II

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—Ayúdame a meter mis cosas, por favor— dice James aún con el corazón fuera del pecho y angustia por lo sucedido.

—Mírala, parece que duerme—responde Isabel mirando al bebé rescatado, lo carga en sus brazos y de inmediato reconoce que es una niña.
Permanece desnuda y en un sueño demasiado profundo, una piel blanca con brillos, unos rasgos faciales perfectos y con pelitos en su cabeza totalmente güeros.
Al acercarse, James, la observa sin decir ni una sola palabra. Toma a su mujer por su espalda y la encamina dentro de su casa.

Sin embargo ella retrocede, y mirándolo dice:
—No sé si esto es real.
—Sí, yo tampoco puedo procesarlo, aún... aún no sé cómo reaccionar.
—Oye.
—¿Qué sucede?— responde James desconcertado.
—¿No dijo... el sujeto, que eran dos bebés?— pregunta Isabel mirando hacia los escombros y llamas restantes del incidente.
—Entra a la casa Isabel, por favor.

Le ordena a su esposa finalmente, diciéndose a si mismo y con una inmensa agonía: "Espero que ésta niña valga la pena, ya que ahora lo he perdido todo... Mis campos ya no existen más". Contemplando a su vez el gran incendio de la explosión que se extiende por todas las milpas inmaduras y secas de sus campos, impotente y sin capacidad de apagar el gran incendio entra a su casa cargando consigo todas las bolsas que llevaba de su travesía.

Al entrar, Isabel lo asedia.
—¿No pudiste traer a los dos?

—Ah, son tantas cosas que quisiera decirte... Qué no quiero perder el tiempo en eso. Justo ahora estoy cansado y muy desconcertado, pero aún así te daré el placer de hablar.

—De acuerdo...

—Mira para empezar me fue bien en el viaje, por si te lo preguntabas, traje muchas cosas que nos hacen falta aquí además del arma que me regaló mi hermano--

Interrumpiendo, Isabel dice —Que egoísta.

—¿Cómo dices?

—Él vive en la ciudad y es rico... y sabiendo que aquí nosotros morimos de hambre, no hace más que darte un instrumento del diablo.

—Todavía no terminaba de hablar, mujer, Nicolas me ofreció un empleo en la ciudad, en una fábrica. Pronto seríamos de los cientos de campesinos que se mudan al centro de Derby, alejándonos por fin de la plaga de los Smith.

—Yo no quiero irme de este lugar, aquí es donde nací--

Siendo interrumpida, ahora por James, contesta enfadado:
—¿Qué no lo ves?. ¡No nos queda nada! Nuestras pocas tierras que teníamos se consumen, observa, esta casa está destruída y mis vacas cada día están más enfermas y flacas...

—Pero por favor, tranquilízate.

—¿Cómo quieres que esté tranquilo? Si por poco te terminas matando, acercándote estúpidamente hacia... Esa cosa caída del cielo— reprende, señalando hacia el desastre.

—Crei que Dios por fin había escuchado mis ruegos y había mandado un ángel hacia mi, tal y como se lo pedía, me acerqué para asegurarme pero ahora que tengo a esta criatura en mis brazos me doy cuenta de que... Si no es de este mundo y no es un ángel, es un demonio; y si es un demonio los caballeros del rey nos darán mucho oro por poder capturar a uno con vida...

—Mujer ya deja de creer en esa basura, solo carcome tu cerebro. Mírala, recuerda al sujeto que moría, ellos son humanos... Deja de ser tan supersticiosa.

—¿Qué estás insinuado?

—No sabes que harán o como reaccionarán a esta máquina caída del cielo y a esa niña que estás cargando. Isabel, tú eres estéril... Ésta es la oportunidad perf--

—¡Cállate!— llorando y entregando a la bebé, grita —no necesitas recordarme lo miserable que soy, si crees que es un humano, tú cuidala y quedate la. Yo no me haré responsable de tal abominación.

Dejando a James con la bebé en brazos aún dormida, sólo en medio de su sala con un piso viejo de madera tapizado por tierra, polvo y las bolsas traídas por James. Desde donde se encuentra él, es visible a través de la ventana, la inmensidad del fuego como única lumbrera del anochecer y el humo que sube hasta lo más alto de ese cielo deprimente.
James de pronto se quita su abrigo y con él enrolla a la niña que sorprendentemente sigue sin despertar pero sí respirar, la observa detenidamente y se pregunta "¿Qué está pasando?"

Aquel silencio asolador es roto por un llamado lejano de una voz gruesa y acelerada.

—¡Bell! ¿Estás ahí dentro?

Al ver que es Steve Smith acercándose a la puerta, James esconde a la niña rápidamente y con la esperanza de que no despierte en ese momento, respondiendo—¿Qué quieres Smith?

—¿Acaso no lo has visto?— extrañado, Smith dice una vez abierta la puerta —nuestros cultivos se queman, ¡tenemos que hacer algo!

—Ya lo sé, el fuego es demasiado. No podemos hacer mucho tú y yo.

—Solos, no. Pero ha venido gente del pueblo a ayudar... ¡Vamos! Ven a ayudar, aún hay algo que rescatar.

James piensa un rato sin palabras para que finalmente tome una pala y corre con Smith a toda velocidad hacia los campos que arden sin cesar.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2018 ⏰

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