Código Terminus

II

 Guerra y más guerra, siempre hay una, al parecer nunca se acabaran, o eso pensaban.... Ustedes son la solución a todo conflicto – decía un hombre cubierto de sombras con una voz entrecortada... Terminus no podrá caer, no mientras tenga este poder – cada vez se acercaba más la sombra... Eso no es cierto, yo me encargare de que ellos no prevalezcan – una segunda figura con una espada aparecía mientras recitaba un conjuro con el que hizo desaparecer las sombras... Luther, es tu turno de...

-Luther despierta, recuerda que hoy es tu maldito día.

 Ahg, como odio madrugar por las mañana pero más hoy, para alguien como yo que lleva tanto tiempo viviendo aquí, le parecería otro día como cualquiera, pero este tiene una esencia extrañamente cálida, este viento fresco que dicta el comienzo de una día me hace bien, podría decir que estos días son mis preferidos, logro descansar más de lo habitual aun teniendo esos extraños sueños.

-Bah, ¿Aun seguirás durmiendo? Levántate de una buena vez.

-Deja de molestar Alexander, ¿No ves que aún es demasiado temprano? – decía Luther mientras bostezaba.

- Si, si, se lo mucho que te encanta madrugar, tanto como a mí, pero hoy es tu día, recuerda que antes de celebrar tu cumpleaños acordamos con Oriet que muy temprano iríamos a colocar las flores en ambas tumbas, así que sal de la cama – explicaba Alex mientras jalaba a Luther desde las piernas hasta tumbarlo al piso.

-Auch, tienes razón, lo acordado es deuda, ¿Ella ya está lista? – preguntaba mientras se levantaba y extiraba.

-Está terminando con eso, yo ya lo estoy, solo faltas tú, no tardes, te esperamos en la salida al bosque – decía mientras salía de la habitación.

 Parece como si hubiese sido ayer cuando llegue, mi abuelo que a hoy día cumple 2 meses de haber fallecido me trajo aquí hace 17 años, cuando apenas yo tenía 2 años, el me contó como fue ya que aún era demasiado joven para tener sentido de la memoria, pero cuando Alarak destrono a Elysium, mi abuelo fue a buscarme al castillo, después de todo mis padres servían como Caudillos y ambos habían ido al campo de batalla, era lógico pensar que no regresarían, tras esto el abuelo cogió un caballo de los establos reales, provisiones, una que otra espada y a mí, cabalgamos según lo que él me dijo alrededor de 3-4 días hasta que llegamos a este pueblo en el cual vivo desde entonces, Hardens. Resultaba que aquí vivía un viejo amigo, el cual nos dio cobijo y nos cedió la casa en su testamento puesto que al poco tiempo de nuestra llegada falleció, estaba realmente enfermo y bastante anciano. Algo que me dejo mi abuelo es una vieja espada, no soy un gran Maese de la espada como para presumir, pero tuve la suerte de que en este pueblo estaba Dreith, el padre de Alexander y Oriet Tier, el pertenecía a una antigua orden de caballeros la cual dejo de operar hace bastante, le pedí encaradamente a diario que me ensañara desde que tenía 5 años, día a día era un no constante, hasta que un día observando una terca determinación decidió enseñarme, se lo que se gracias a él.

-Igual ya es hora de salir – me decía a mí mismo mientras me terminaba de vestir y cogía la vieja espada de mi abuelo para salir.

-Feliz cumpleaños Luther.

-Oh, gracias por acordarte Srta. Doris – decía a la vecina.

-Ten este pequeño regalo, sé que te gustan de frutas, pero no me quedaban, solo había queso, espero te gusten, disfruta tu día, hasta luego.

-Gracias de nuevo Srta. Doris, sus panes siempre serán mis preferidos, que tenga un buen día – Que ventajas trae tener una vecina panadera...

No falta mucho para llegar a la salida del bosque, cuanto sueño cargo, Hardens siempre me ha resultado bastante tranquilo, desde sus habitantes hasta el pueblo en sí, pronto debería pasar por la casa de mi Maestro, creo que debería al menos saludar. Este edificio se encuentra casi en la salida al bosque, no es ni grande ni pequeño, pero resulta acogedor, aquí vive Alexander y Oriet junto a Dreith obviamente, mi maestro debería seguir aquí, el no madruga que digamos.