Mi cabeza retumba y varias voces resuenan en mi mente, una más que otra. Un zumbido adormecedor me perturba repetidas veces. Siento mi muslo derecho chocar contra algo duro y pétreo. Consigo distinguir una voz grave en el entorno. Una voz de hombre, potente e impetuosa. Me mantengo petrificada en el suelo frío -y probablemente aislado- con la respiración por completo inaudible, y mi labio inferior derramando hilillos de sangre.
No puedo ver nada con nitidez. Distingo relieves y formas, personas discutiendo e ignorando por completo mi cuerpo "inerte" Hay una voz cálida y cautivadora, y la otra tenaz y muy intimidante.
¿Donde estoy? ¿Comisaría, quizá? Siento la voz grave acercarse a mi, y cogerme en brazos sin ningún tipo de cuidado. No conseguía entender la conversación que estaban llevando a cabo. Sin percatarme de mis actos, abrí los ojos sin poder aguantar más. Acto seguido, el chico que sostenía mi débil cuerpo, lo dejó caer con amplia extrañeza en su rostro. Me miró con asco, y después se dirigió a otra persona, apoyada en la pared.
-¡Te dije que no estaba desmayada! -Gritó el mismo chico, haciendo resonar su voz en el cuarto. O cualquier lugar donde estuviese metida. No les pude ver la cara a ninguno, ya que se cubrieron con un pasamontañas -con ojos al descubierto- nada más ver que yo había abierto mis párpados. El individuo se puso de cuclillas a mi lado, y me miró serio con gran detenimiento, examinando mi cuerpo desde la cabeza a los pies. Al llegar a inspeccionar la zona baja de toda mi anatomía, se dibujó en su rostro una sonrisa cínica, perversa y dañina para mis ojos, que aunque a penas había luz, pude notar notable y previamente. Me temía lo peor de ese elemento asqueroso, que me observaba con deseo dichoso de probarme. Me dieron arcadas y me giré repentinamente a un lado para escupir. En todo momento no había dicho ni una sola palabra. No me atrevía ni si quiera a respirar profundamente delante de ese asqueroso animal.
-Déjala en paz. ¿Más víctimas? Que comparta celda con Cass. -Dijo el otro chico. Su voz era seductora. Tan seductora, que me entraron escalofríos al oírle tan de cerca.
-Cállate, ¿Quieres? -Rugió el perturbado.
Me arrastró por las muñecas hasta otra zona, aún más fría que la primera. Ahí si que pude distinguir mejor las sombras y figuras. Era un lugar húmedo y terriblemente sucio. Las paredes estaban agrietadas y el suelo frío, y con partes pegajosas. También había goteras, y un bebedero con agua turbia que a su lado lo acompañaba un cuenco con trozos de pan duro. Me fui fijando en todos los detalles de aquella horrorosa celda, parecida a un pequeño infierno, al que estaría condenada... ¿Cuánto? No lo sé.
Acabé por examinar un último rincón a la izquierda. Pude ver a una chica en una esquina, sentada frente a la pared, abrazándose las rodillas. Estaba desnuda y temblando, mientras sollozaba. Tenía miedo, pero aún así me acerqué a ella para tranquilizarla.
-¿Eres... Cass? -Dije amablemente, poniéndola una mano en el hombro.
-Yo-yo.. no.. -Dijo intentando sonreír, aunque era evidente que no se encontraba en un buen estado anímico. Solo era una sonrisa entristecida, con lágrimas oscuras, derretidas por sus mejillas.
-Yo...quiero ayudarte -Dije con pena. Ella me devolvió una mirada impropia de alguien con la cabeza en su sitio. Una mirada ida y una sonrisa maníaca y digna de una lunática. Empezó a reír a carcajadas con los ojos en órbitas, y un tic nervioso en uno de ellos, al igual que en su mano, la cual estaba arrastrando desde el suelo hacia mi.
Me quedé en shock y me entró un pánico horrible. Instintivamente di un par de pasos hacia atrás, y alguien me tiró del brazo hacia la izquierda. Caí al suelo.
-Sssh.. no te acerques a ella. Le queda poco. -Me dijo una voz femenina. Me levanté sacudiendo mis manos y pude ver a una chica de mi edad, con una melena mediana pelirroja, de ojos azules, como una flor borraja, y piel pálida. Me fijé mejor en su rostro. Tenía una cicatriz aparentemente grande que le crecía desde la comisura del labio izquierdo, hasta la esquina de la mandíbula.
-Me llamo Cass -Me dijo con una sonrisa debilitada, y una voz frágil.
-Yo Wanda. -La respondí, intentando sonreír, cosa en la que fracasé.
-Siéntate. Te explicaré todo. - Me senté y respiré hondo. Cass me observó un par de instantes y miró a ambos lados con preocupación. Después me miró a mi y sacó de su bolsillo trasero un pañuelo. Me estaba empezando a doler la cabeza.
-Tu herida... esta sangrando -Me puso el pañuelo rápidamente en la ceja, y apretó. Yo se lo agradecí y después la volví a mirar, esperando explicaciones.
-¿Como has llegado aquí? -Esa pregunta no era la que me esperaba. Tardé un par de segundos en responder.
-No lo recuerdo con certeza...pero, creo que pasé por un callejón..olía bastante mal. -Me sujete la cabeza y cerré los ojos. -De repente me taparon la boca con un trapo, y el fuerte olor me dejó inconsciente. Después desperté aquí. -Suspiré aún con los ojos cerrados.
-Esta bien, Wanda, respira. Estamos en un sótano. Esto es el sótano de una casa. ¿Donde vives?
-No lo se..
-¿No lo sabes?
-Me duele la cabeza...
-Vale, duerme un rato. No creo que vuelvan pronto. -Me tumbé en el suelo de lado. Antes de yacerme, pude susurrar una palabra que creo recordar que fue "Gracias". Luego, me dormí.
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Kidnapped.
AcakWanda Mackenzie es una chica de 15 años, vive en Bristol, Inglaterra. Vive con su padre Cooper y su hermano Nick, en un edifico tranquilo, situado en una zona pacífica de la ciudad. ¿Que le puede ocurrir a una chica tan común como lo es Wanda? Ser s...