Fantasmas

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Inko Midoriya empezaba a creer que su casa estaba repleta de fantasmas, Mitsuki le decía que solo eran ideas suyas, pero ella lo creía firmemente.

Muchas veces las cosas desaparecían de su lugar y no aparecían sino hasta días después, en lugares poco convencionales, como su patio trasero o en su sótano.

Muchas otras escuchaba quejidos por la noche, ruidos extraños a los que no estaba acostumbrada y por ende, no tenía idea de qué eran. Sólo le confirmaban el hecho de que habían fantasmas en su casa.

A veces creía que los entes de otro mundo perseguían a sus vecinos, su mejor amiga, Mitsuki le había comentado que su hijo tenía heridas extrañas en lugares poco visibles. ¡De seguro era culpa de los fantasmas!

Sí, Inko Midoriya estaba segura.

Debía llamar a los cazafantasmas cuanto antes.

Esas fotografías de su marido en el sótano no habían aparecido en años, pero ahora estaban en su sala, rotas. 

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