CAPÍTULO 7

103 3 0
                                    

ANNABELLE


Hay una unidad de aire acondicionado zumbando en la oficina, y ese es todo el sonido en el mundo mientras trato de enderezar mi ropa. Mi blusa casi se encuentra sobre mi cabeza, y mi sostén está por encima de mis pechos, presionándolos y exponiéndolos, como si estuvieran en exhibición para él. Mi falda se halla levantada por encima de mi ombligo. La jalo hacia abajo a mis caderas, y acomodo mi sostén y mi blusa. Mis bragas yacen en el piso de cemento, un trozo de seda roja que él solamente... destruyó.

Mis manos tiemblan mientras me agacho para recogerlas.

Él se encuentra apoyado en el escritorio, solo mirándome. Mi mandíbula se tensa y puedo sentir que la presión crece detrás de mis ojos cuando recuerdo esa noche, hace tanto tiempo, en la fiesta de la casa. La forma en la que me llevó un paño.

Me muevo para meter la tanga en mi sostén, y él camina hacia mí, arrebatándomela antes de que siquiera baje el cuello de mi blusa.

—Mía —dice sin emoción.

Creo que puede que odie esto, el modo en que mis ojos se abren, la forma en la que me trago cualquier cosa que tal vez normalmente diría y solo dejo que las tenga. No es que quiera someterme tanto que pareciera que no puedo formar pensamientos coherentes en este pequeño cuarto. Él lo llena de un modo tan absoluto.

Mi mirada pasa sobre él, de arriba abajo. Soy como un programa de computadora entrenado para mapear el cuerpo de este hombre. Noto una cicatriz ancha en la parte posterior de su mano derecha, una cicatriz rosada reciente en forma de rayo justo por debajo de su mandíbula. Su rostro es diferente. Bueno, por supuesto. Puedo ver cada cambio, porque han pasado años desde que apareció en una revista o en la televisión.

De cualquier modo, se ha vuelto incluso más guapo. Más duro, sí, pero también ha engordado: sus pómulos son más altos, sus labios más cautivadores, sus ojos más oscuros, más astutos. Su cabello ahora se halla más corto, nada del que tirar.

Vistiendo su camisa y sus pantalones negros, luce como la parca. No del tipo hollywoodense. Todo acerca de su persona se ha vuelto más auténtico. Lo puedo sentir.

Aprieto mis labios y hago lo posible por apagar mis emociones. Si no lo hago, temo que lloraré.

—No sé si puedo hacer esto. —¿Por qué? Porque a pesar del modo en que me maltrató, mi cuerpo sigue anhelando el suyo. Una parte de mí desea subir de nuevo mi falda, acostarme en el piso frío, y dejarlo follarme hasta que no pueda ver bien. Pero la otra parte de mí... ¿la emocional? Esa parte quiere correr.

—Acabas de hacerlo —dice—. Le compraste el indulto de un día.

Pierdo la batalla con mis lágrimas. Llenan mis ojos y amenazan con resbalar por mis mejillas. Quiero decir ¿cómo es que te volviste de este modo?, pero es una pregunta estúpida. La prisión: esa es la respuesta.

Parpadea, y no puedo soportar lo hermoso que es, lo errado que se encuentra en este escenario. Lo malo que es el hecho de que recién haya herido a Holt. Tal vez Holt sí lo engañó. Conforme he ido creciendo, he aprendido que Holt no es el "papá" perfecto que solía creer que era. Pero eso en este momento no borra lo incorrecto que es lo que Cal/Harry/Bestia le acaba de hacer.

—En realidad no te conozco en absoluto, ¿cierto?

—Por supuesto que no. ¿Por qué habrías de hacerlo?

Trago saliva y aparto mi mirada. Solo porque esa noche fue crucial para mí no quiere decir que debería recordarme. Me las arreglo para detener mis lágrimas con un parpadeo. Envuelvo mis brazos a mí alrededor y reúno el valor para mirarlo de nuevo. —¿Cuáles son los términos? —Mi voz es suave. Mi mirada sobre él es rojiza. Porque como que lastima mis ojos.

BEAST (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora