Despegue y movimiento

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Haston, 10 de junio del 2026.

Me había despedido de Conde con un dolor inmenso en mi pecho, sé que pasaré fuera algunos meses, Emerson había comprado billetes de ida, pero no de vuelta, sin embargo Edorian es un país donde necesitas visa para entrar, el máximo de estadía si no eres de allí es de 90 días así que imagino que estaremos eso. Mi jefa, Victoria, una mujer maravillosa me llamó justo antes de salir de casa. Deseando buena suerte, y que disfrutara las vacaciones de dos años trabajando con ella donde no las había tomado.

Había echado el último vistazo a mi acogedor apartamento, dado las llaves a mi querida vecina, quien cuidaría de Conde. Bajé las dos maletas de 24 kilos cada una, mas la maleta de mano de 10, y mi bolso que probablemente pesa otros 10 kilos. Yo necesito de todo para viajar. 

Cuando tras luchar con tantas cosas a la vez, conseguí llegar al portal y coger un taxi.

-Al aeropuerto.- Dije y el señor asintió. Iba a salir para ayudarme pero le hice un gesto con la mano para que se quedara sentado. 

Metí las dos maletas con un poco de dificultad, no demasiada la verdad. Abrí la puerta de atrás metí mi maleta de mano y subí junto a mi enorme bolso. El señor me miraba sorprendido. 

-¿Nos vamos?-

Cuando llegué busqué mi móvil entre tantas cosas en mi bolso.

Emerson, 1:37 ~Para trabajar organizando eventos importantes, cuando quieres eres impuntual~

Leí mientas le dado le dinero al taxista. 

Me, 1:42 ~Tuve un imprevisto, ya estoy en la puerta del terminal, voy corriendo.~

Emerson, 1:47 ~¿Dónde estás?~

Me, 1:50 ~Facturando, ven.~

Quedaban tres chicos para que me atendiera la chica que parecía que se hubiera puesto botox únicamente para tener esa sonrisa perfecta todo el tiempo. Mi pie derecho ya estaba en pleno movimiento por el estrés, y mis piernas comenzaban a doler. 

De pequeña me diagnosticaron enfermedad de Willis-Ekbom, mejor conocido como síndrome de las piernas inquietas. Es un trastorno neurológico que afecta al 10% de la población mundial. Y hereditario, proveniente de mi abuela, pasada a mi padre y por consiguiente a mi. El dolor me viene sobre todo en las noches que se calma con un masaje y el constante movimiento de las piernas, como el tic de mover la piernas al estar nerviosos. Pues yo las muevo porque me duelen, de una forma extraña, como si toda la energía que tuviera se concentrara en mis piernas y pudiera correr una maratón. No me suele pasar a menudo, de vez en cuando, sobretodo en momentos de estrés y vaya que estrés he ido acumulando la última semana.

Seguro pensaréis: 'Que chica para más enferma'. Y eso que aún no sabéis que soy alérgica a casi todo.

-Atenea,  ya sabía yo que ibas a ser la última en llegar hoy.- Emerson apareció de la nada haciéndome asustar. Y dar un brinco de lo mas extraño. -Me reiría con ganas pero tenemos que irnos ya.- Dijo ya menos cabreado, con una sonrisa aliviada.

☆☆☆☆☆

-Tenga un buen viaje señorita Cot.-

-Me pregunto si las mejillas no le duelen de tanto sonreír.- Le dije a Emerson mientras nos alejábamos de 'la chica siempre sonriente'.

-Probablemente si, por eso yo sonrío de un lado y luego del otro, para alternar el trabajo.- Fruncí el ceño y mi cara decía 'eso no dio gracia.' 

-¿Los demás ya han embarcado?- Seguro que sí, pero debía preguntar igual.

-Damon llegó con Matt hace una hora, después yo, así que facturamos en ese momento. Kat no mucho después y Luke hace 20 minutos, creí que no vendría. Ya estaba planeando escribirle que si no venía quería mi reembolso por el billete no usado.- Dijo en tono 'estoy forrado en pasta, pero si pierdo dinero de forma absurda te lo hago pagar'.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2018 ⏰

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