I. Todas las cosas llevan tu nombre

6 0 0
                                    

Empecé el año en un antro cualquiera, lleno de botellas de dudoso contenido. Con ilusiones renovadas y poco dinero en la cartera. Andando descalza por las calles empedradas, dedicándole una oda a lo prohibido. Aquel amanecer no lo contemplé contigo, pero la brisa consiguió estremecerme, se disfrazó de ti para poder susurrarme al oído. Como siempre hacías en los días más tristes para el cielo. ¿Para qué esperar a que estalle la tormenta? Si podemos provocar hasta el más fuerte terremoto. De epicentro mis latidos, cargados de electricidad tus labios.

Ayer estuve en un lugar maravilloso, por todas partes colgaban sueños. Tímidas sonrisas se escondían bajo espuma de cerveza. Alguien, a lo lejos, recitaba versos realmente hermosos. Era el templo de los amantes del diseño, el sitio perfecto para perder la cabeza. El nombre parecía sacado de uno de los textos que no podías evitar escribir al escuchar 'Never mind'. Pero a mí me importaba demasiado. Tanto, que pensé en robar esas luces de colores, para que no pudieras evitar llamar hogar a mi pequeño refugio y no descubrieras que se había apagado la mía para siempre, junto con parte de la esperanza. Porque aún sigo dentro del túnel.

Abril trajo consigo experiencias fascinantes. Un sueño cumplido, el mundo a mis pies. Castillos de leyenda, ciudades que nunca duermen. El miedo a volar sola y no verte más, el reencuentro en tierra firme que nunca se produjo. Qué guapos eran los chicos holandeses, me recordaban tanto a ti. Como las luces que se encienden cuando Polonia duerme y el gran Pete Doherty alza la voz. Tú desvariando en tu habitación, bailando al compás con tu vida acorde. Yo y mi litro de 'Glückwein' en un rincón, bebiendo para tener fresco el recuerdo de tus dedos recorriendo el reborde de mis labios. Húmedos. Sedientos. Implorantes.

Y cuando el paso del tiempo tiña de plata mis cabellos, cuando en mi rostro se refleje la huella de penas y alegrías, solo entonces, cuando la memoria ya no sea de fiar, volveré a desempolvar esas viejas cartas que te escribía cuando no me dejabas cerrar los ojos, esa foto que me diste porque parecías un actor de cine, aunque a mí solo me importase el fascinante mundo que se escondía tras tus pupilas. Porque en toda una vida no podré olvidarte, espero que puedas quedarte. Porque ningún día dejaré de soñarte, y ya ni hablemos de las noches. Porque todas las cosas llevan tu nombre. Porque solo con mirarme alteras mi desorden.

Sacando a pasear a mis fantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora