13 Un malentendido

795 74 34
                                    


Comenzaba a hacer un poco más de frío en el ambiente, y por desgracia no tenía nada para cubrirme de el. Me pareció relajante recostarme en el césped a esperar la llegada de Carl. Las pocas nubes que flotaban en el cielo se movían lentamente, formando distintas figuras cuando dos de ellas se unían. Llevaba unos cuantos minutos esperando desde que Rick se había marchado, pero ese tiempo me sirvió para reflexionar sobre varias cosas. Me puse a pensar en Erik, todo ese tiempo que estuve llorando por él no había servido de absolutamente nada, porque aquel caminante que divisé en la horda que me atrapó no era Erik, lo había confundido por la ropa que traía puesta. Pero es que no pudo haber sido solo una coincidencia. ¿En serio existía otro chico de su edad que usara la misma ropa que él, y que también había sido mordido en el brazo? No era posible. Comenzaba a creer que alguien quiso tratar de engañarnos, pero ¿por qué? La persona a la que Enid disparó por suerte no se trataba de Erik, era otra persona que aparentaba ser él...

Entonces los Salvadores tenían que ver en eso. Erik quizás seguía con ellos, si no había escapado, claro.

Suspiré.

-No comprendo qué pasa - dije para mí misma.

El crujido de una rama captó mi atención, pero a los pocos segundos se desvaneció en el aire. Me apoyé sobre mis hombros y observé con atención el bosque, lugar de donde había llegado el sonido hasta mis oídos.

-¿Hola?

Eso fue algo idiota de mi parte. Si se trataba de un Salvador solo hice que se percatara de mi presencia. Empuñé el mango de mi cuchillo por si aparecía alguien que casualmente quisiera dañarme. Se volvió a escuchar un crujido más; luego fueron aumentando hasta que ví que unos hombres se asomaban de entre los árboles. Al verme no dudaron en acercarse a mi. No eran tantos, solo tres. Uno de ellos llevaba a una chica de prisionera. No la reconocí al instante, ya que su cabellos cubría gran parte de su rostro; pero al mirarla con mucha más atención entendí que se trataba de la persona que antes se había convertido en la mejor amiga que nunca tuve.

-¿Enid? - fue lo primero que pregunté. En ese momento el mayor problema no eran aquellos completos desconocidos, si no el hecho de que tuvieran a Enid atada por las manos con una soga.

-La conoces - habló uno de ellos. Su camiseta estaba rota, y juraría que tenía unos 23 años de edad más o menos. Me examinó de pies a cabeza, haciéndome sentir vulnerable -Eres la chica que se desmayó en el bosque, el día en el que nos la llevamos - señaló a Enid con su revolver.

El recuerdo apareció en mi mente y automáticamente reconocí los rostros de todos. Cuando encontré a Enid camino a Alexandria esas personas fueron quienes se la llevaron dentro de su camioneta.

-¿Me están siguiendo? ¿Por qué se la llevaron? ¿Para que la quieren?

Él levantó una mano, ordenando que me detuviera.

-Veo que eres muy curiosa, o quizá simplemente entrometida. Tranquila, no te haremos daño, solo venimos pasando.

-¿Adónde se la llevan?

Después de todo lo que había sucedido, después de darme cuenta de que Enid quiso traer de vuelta a Erik me sentía muy arrepentida de haberla tratado tan mal. La quería de vuelta como mi amiga, la necesitaba conmigo, a mi lado. Siempre me preocupé por ella, desde el momento en el que se fue hasta el día en el que ví como se la llevaban, por supuesto que no le deseaba nada malo. ¿Cómo podría desear que mi mejor amiga estuviera muerta? No sé en que estaba pensando.

-Las respuestas a tus preguntas son clasificadas - me respondió con amargura -Si nos disculpas, seguiremos con nuestro camino.

Me esquivaron como si nada, pero yo no podía dejar que se la llevarán, tenía que hacer algo.

No me abandones: El final se acercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora