Ella veía como salia el humo de su cuerpo, trataba de manejarlo para que se viera lo mas natural posible.
Se sentía relajada ahora, su pulso se había relajado, por lo que sus mejillas regresaron a su color habitual, no por eso dejaron de ser mas hermosas. Sus ojos aún irritados, ya no temblaban, su visión volvió a la normalidad. Era demasiado pronto para sonreír, pero ya no encontraba desagrado en hacerlo.
Ya no despreciaba la compañía, sin embargo, tampoco la necesitaba. La gente llegaba, incluso se recostaba junto a ella, le decían palabras de aliento, y le deseaban lo mejor. Ella con toda la naturalidad del momento solo los ignoraba, para ella solo existían las nubes, las que ella creaba con el veneno que momentos antes había inhalado, sus hermosos dedos con las uñas decoradas de color carmín y un toque amarillento debido a la nicotina, y las nubes que estaban muy por encima de ella.
La gente se retiraba cuando sentían la indiferencia de la bella doncella que yacía rodeada de pasto. Ese lugar que encontró al azar debido a la desesperación, le gustó, aún cuando nunca había gustado de recostarse en el pasto, siempre le había causado irritación en su delicada piel. Sin embargo, hoy le parecio el lugar perfecto para fumarse su frustración.
Ella le daba el toque perfecto al lugar, la naturaleza en su compañía se veía aún más bella, los arboles, las plantas, todo encajaba, de hecho ella empezaba a creerlo, poco a poco el humo en sus pulmones enfermos eliminaba la sensación de animadversión de hace tan solo unas pocas horas antes. Admiraba el cielo y sus nubes, de reojo veía el Sol y como sus diferentes tonalidades iluminaban el cielo, pese a esto aún sentía repulsión por el astro.
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