II.

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Aquellos sollozos alertaron cada uno de los sentidos de YoungJae, haciendo que su cuerpo temblara y un escalofrío recorriera su espalda, estaba oscuro y los faroles comenzaba a iluminar la ciudad, dando la suficiente visión para percatarse de una silueta, una espalda ancha, cabello negro, al parecer temblaba.

-D-Disculpe, ¿está bien?- Tartamudeó ligeramente, una pregunta bastante idiota, considerando lo que había visto antes.
No obtuvo respuesta, sólo escuchó un llanto más fuerte, desgarrador, lo que llevó a YoungJae a posar su mano al hombro de aquel desconocido, de quien segundos después escuchó susurrar.

-Ayúdame.- Y luego de ello cayó contra la acera en un desmayo, a lo cual el chico de píe reaccionó a poner su mano rápidamente en su cabeza para que no se golpeara, buscando cargarle como pudo y tras mucho esfuerzo llegaron al departamento, dejándolo con cuidado en la cama, retirando sus zapatos y colocando una manta sobre él pues aquel cuerpo estaba totalmente frío y tembloroso, YoungJae tenía más que claro que lo que hacia era peligroso y muy extraño para la sociedad en la que vivía, lo común hubiese sido que las personas pasaran al rededor de aquel chico y lo dejaran morir o simplemente terminar su cometido pero YoungJae jamás dejaría de hacer ello.
Con todo lo ocurrido el hambre se había esfumado, simplemente se había ido y tras ese ataque de adrenalina toda la energía que había recuperado durmiendo había sido ocupada por lo que no tardó en dormirse a un lado de aquel joven, en el suelo y con un brazo en la cama y su cabeza sobre él.

Durmió apenas cinco horas y a una vez despertó lo primero que hizo fue llevar su mirada a aquella figura, lo primero que notó fue el horrible dolor en su cuello y en el resto de su cuerpo por la posición en la que había dormido, lo segundo fue que el desconocido temblaba aún más que cuando llegó, sus manos estaban blancas, sin embargo sus mejillas y parte de su cuello  se encontraban rojizas, el chico estaba siendo más fiebre que persona.
YoungJae no tardó en levantarse rápidamente por un termómetro para poder tomar su temperatura y un par de paños fríos, colocando uno en su frente luego de que el termómetro diera un número: 39,2ºC.
La desesperación recorría el cuerpo de YoungJae, no sabia si recurrir a un médico o seguir cuidando de él, no podía hacerlo de todas maneras, ya era lunes por la madrugada, debía trabajar.

-Oh, vamos, ¿qué haré con usted? Por favor, ya despierte.- Estúpido, así se sentía el ahora enfermero de ese desconocido quien tomaba un paño con agua fría para pasarlo por los resecos labios del chico en busca de hidratarlo aunque sea un poco, en ello pudo notar las heridas en los labios de este un par de heridas y un hematoma bastante prominente en su mejilla. Ahora sumado a la desesperación se añadía el miedo.

-¿Quién demonios eres?- Susurró para sus adentros, ahora sí que se arrepentía aunque fuese un poco pero ya estaba hecho.

Se levantó con algo de cuidado para ir a la cocina, sí, su estomago rugía, no había comido en todo el día por lo que un par de galletas saciaría al menos por un rato el hambre que sentía y la de coco, quien por todo lo ocurrido también había perdido su cena.

La tranquilidad se fue cuando el chico en la cama de pronto comenzó a gritar dejando las galletas tiradas y a merced del pequeño y peludo animal quien no perdió oportunidad alguna sin prestar mucha atención a los gritos provenientes de la habitación, caso completamente distinto al de Youngjae quien trató de calmar al chico con todo lo posible, gritos, palabras de aliento hasta que no halló nada mejor que comenzar a cantar una canción, aquella voz vibrante resonaba en la habitación y pronto hizo que el joven se calmara, la noche sin duda iba a ser larga, Youngjae y el desconocido, Coco y las galletas.

Al día siguiente, nuevamente con un dolor horrible de espalda YoungJae fue despertado por aquella ruidosa alarma la cual trató de apagar sin que el chico en la cama se despertara, cosa que no logró pues lo primero que vio fue a este sentarse torpemente, su mirada estaba perdida hasta que encontró el rostro sorprendido de YoungJae, ambos lo estaban y quién no, dos desconocidos uno sin tener idea de donde estaba y el otro curioso por la identidad del contrario.

-¿Dónde rayos estoy? ¿Quién eres? Oh mierda, ¿Tuvimos sexo?- Fue lo primero que salió de la boca del extraño, quien verificaba su traía puesta su ropa, encontrándose con aquellos paños húmedos que había utilizado Youngjae para bajar aunque sea un poco su fiebre.

-Estás en mi apartamento, soy Choi YoungJae y no, no tuvimos sexo, hubiese sido mejor que la pésima noche que me hiciste pasar... Oh, ¡no, no! ¡Santa mierda!- Fue lo único que pudo decir luego de notar la hora y que no estaba en el trabajo, tomando su celular inmediatamente para notificar que no podría ir, solicitud que fue aceptada inmediatamente pues Jae no era alguien que faltara al trabajo, cosa que le alivió bastante, lo suficiente para ver nuevamente al chico.

-Ahora sí, ¿tú quien eres?- No iba a preguntar de inmediato que hacia anoche pues era obvio y de seguro no querría contarle pero se empeñaría en saberlo, de todas maneras quería saber del chico y saber si a pesar de todo iba a poder seguir ayudándole en algo, por más tonto que pudiese ser, no iba a permitir que llegara a realizar su cometido de aquella noche en un futuro cercano.

-Oh, Choi YoungJae, me llamo JaeBum, Im JaeBum, un gusto, supongo.- Al menos ahora sabían sus nombres, pasando de ser el enfermo y el enfermero, el par de desconocidos a YoungJae y JaeBum, bueno, seguían siéndolo pues no sabían nada del otro sin embargo el conocimientos de sus nombres al menos era un paso.

Strange | 2Jae.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora