Prólogo

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A veces, solía sentarme en aquel pequeño banco de madera del parque a observar a la gente que pasaba por aquella oscura callejuela. Y me era inevitable imaginar cómo serían sus vidas. Me escondía debajo de la capucha de mi sudadera y pasaba las horas analizando cada paso que daban. 

Algunos iban vestidos de traje y llevaban un gran maletín negro mientras miraban apurados sus caros y llamativos relojes; otros iban en pareja; o incluso simplemente paseaban solos tarareando su canción favorita. Todas esas personas tenían una vida que yo desconocía, tenían secretos, tenían inseguridades, y, tenían miedos.

Los miedos son algo tan subjetivo que es totalmente imposible predecir cuál se esconde en la mente y el corazón del que pasa a tu lado. Para algunos significa superación, poder, pero para otros es una atadura, que los persigue y los atormenta continuamente.

 A todos nos definen nuestras experiencias, nuestros pensamientos y nuestras sensaciones, y estas pueden llevarnos al éxito, a lo más alto, o, por el contrario, a lo más bajo del escalafón humano. 

¿Os imagináis una persona cuyo miedo fuese vivir? Que no tuviera siquiera las fuerzas de levantarse cada mañana porque le aterra saber que está respirando, que cualquier paso en falso puede significar la muerte. 

Sé que podéis pensar que eso es imposible, que quizás haya una posibilidad entre mil millones, pero, ¿y si os digo que yo soy así?, ¿os lo creeríais?

Miedo A PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora