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5 de febrero de 1878.
Derby, Inglaterra.

—¡No puedo creerlo!— exclama James al darse cuenta de que la carretilla que acarreaba con toda la mercancía traída de la ciudad, se ha estancado en el espeso y chicloso fango que predomina en el sendero que lleva de la ciudad a los campos de cosecha de unos cuantos granjeros.

Una vez llevado unos diez minutos tratando de sacar la llanta atascada en el camino, alza su mirada hacia donde yace su granja, aún como a unos dos kilómetros, se oculta tras la aurora naranja de un hermoso atardecer.
Con la mitad del cielo rojizo y marrón, y la otra azul intenso.
James limpia el sudor cálido de su frente que escurre incluso hasta su bigote grueso y negro. Comienza a observar su panorama en busca de alguien que pueda ayudarle con la carretilla que cada vez se hunde más en el lodo, sin embargo parece no haber nadie por ningún sitio: Sólo árboles, lodo, humedad e intensos rayos del sol penetrando hasta el más grueso de sus abrigos puestos.
Resignado y sin opciones, decide dejar la carretilla y tomar los objetos habidos y cargarlos en sus hombros y espalda. "Es tiempo de hacerlo", es lo que piensa convencido ya que el fango no solo succiona gran parte de la carretilla sino que sus piernas también.
Con aproximadamente 120 libras sobre de él, camina lentamente sobre los terrenos más sólidos cercanos al sendero con la esperanza de llegar en una sola pieza hasta su granja.

Con lodo dentro de los dobladillos inferiores en su pantalón, bolsas y maletas cargando; en momentos duda sobre si valia la pena en realidad haber realizado un viaje tan arduo y hostil con tal de conseguir mercancía en la ciudad que jamás se conseguiría en un pueblo como el de él, en momentos comienza a dudar si la escopeta recientemente regalada por su hermano sería suficiente para repeler el asedio frecuente de Smith y su familia sobre su matrimonio y patrimonio.

Justo momentos después de que esos pensamientos inundaran su cabeza, un grito proveniente de ningún lugar y de todos los lados a la vez, interrumpe aquella atmósfera fría y aquel silencio abrumador.

Un destello naranja ilumina el centro del cielo aunque este destello, conforme pasan los segundos, luce más grande y más cerca, y mientras más cerca se puede observar una estela de humo negro y denso persiguiendo aquel 'angel caído desde el cielo'. Es un objeto grande y esférico que cae a gran velocidad con dirección a los campos del pueblo, James queda atónito mientras observa la esfera de fuego cayendo justamente donde se encuentra su hogar con su esposa dentro, desde donde James se encuentra su casa es difícilmente visible y a muy poca distancia de ésta, el objeto cae acompañado de una gran explosión enceguecedora.

Él corre desesperado y mucho más veloz sin importarle las libras que traía encima, un miedo indescriptible recorre su piel en forma de escalofríos motivando lo a seguir y con más fuerza, observando al mismo tiempo la marca de humo negro que creó en el cielo la trayectoria del objeto caído muy cerca de su granja.
No bastó más de media hora para que James llegara a su casa, al estar en medio del sendero, frente a su fachada exclama por segunda vez:

—¡No puedo creerlo!

Arroja toda su carga cerca de la puerta y sin aliento corre apresurado al interior de su vieja casa de madera buscando en cada rincón a su esposa amada. Gritando su nombre y con una euforia enorme, no logra encontrarla. Hasta que al llegar al piso de arriba, justamente en la habitación con alfalfa y semillas almacenadas, se encuentra en el techo un gran agujero con llamas de fuego rodeando las partes que aún quedan de él.
La caída de la bola de fuego rompió gran parte del techo, en efecto. Al asomar su cabeza por la ventana hacia los campos, logra ver con lágrimas en los ojos a una persona corriendo entre los maizales hacia el objeto caído que expide llamas y humo aterrador, ya que el incendio más intenso se encuentra a unas cuantas yardas de su casa, sí, en los campos de James.

Baja de inmediato hasta la puerta de su casa, corre una vez más a toda velocidad para que cuando logra perseguir y acercarse más a la persona que había visto, pueda ver entre la distorsión de sus lágrimas en sus ojos que era su amada Isabel.

—¡Isabel! ¿Qué haces?. No vayas para allá.

Sin respuesta de su esposa, ella logra acercarse lo más posible a lo que parece ser un objeto gigante de metal que se incendia. Con muchos detalles en su diseño y luces que parpadean en su superficie, la máquina ruge aún sus últimas palabras antes de que esta explote por completo y arrase con lo que sea que contenga en su interior.

James al alcanzar a Isabel, la abraza asustado y comienza a jalar la tratando de alejarla del lugar que comienza a ser apoderado por un fuego atormentador. Sin palabras los dos observan y se alejan de tal monolito.

Entonces unos golpes fuertes y repentinos se escuchan desde el interior de la máquina, al observar es una plataforma que se mueve e intenta abrirse pero es obstruida por el suelo.

James, pidiéndole a Isabel que no se acerque, abre aquella plataforma dejando salir al ser que la golpeaba. De un salto se levanta del suelo, agonizando, pega un susto a James que retrocedido e impactado contempla la reacción de aquel sujeto muriendo y viendo tristemente su "pájaro de metal" sin vida. Es un sujeto casi humano, alto, delgado, en un traje de metal brillante y un casco discreto, una piel muy blanca y unos ojos amarillos.
Voltea su rostro hacia la pareja que permanece abrazada y asustada...

—Yuesnk... Nongh birtjfd knejw sir surt— dice el sujeto sin poder ser comprendido, impotente se abalanza hacia los humanos pero James reacciona rápidamente clavándole un cuchillo en su abdomen arrojándolo al suelo de nuevo, retrocediendo otra vez James exclama:
—¿Qué demonios eres?

Entonces en el suelo y sin aliento, el ser responde —Oh, inglés... Necesi--necesito de su ay--yuda por favor. Rescaten a mis dos hijos, son un--unos bebés, ess--están allá adentro, yo... Yo muero, ésto va a explotar por... Por favor rescaten a mis hijos, yo muero... Y n--no pude hacerlo— y finalmente con toda la vida que le resta los mira buscando misericordia en sus ojos y dejando su cabeza en el suelo finalmente, expulsando todo su aliento en muerte.

—¡Oh Dios no puede ser! No--No, no puede ser... Hay que irnos de aquí o moriremos... ¡Corr--...— dice Isabela llorando y temblando siendo interrumpida por James que conmovido y solo vibrando los ojos comenta.

—Así es, morirás si sigues aquí...—abrazando a su esposa, sin remedio, la alienta y dice— así que tú vete, ahora. Yo buscaré a esos bebés, haré lo que pueda.

—No seas estúpido, no arriesgues tu vida por unos demonios.

—No son demonios, son humanos, es mi deber... Corre ¡Vete de aquí! Corres peligro.

—¿Humanos? Dime, prométeme que volverás.

—No hay tiempo, Isabel.— dice James finalmente para soltarla y adentrarse velozmente al interior de la máquina.

Inundada por el pánico Isabel comienza a gritar y taparse el rostro con sus trapos mientras se aleja de ahí y llora, lentamente.

—¡James, ya sal!— grita por último, al ver que la máquina diseña llamas cada vez más calientes e inmensas. Desesperada corre a la máquina de nuevo intentando entrar por donde entró James, pero al asomarse dentro de la máquina con cables rotos y fuego en su interior, avista a su esposo corriendo hacia la salida con lo que parece ser un bebé entre sus brazos.

—¡Vamos, sal de aquí! Esto va a explotar ¡Corre!

No humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora