Os mentiría si os dijera que soy una persona social, alguien a quien le gusta relacionarse o ir a conocer el mundo. Mis únicos refugios eran aquel banco y la cálida capucha de mi chaqueta. Ellos me mantenían aislada, nadie sospechaba nada.
La verdad es que era demasiado peligroso para mí salir, demasiado peligroso también para los demás, pero quedarme en ese sótano todo el día me acabaría volviendo loca. Aunque, a veces temía que hubieran descubierto cómo soy ,lo que soy. Sabía que meses atrás habían empezado a perseguirme, a observarme, y que si dejaba algún rastro de mi presencia podían encontrarme y llevarme con ellos. No cabe un ser humano diferente en la sociedad perfecta e ignorante que han creado.
Pero, yo misma sabía que no podía esconderme para siempre. Por ello, tras un tiempo, simplemente ocurrió.
Me aterra recordarlo, todo lo que tuve que sacrificar para escapar. No iba a dejar que me convirtieran en uno más de sus deshechos.
En su querida y desgraciada sociedad no había sitio para personas que no tuvieran futuro, que fuesen débiles. Pero no solo eso, claramente tampoco había un hueco para aquellos que se interpusieran en su camino, en medio de su macabro objetivo. Resulta más sencillo quitar de en medio a aquellos que sabes que pueden lograr un cambio importante, un cambio que no les conviene, antes que perder su poder. Eso supondría un avance real en la sociedad y el fin de Amy Davis.
Yo tenía algo que ellos querían, sabía algo que podía acabar con ellos.
Hace unos dieciséis años el rey fue asesinado por una serie de hombres que se adueñaron del país. Su líder, Amy Davis, trajo consigo un arma y un sistema más potente que cualquier ejército. Convencieron a los ciudadanos de que llegaron aquí para sacarnos de la miseria, que aquel nuevo comienzo significaría un paso adelante para la población.
Yo aún estaba en el vientre de mi madre cuando ellos se trasladaron a una casa aislada en mitad de la nada. Cuando fui creciendo me di cuenta de que siempre estaban muy ocupados con lo que supuse que era su trabajo, no tenían tiempo para nada y apenas dormían. Estaban continuamente procurando hacer el mínimo ruido posible y de noche ni siquiera encendían las luces. Sin embargo, nunca querían contarme lo que andaban haciendo o simplemente me ignoraban si preguntaba por su comportamiento.
Entraban y salían de una especie de oficina que tenía mi padre a la que nunca me dejaban entrar. Apenas los veía para comer y los recados llegaban automáticamente cada domingo desde algún lugar que yo desconocía. Por otro lado, yo no conocía otra realidad, por lo que aquello no me resultaba extraño ni incómodo. Era mi casa, y aquella, por muy distante que fuera, era mi familia.
Pasé quince años allí sola, sin amigos con los que jugar ni ningún otro contacto. El día de mi quinceavo cumpleaños mis padres decidieron confesarme algo que, según ellos, era de alta importancia que no contara a nadie. Me sentaron en nuestro mullido sofá y me miraron fijamente. Yo estaba muy nerviosa, nunca se habían dignado a responder a mis preguntas y aquel día parecía que por fin iba a saber qué estaba pasando. Por la forma en que se miraban a cada rato y se cogían las manos sabía que no se trataba de nada bueno y que ni siquiera sabían por dónde empezar a contarme todo lo que habían estado guardando por tantos años.
Por fin mi padre, después de aclararse la garganta un par de veces, comenzó a relatarme todo lo que había ocurrido con el rey y el gobierno años atrás, como si de una historia de terror se tratase. Yo ya había leído muchos libros de historia y me pareció una guerra más como cualquier otra, pero cuando se adentraron en detalles de lo que esa mujer pretendía hacer con la humanidad fue cuando entendí que, Amy Davis, no era quien todos pensaban que era. Y que aquello, era más que una guerra.
Ella y sus hombres tenían a la gente bajo su completo control, pero ellos no se percataban de nada, la mayoría andaban cegados por el poder que Davis le había concedido, y al resto ni siquiera les importaba quién gobernara el país.
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Miedo A Perderte
Teen FictionLas personas a lo largo de nuestra vida presenciamos experiencias que pueden llegar a causar que grandes miedos nos consuman. Miedos, que quizás uno mismo no es capaz de enfrentar. Miedos, que pueden convertirse en tu mayor enemigo, en tu mayor pesa...