Capítulo 4. Sección Deportes/Espectáculos.

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Al cruzar la puerta me encontré en un Estadio y para mi sorpresa no estaba sola.

Era la primera vez, desde mi estadía en el laberíntico libro, que me topaba con otro ser humano. Un muchacho que aparentaba casi mi edad, aunque los años se desdibujaban cuando eras un completo Adonis.

Intenté preguntarle si él también había sido abducido por el libro y estaba atravesando las diferentes pruebas para salir de allí, entre otras cosas, como su nombre y su estado civil. Pero el joven, cual estatua, se limitó a ignorarme. Tenía los ojos puestos en un punto fijo al final de la pista, donde era evidente, debíamos competir.

Antes que mi móvil empezara su familiar movimiento vibratorio, lo tomé y leí las indicaciones para aquella sección:

"Supera el pentatlón y sigue avanzando."

"¡Claro, y lo dice tan fácil! Se nota que no ha prestado ni mínima atención a mis prioridades en la vida" Pensé.

—¡Hello libro! Soy una bibliotecaria, no una atleta. Mi único ejercicio es el mental—bufé, y una vez más fui ignorada, ahora por un ente diferente.

Una fuerte chicharra sonó y agradecí que no iniciara la carrera con la melodía de "Magic Dance" (porque ya se me había pegado y la había estado tarareando mentalmente en todo momento)

El "Chico Estatua" se puso rápidamente en posición, lo mismo que yo y al segundo pitido, iniciamos la carrera.

En mi defensa diré que perdí esa prueba de velocidad porque tengo las piernas más cortas y aunque mi resistencia era mejor, ese último metro de ventaja lo ganó el "Chico Adonis" por la increíble longitud de sus fornidas piernas.

"En fin, con suerte le ganaré en la lucha. Ja."

"El salto de longitud, tiene que ser mío." Pensé, mientras estiraba mi cuerpo adolorido.

El "Chico Estatua" (establecido que ese apodo le sentaba mejor) tenía un golpe tan duro como el mármol, y la sensibilidad de una piedra, por lo que no tuvo consideración de mi condición de fémina y resulté noqueada a la primera.

Pero en esta prueba saldría victoriosa, aunque tuviera que serrucharle esas piernas.

Fui la primera en saltar y me quedé azorada por la longitud alcanzada. ¡Seis magníficos metros! Había batido mi propio record. (Descartando el hecho de que era mi primera vez en eso)

—Supera eso, "Chico Mármol"—presumí, mientras él se preparaba para la carrera previa al salto.

Para mi mala suerte, había igualado la record. Aunque de haberlo superado ya sería el ganador.

Nos tocó a ambos repetir el proceso.

Esta vez, ya no hubo siquiera viento a favor que me ayudara, y los efectos de la lucha me pasaban mayor factura.

Hice cinco metros.

Estaba resignada a perder y retroceder en el laberinto, cuando por primera vez el destino pareció sonreírme.

El muchacho era largo, y por ende muy patoso.

En el último momento trastabilló con sus propios pies y su salto fue de apenas un metro ochenta. Toda la longitud de su cuerpo tendido en la arena.

Eso me daba mi primera victoria y una selfie con el desgarbado cuerpo del ex Adonis, de bruces al suelo. (No podía perderme eso)

En la jabalina también resulté invicta.

Ni yo hubiera pensado que tenían tanta fuerza e impulso mis escuálidos brazos, peso así era. (Posiblemente sacudirlos de aquí para allá en la clase de zumba me había dado algún mérito)

En ese momento ambos estábamos empatados y preparándonos para la competencia final: lanzamiento de disco.

Mi corazón latía apresurado y mi adrenalina se había disparado. Me sentía enérgica, además de animada por dos consecutivas victorias.

En cuanto a él, no sabía si la derrota lo había cohibido o si su energía tenía un periodo de caducidad limitado, pero ya no se lo veía tan vigoroso.

Sin embargo, logró sacarme una gran ventaja que no sabía si podría superar, pero en mis últimos tiros lo hice.

¡Por increíble que pareciera, había logrado vencerlo!

Luego de un exacerbado festejo (no todos los días puedes presumir de ganar un pentatlón), y de afectuoso beso de mi parte (como premio consuelo) algunos laureles y abucheos de la audiencia y demás galardones imaginarios, me dispuse a atravesar como toda la "champion" que era, la puerta hacia la quinta sección del laberinto.

Dentro del LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora