- ¡Min Yoongi, ya es mediodía, es hora de levantarse! -
Pude escuchar el grito de mi madre que venía desde el primer piso de la casa. La verdad es que era mi despertador personal, ya que ni relojes ni alarmas funcionaban. Siempre había sido lo mismo, un grito y era capaz de levantarme, pero ningún otro ruido lo conseguía. Quizás se debía a lo somnoliento que era, pero si mi punto débil llamaba por mi, no había forma de que no me pusiera en movimiento. Me levanté, dejando de lado el libro que estaba leyendo desde que había despertado para poder matar tiempo, o eso quería creer por lo menos, me puse mi pantalón de buzo y descendí lentamente, rascando mis ojos suavemente para que éstos se acostumbraran a la luz que entraba por las ventanas de las habitaciones. Como cada día, me dirigí hasta mi mamá y le di un fuerte beso en su mejilla, para luego decirle buenos días y sonreír; quizás chicos de mi edad no harían eso, lo considerarían algo demasiado infantil, pero para mí era mi vitamina, lo que me hacía afrontar cualquier desafío que tuviera por delante.
Una vez en la mesa, encendí la televisión para poder ver las noticias locales, tratando de despertar completamente, ya que en dos horas debería de ir nuevamente a trabajar. Si, trabajar, ¿Acaso pensabas que estudiaba? ¡Qué va! Mis estudios siempre fueron algo delicados, pero luego de la muerte de mi padre tuve que abandonar la escuela para poder ayudar a mi mamá con los gastos del hogar, y, aunque ella se rehusó en un comienzo, comencé a ser un mesero en una pequeña cafetería y pastelería que se ubicaba cerca de una casa de estudios perteneciente a la Universidad de Seúl, y la verdad es que no se quejaba: el ambiente era grato, los empleados no lo molestaban y con eso el era muy feliz, los clientes siempre pedían que él los atendiera, y, a pesar de que ganaba la mayor parte de las propinas, su jefe y empleados lo respetaban porque siempre la dividía entre todos para que tuvieran un pago justo. Quizás nunca fue parte de su plan, pero era algo que le encantaba, y que le continuaba sorprendiendo.
Una vez dejé de estar encerrado en mi mente, me di cuenta que mi madre ya había puesto un plato frente a mi: tiras de tocino y huevos revueltos con dos rebanadas de pan tostadas, además de un café americano para recargar mi energía. Luego ella se sentó frente a mi con su ensalada de frutas y su vaso de agua usual, y comenzó a mirarme detenidamente, sin saber por qué.
- ¿Sucede algo? - Le pregunté, para romper ese silencio que comenzaba a incomodarme poco a poco.
- La verdad si. Estaba pensando en cuánto amas cocinar y en tu sueño de ser un repostero profesional, y la verdad es que...-
- Mamá, ya hemos hablado del tema. No es posible que haga eso, necesitamos el dinero de mi trabajo sumado al tuyo para poder vivir como lo hemos hecho hasta ahora. -
- No, eso no es cierto. Quería sorprenderte para tu cumpleaños, pero considerando que hoy es el último día de inscripción en la universidad, decidí adelantar todo. -
- ¿A qué te refieres? - La miré con demasiada confusión, sin saber qué era lo que estaba tratando de decir, mientras ella extendía un sobre hacia mi. Lo tomé, aún cuestionando toda la situación, y lo abrí. Ahí pude ver la gran cantidad de dinero que había, lo suficiente para poder matricularme y pagar todos los años de la carrera de gastronomía en el instituto profesional de Seúl. - ¿De dónde sacaste todo esto? -
- Ahorré un poco todos los meses desde la muerte de tu padre, y tus tíos y primos ayudaron con ello, tu hermano también aportó un poco, hasta que finalmente el mes pasado conseguimos conseguirlo todo. Es para ti, queremos... no, quiero que sigas tu sueño, que me enorgullezcas siendo el mejor repostero del mundo, como siempre deseaste. -
Terminó de decirlo con una sonrisa llena de orgullo en su cara, y yo simplemente le respondí con otra, mientras sentía como un par de lágrimas se deslizaba por mis mejillas. No podía creer que me hubiera ocultado esto todo este tiempo, pero sabía que lo hizo con la mejor de sus intenciones. Me levanté de mi lugar y me apresuré a abrazarla, dándole las gracias por esto y por todo lo que había hecho por mi durante todo el tiempo desde que papá había fallecido, no podía explicarle lo muy agradecido que estaba. Tomé el dinero y, despidiéndome de ella, corrí a ponerme mi chaqueta negra y zapatillas para dirigirme inmediatamente hacia el instituto, no podía perder más tiempo, luego arreglaría los horarios de trabajo con mi jefe y le explicaría todo lo que había ocurrido en la mañana.
Mientras salía de mi casa a toda prisa, choqué con una persona sin darme cuenta, ante lo que pedí disculpas y continué mi recorrido. Aunque me causó algo de extrañeza, ya que ni siquiera se inmutó por lo ocurrido, pero yo continúe con mi viaje, sin prestar mayor interés en lo ocurrido. Cuando estaba a medio camino de la parada de autobuses, un mensaje llegó a mi teléfono, probablemente mi madre para decirme lo feliz y orgullosa que estaba de que finalmente siguiera mi sueño y pasión, pero cuando leí el mensaje me llené de curiosidad sobre lo que estaba escrito:
Mensaje entrante – número desconocido
12:47 P.M
Hola Yoongi, quizás tu no sabes quién soy pero yo sé a la perfección quién eres tú. Dirígete inmediatamente a la dirección indicada en la foto adjunta, no te demores.
Al leerlo, tuve la intriga de querer ir hacia esa dirección, sobretodo considerando que hace ya un año llevaba sin ir hacia ese lugar, un lugar que era sumamente anhelado por todo mi ser. Pero tuve que rehusar la intriga y continuar mi camino, las matrículas ya estaban por cerrar, y no podía dejar a mi madre perdiendo su esperanza por mucho más tiempo. Cuando ya era la una con diecinueve minuto finalmente llegué hasta el instituto, justo a tiempo para poder completar todos los formularios necesarios y realizar el pago para ser aceptado como un nuevo estudiante. Recibí una carpeta con toda la información necesaria, me despedí respetuosamente, y comencé a emprender mi camino de vuelta a casa, para poder mostrarle a mi mamá los planes de mi curso, mis horarios, absolutamente todo lo relacionado con la carrera y con mi felicidad. Descendí del bus, miré la hora y me di cuenta que ya eran las tres con veintisiete minutos, llegaría tarde al trabajo, pero, pensé, sería la primera vez que lo haría, por lo que cuando le explicara toda esta situación a mi jefe, me comprendería y, aunque me hiciera quedar a trabajar horas extras para cumplir con el horario establecido, me permitiría mantener mi trabajo, podría continuar mi felicidad para comenzar otro camino que la llene.
Entré a mi casa expectante, sólo para encontrarme con una imagen devastadora: Los sillones se encontraban completamente rasgados, la mesa de vidrio rota, los cuadros en el piso y rotos en distintas formas, el comedor completamente destruido, con los platos en el piso, el agua aún corriendo. No podía explicarme qué era lo que había ocurrido, pero de algo estaba seguro: tenía que encontrar a mi madre. Recorrí toda la casa, todas las habitaciones, y no había rastro de ella, era como si se hubiera desvanecido, o eso pensé hasta que llegué a mi habitación, y cuando abrí la puerta pude ver como todo estaba desordenado, como si un intruso hubiera estado buscando algo, y fue ahí cuando recordé que le dije a mi mamá que si algo llegaba a pasar se escondiera en mi habitación y me dejara alguna señal para poder encontrarla.
Al mirar bajo mi cama, encontré su delantal de cocina, aquél que había usado esta misma mañana mientras cocinaba, y tenía rastros de sangre, claramente la habían herido y ella había tratado de limpiarse para dejarme una señal: estaba en peligro, su vida estaba en grave peligro. Mi celular volvió a vibrar, por lo que miré inmediatamente qué era lo que había llegado, y, para mi sorpresa, mi mayor temor se hizo realidad:
Mensaje entrante – número desconocido
15:27 P.M
Creo haber sido lo suficientemente claro, te dije que fueras inmediatamente a esa dirección pero preferiste no hacerlo. Primer error, pequeño Yoongi, supongo que debo motivarte un poco más. Te repetiré: dirígete a la dirección indicada. Si no lo haces... Bueno, creo que tu madre tendrá que comprar otro delantal para limpiar la sangre de su rostro nuevamente. Obedece si es que quieres verla nuevamente.
Golpeé el espejo que se encontraba en mi cuarto, viendo como éste se despedazaba producto del impacto. Mi mano quedó adolorida y con leves cortes, pero eso ya no me importaba en absoluto, alguien estaba jugando con lo que más apreciaba en su vida, con el último bello recuerdo que tenía de su familia feliz. Gritó, una exclamación gutural que le hubiera partido el alma a cualquiera que lo escuchase, y comenzó a correr hacia la parada de autobuses para ir hacia el lugar que se le había señalado con un solo propósito: matar a aquél que estuviera haciéndole daño a su madre...
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El juego mortal: Sin salida
FanfictionCreían que todo era una simple broma, que alguien quería ver cómo ellos perdían la razón sin sentido alguno, era su esperanza. Sin embargo, al llegar al nuevo punto de encuentro, los siete chicos se dieron cuenta que esto no era una broma, era un ju...