Capítulo 4: Encajando las piezas de un corazón herido

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Al cruzar por los jardines cierta energía  familiar la rozó de pronto, Zelda sonrió de manera cálida, Link la había estado esperando de forma preocupada

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Al cruzar por los jardines cierta energía familiar la rozó de pronto, Zelda sonrió de manera cálida, Link la había estado esperando de forma preocupada.

Cuando se fue le había dicho algunas cosas hirientes, pero aun así él la esperaba con mucha ternura.

-Link- lo llamó de forma cariñosa y el gran lobo pardo apareció frente a ella- ven aquí mi amor.

Las palabras dulces de Zelda hicieron que él bajara la mirada, sus orejas se pegaron a su cabeza y dio la vuelta dándole la espalda para después sentarse sobre sus cuartos traseros.

Zelda suspiró un poco, pero recordó que debía tener demasiada paciencia, no era como decirle "Te perdono" y "Me perdonas", porque sabía que eso no resultaría, retomó su camino y al pasar a su lado le pasó la mano sobre el lomo con cariño a pesar de que no pudo tocarlo porque él se había vuelto intangible.

Al final del todo el corazón de Link volvió a llorar entre el silencio, porque la extrañaba tanto y quería correr y abrazarla de forma ferviente, pero entonces pensó que si lo hacía echaría todo a la basura, simplemente se levantó de la misma forma triste y la siguió hasta su cuarto.

Al igual que todas las noches Zelda se sentó junto a su ventana y esperó a que su dama de compañía terminara por arreglarle la cama, desde hacía mucho tiempo que la pobre no se atrevía a entrar en el cuarto de la princesa cuando ella no estaba, sentía miedo a causa de la esencia de demonio aunque ella no supiera concretamente que existía, tampoco sabía que era Link quien la mantenía a raya y que nada tenía que ver Zelda, aunque ella creía firmemente que su princesa despedía tan agradable esencia que era capaz de dispersar todos los males.

Cuando se despidió y cerró la puerta Zelda movió una de las almohadas a un lado de la cama, al igual que cada noche le dejaba a Link su espacio en caso de que se arrepintiera y cambiara su opinión respecto a dormir en el suelo.

Aunque el gran lobo pardo fue y se echó en su rincón de siempre, irguió la cabeza y aulló su melodía de forma bajita, Zelda no entendía por qué últimamente lo hacía con más frecuencia aunque suponía que simplemente era porque estaba preocupado.

[***]

Los días que siguieron a ese se volvieron más tranquilos, Zelda dejó de refunfuñar aunque seguía regañando a Link de forma suave por desplumarle las almohadas, de un momento para otro se le ocurrió una buena idea, le pidió a Impa que le consiguiera algunos materiales y después de manera graciosa fue y se sentó al lado del lobo pardo.

Link la miró de modo curioso aunque no profirió ni una sola palabra.

-Sabes Link, extraño tanto que me hables, y también extraño tanto verte como hylian, no es que no me guste tu forma de lobo, pero, la verdad me gusta más tu cabello rubio y tu hermosa carita- se rio de forma graciosa y tierna pero Link solamente se viró un poco porque otra vez tenía ganas de llorar y correr a su lado.

Kai (4): El Camino de mi DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora