despertarme un poco, pero si el pelo de coca no lo hizo no creo que esto lo haga. Me lo bebí como si fuera un chupito y fui directo al váter a evacuar lo. Me fijé que mi hermano y mi madre seguían dormidos; así que sin hacer mucho escándalo entre en el cuarto de mis padres y le quité las llaves de su coche. Era un Seat Panda, un pequeño coche suficientemente pequeño como para poder controlarlo en mi estado embriagado. Ya estaba apunto de salir cuando mi hermano pequeño apareció.
-Buenos días
-¿Qué haces despierto tan temprano, enano?
- Te he escuchado. ¿Vas a coger el coche de mama?
-Si, no vayas a decir nada. Me voy que llegó tarde al trabajo.
-Ten cuidado, que te veo tambalear
-Niño calla que eres muy pequeño para decirme eso.
Y tras darle un beso en la frente, que casi se la derrite por mi aliento, corrí al coche. Con el pandita iba a trancas y barrancas; era un coche que conocía pero con la motivación de la música no atinaba a meter las marchas. Me equivocaba y metía cuarta cuando venía segunda, o viceversa. A pesar de eso seguí escuchando temas de breakbeat y semibailando en el coche.
Ya estaba en la puerta de el almacén. Mi trabajo era simple y difícil. Descargaba y cargaba muebles de un camión para luego ordenarlos. Con ese trabajo ya tenía planeado irme de mi casa. Todavía no se lo había dicho a mis padres y no es que quisiera irme; es un trabajo en el que me explotan y me pagaban mal. Podría sobrevivir; si, pero no vivir.
Con la cabeza llena de niebla, entre a montar en mi torito. Me había fijado desde que entre que todos me miraban. Sin pretender dar explicaciones a nadie me fui a los vestuarios a ponerme el uniforme. Ya casi llegando a la puerta un compañero me paró:<<te esperan en la oficina>> dijo. Intrigado fui allí a ver qué ocurría. Me estaba esperando el supervisor hablando con el jefe de escuadra. Voltearon algo sorprendidos con la grotesca escena que era mi cara.
-Chico¿sabes qué hora es?
-Joaquín, perdón por llegar pero tuve un accidente esta mañana y no he podido llegar antes, ya ves como vengo.
-Chico no es la primera vez que vienes tar...
-No Joaquín, deja que yo se lo diga: estas despedido
No lo llegué a comprender
-¿Qué?
-Lo siento chico pero ya has tenido varias fallos
-Y que te saltas las normas de trabajo como quieres: llegas casi todos los días tarde, faltas repetidas veces sin motivo, a veces vienes incluso drogado como ahora, que estás que casi ni te mantienes en pié.
¿Cómo?¿Así de fácil?
-¡Pero como me vais a despedir!¡Hago todo lo que me pedís!¡Bajo todos los camiones a tiempo!¡No he hecho ningún desperfecto a los muebles!¡Soy el mejor trabajador que tenéis en esta mierda de garaje que os habéis montado y encima me despiden!¡¿Qué mierda importará que llege un cuarto de hora tarde si hago mi trabajo?!¡Cumplo mi trabajo, lo demás no importa una mierda!
-Chico, relájate. Artur, sal, yo hablaré con él.
Artur, con el mentón alto y mirándome de reojo salió de la oficina con aire victorioso.
-Chico sabes que a mí no me importa como vengas o que seas impuntual, pero él está por encima mía y si lo contradigo podría traerme problemas.
-Vamos Joaquín no me puedes hacer esto, dejé el instituto por esto, ya tenía planeado independizarme. Ahora no tío, ahora no.
-Lo siento, la decisión viene de arriba, no puedo hacer nada.
Miré al suelo y me fui. Cerrando la puerta escuché un <<adiós, chico>>, lo mismo que escuchaba cada día al terminar el trabajo. Afuera el supervisor manchando de ceniza su traje de rebajas. Escupí en el suelo y me fui.
No pensé en nada hasta volver a casa, por seguridad. Me senté en las escaleras que daban a la entrada de mi casa y me encendí un cigarro. Valoré mi situación, calificándola como pésima. Me encontraba sin trabajo, sin estudios, con el cuerpo dolorido y drogado, viviendo en la casa de mis padres y sin saber que hacer con mi vida.
Pasé al salón y me encontré con mi madre haciendo el desayuno para mi hermano, me preguntó que hacía allí a lo que respondí con un <<ahora no, mamá>>. Me metí en mi cueva y me quité la ropa dejando unos calzoncillos. Dormir será lo más productivo que haga hoy.

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