CAPÍTULO 7.

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-¿Por qué? -preguntó Kouki.

-¿Por qué, qué? -inquirió Seijuuro.

Ambos estaban en la habitación de Akashi estudiando para los exámenes, aunque luego de leer tantos apuntes y remarcar con marca textos un par de líneas de los párrafos en sus libros habían decidido descansar un poco con algo de comida chatarra.

-¿Por qué nos escondemos de nuestros amigos? ¿No sería más fácil decirles de lo nuestro y ya? -hablaba el cachorro más para sí mismo.

-¿Quieres que les digamos?

-Sí. Si tú también estás de acuerdo me gustaría hacerlo.

Akashi le miraba mientras su mente pensaba con rapidez, una de las ventajas de dar a conocer su relación seria que los milagros ya no estorbarían en sus citas de las cuáles por alguna extraña razón tenían conocimiento. Las desventajas serían las citas grupales, con todos reunidos Kouki no le pondría tanta atención, en especial con el pegajoso de Takao a quién le encantaba el contacto físico con los demás sólo para molestar a Midorima, cosa que no funcionaba pero lo hacía.

Y si Takao se enterara de que no le gustaba compartir al chihuahua con más razón estaría pegado a Furihata. De tan sólo pensarlo rompió su bolígrafo con una sola mano alertando a Kouki.

-¿Estás bien Sei?

-Sí. ¿Realmente estás seguro de querer decirles?

-¡Sí!

Y aunque Seijuuro no quisiera, simplemente no podía negarse a la carita que ponía Kouki a propósito para conseguir algo. Sonrisa encantadora, ojos brillosos y anhelantes. Estaba a total merced de ese chico.

-De acuerdo.

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Ganaron.

Vencieron a Jabberwock y demostraron que los japoneses podían ser el equipo más fuerte de básquetbol si se lo proponían. Vorpal Swords estaba eufórico al igual que todo Japón. Celebraron toda la tarde  y al llegar la noche, cada quién volvió a su respectiva casa, todos pensaron que Seijuuro hizo lo mismo, sin embargo él ya había quedado para dormir en la casa de alguien más.

La casa de Kouki era pequeña pero le brindaba cierta sensación de comodidad. Esa noche estarían solos, el hermano mayor de Furihata se fue con unos amigos de viaje y sus padres salieron  a celebrar su aniversario y regresarían hasta la tarde del día siguiente.

Ambos adolescentes pensaban festejar la victoria del partido con comida chatarra, pastel y videojuegos. Ese era plan inicial hasta que cierto inconveniente interfirió. Esa noche llovió, hubo relámpagos y truenos que ocasionaron la falta de luz.

Furihata buscaba por la casa unas velas, que no recordaba en dónde las guardó su madre. Akashi le ayudaba a buscar en el primer piso mientras él estaba en el segundo, sintiéndose como un mal anfitrión.

-¡Ya encontré las velas Kouki!

Tratando de no verse tan desanimado fue con paso veloz a la primera planta, bajaba por las escaleras cuando un relámpago iluminó toda la casa, el susto  provocó  que cayera,  arrastrando a su invitado que se encontraba en los primeros escalones.

Su cuerpo no sufrió de mucho daño además de que se encontraba sobre algo que él percibió agradable. Tardó un poco en reaccionar para darse cuenta que estaba encima de Akashi, además de que sus bocas estaban unidas.

Un nuevo relámpago iluminó la casa, Furihata se despegó de los labios del otro avergonzado, pero aún sin quitarse de encima.

-No sabía que eras del tipo atrevido -bromeó Akashi.

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