Primera parte

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En una ciudad a las orillas del mar, Juan, el capitán del barco pirata, surcaba las olas del feroz tsunami, deseaba alejarse del agua embravecida para volver a tierra firme y poder regresar a casa con su amada esposa, Daniela.

La lluvia solo empeoraba la situación, al parecer ese día Dios no estaría de su lado; con rapidez su almirante, Pedro grito desde las alturas del mástil:

-¡Capitán, Capitán! El cielo se está despejando con dirección suroeste, pero en el occidente las olas están creciendo si no nos vamos ahora no saldremos del mar.

El Dios Poseidón nos mandó nuestra sentencia de muerte, y envió al Kraken como mensajero, esos eran los pensamientos de muchos de los hombres de la tripulación, sin embargo el capitán del navío; armado de valor tomo el timón, tenía que llevar a su tripulación a salvo hasta la ciudad, con agilidad y rapidez logro esquivar las furiosas olas que atacaba al barco de los piratas.

El valiente capitán llego seguro a tierra firme con su amada tripulación, el barco apenas y había sufrido daños, los navegantes empezaron a bajar de la nave marítima siempre teniendo cuidado de no encontrarse con la marina costera, estaban seguros, habían librado una feroz batalla contra el mar

-El agua está viva, cuando te sumerges en ella, de inmediato te ataca con sus colmillos. Pero no hay porque temer, no hay que resistirse al agua, en cambio debes amarla, es la fuente de toda la vida y nunca deja vivir a quien no se lo merece, si hoy salimos victoriosos de la batalla contra el kraken, fue porque el mar vio en nosotros una esperanza.-

Una vez acabada esta frase, los piratas se sintieron aliviados sin preocupaciones, sin embargo esta sensación de paz no duro mucho, tras el valeroso capitán resonó la voz del capitán de la guardia costera.

-Al presidente le vendrían bien unos cuantos esclavos más, después de todo, aún faltan personas para el trabajo en el campo- Dijo nuestro antagonista sonriendo con sorna

Juan se giró en seco en cuanto escucho la voz arrogante de él que una vez fue su fiel amigo y acompañante, por aquel tono irónico y de burla no podía ser otro más que el capitán de la marina: Jonathan.

Nuestro querido protagonista miro al joven frente a él con una mirada sombría y sin sentimientos: tajante.

-¿Y que paso con los campesinos del pueblo?

- últimamente nadie tiene dinero para pagar los edificios en los hacendados del presidente, recordaras que nuestro querido jerarca tiene varias haciendas en el país, así que su llegada nos conviene mucho, usualmente este tipo de atracos son considerados traición y son pagados con muerte, pero esta vez seré indulgente con ustedes, y solo los convertiré en esclavos, considérense afortunados de no sufrir el castigo acostumbrado para los de – les dirigió una mirada altanera- su clase

-Lo dices como si la gente como tú fuera mejor que nosotros, si esto se trata de dinero, ambos robamos a inocentes para comer, solo que a ti te ven del lado del espejo en el que es justo, y a mí del lado en el que sobrevivir es un crimen.-

-¡BASTARDO! ¡No te atrevas a compararte conmigo!- con un rápido movimiento saco su pistola y velozmente la cargo y preparo para disparar- ¡Talvez antes fuimos iguales, pero ahora yo soy superior a ti!-

El capitán como acto-reflejo saco su arma de la profundidad de su gabardina apuntándola en dirección contraria a su cuerpo, en dirección a Jonathan.

-Si tan bueno eres, no te importaría recordar a tu querida Samanta, después de todo, tu equipo debe saberlo, ¿no es así?- una sonrisa de burla surco sus labios, le había dado en su punto débil, era un golpe bajo y él lo sabía, lo termino de confirmar cuando vio el rostro contrario crispado de ira.

En un acto desesperado por el dolor de los recuerdos, apunto su arma con decisión disparando al instante, nuestro capitán que tenía virtuosos reflejos logro esquivar la bala de calibre 45 y con una breve seña de mano le indico a su tripulación abrir fuego al enemigo. Al igual que su contrincante que ya había avisado a su equipo naval de preparar sus armas, y, por segunda vez en el día, enfrentarían una batalla campal.

Tras el intercambio salvaje de balas ambos lados del campo de batalla estaba herido, los únicos que se encontraban de pie eran ambos líderes de lados contrarios, no se podía decir que estaban del todo bien, Juan tenia algunos disparos en los brazos y torso, y Jonathan tenía heridas en las piernas y hombros, el combate acabaría pronto con la muerte de alguno de los dos, hasta que...

FIN DE LA PRIMERA PARTE.

La ira del MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora