Único

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(YoonGi es menor que Hoseok)
(Sexo muy explícito)
(MUY explícito, al menos lo más explícito que escribí yo en mi vida ke wuewuenza wey)
(Cosas de omegas y alfas)

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YoonGi sacó aquella vieja y desgastada billetera de su bolsillo trasero bajo la atenta mirada del recepcionista detrás del mostrador, quien al mismo tiempo era también su mejor amigo con un uniforme rosa pastel y una insignia que citaba: Park Jimin, en el lado derecho de su pecho.

Aquél omega de cabello rubio y bonitos labios esponjosos conocía exactamente al pie de la letra cada uno de los miles de problemas que traía consigo el pelinegro, su amistad comenzó a los once años cuando curioso por el pequeño que se orgasmeaba en el patio trasero de su vecino, el aún más pequeño omega, se acercó hasta él para preguntarle qué le sucedía y qué era ese aroma tan agradable que salía a borbotones de su persona, desde ese momento se declararon mejores amigos para siempre y en la actualidad, con veinte y diecinueve años, y un departamento compartido mantenían en pie esa misma idea, unidos en las buenas y en las malas, pero había un pequeño problema y es que YoonGi últimamente solo le estaba dando de las malas a Jimin y se sentía culpable, más aún cuando este se quedaba y sufría lo que él sufría para no dejarlo solo, lo odiaba, odiaba sentirse como una carga para su mejor amigo, lo detestaba.

Por ello cuando abrió su billetera y vió que en su interior no había ni un solo billete se sonrojo muy fuerte y miró apenado la mano extendida de su amigo quien esperaba el dinero tranquilo, fueron solo segundos de esa avergonzada mirada lo que necesito Park Jimin para comprender el problema inicial, poniendo una mueca que denotaba su preocupación pero que al mismo tiempo reprochaba su situación, se acercó hasta la pequeña compuerta en la barra que separaba al cliente del trabajador y dejó que YoonGi pasase para que lo acompañara a su lugar detrás del mostrador y así poder hablar directamente y más tranquilos, sin antes cobrar sus pedidos a los pocos clientes que hacían fila detrás de su amigo, ni bien hubo terminado se dió la vuelta y encaró al omega pelinegro que miraba al suelo y movía su pié de manera inocente como si se tratara de un niño a punto de recibir un regaño.

Jimin suspiró, sintiendo como su corazón se ablandaba, y sacó su propia billetera del bolsillo de su uniforme para dejar el total del costo de su cono de helado en la caja registradora para con ello saldar la cuenta pendiente, YoonGi levantó la mirada y observó aquél gesto un poquito más animado.

— Te lo voy a pagar, Jimin —se apresuró a decir al ver aquella mueca de preocupación tan molesta en el bonito rostro de su amigo.

— Sabes que no me molesta el dinero, Yoon —Jimin se acercó lo suficiente para estirar el brazo y apoyarlo en su hombro como una sutil muestra de afecto y apoyo—, te pagaría mil y un helados porque eres mi mejor amigo y siempre que pueda te daré una mano sin pedir nada a cambio, pero sabes que no siempre podré.

YoonGi bajó la cabeza, avergonzado, miles de emociones entre angustiadas y comprensivas molestaron en la nariz de Jimin, molestaron porque odiaba que su más grande amigo estuviera pasando por una situación económica tan difícil de sobrellevar y que su único apoyo fuera él quien tampoco se encontraba en su mejor momento, porque si YoonGi caía él también caería al intentar levantarlo, y necesitaba a YoonGi en perfecto estado para poder continuar.

— Diablos, ni siquiera puedo pagarme un mísero helado por mi propia cuenta —sus ojitos se cristalizaron y toda su carita pálida se vió como la de un niño frágil y llorón.

A veces daba la impresión de que el más pequeño en realidad era YoonGi, quien con sus veinte años necesitaba más cuidados y atenciones que él mismo quien portaba diecinueve años recientemente cumplidos.

Orgasmos espontáneos •YoonSeok•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora