Oscuridad total caminaba sin saber mi dirección, sin saber quién era, solo sabía que tenía que escapar, el sentimiento de que me observaban era intenso, apresuraba mi paso lo más que podía pero todo era inútil él sabía exactamente cada movimiento que estaba haciendo de un momento a otro tropecé y me encontré cayendo.
Grité, lo hice como nunca había gritado en mi vida en el momento que desperté bañada en un sudor frío, mientras forcejeaba de pies y manos intentando zafar el agarre de las cuerdas que me mantenían sujeta a los respaldos de la cama, sentía las lágrimas de miedo e impotencia recorrer mi rostro, la pesadilla de segundos atrás era mucho mejor que esta realidad que estaba viviendo.
Alguien entro a toda prisa en donde me encontraba volteé rápidamente a ver al sujeto que se acercaba a mí.
— Tranquila, preciosa, estás conmigo, no pasara nada malo. —Decía esté chico que acercaba su mano a mi rostro, trate de alejarme los más que pude sintiéndome morir en ese preciso momento hice lo que pude para evitar que me tocara pero fue inútil las cuerdas estaban muy apretadas, lo único que pude hacer en ese momento fue ladear mi rostro contra su dirección dejando que mi cabello lo cubriera.
El me tomo del mentón con fuerza y giro mi rostro en su dirección. —No tienes por qué llorar así que deja de hacerlo. —Amenazó yo solo cerré los ojos con fuerza sintiendo cómo más y más lagrimas caían por mis mejillas. —Que dejes de llorar. —Me grito a la par en que me abofeteaba. —Yo no quiero hacerte daño, así que no me provoques. —Dijo dándome una bofetada más antes de salir de la habitación cerrando la puerta con furia detrás de él inundando el lugar con el eco del estruendo que provoco al cerrar la puerta.
Sentía mi mejilla arder, no deje de llorar ni forcejear en ningún momento, tenía tanto miedo, no podía pensar en nada, solo quería morir, desaparecer.
Dure tanto tiempo llorando que ni siquiera me di cuenta del momento en que me quede dormida ni en el momento en que desperté.
Trate de tranquilizarme un poco, pensar, encontrar un modo de escapar de ese lugar lo observe con cuidado la habitación en la que me encontraba, era completamente azul, tenía el techo decorado como si fuese un cielo nocturno el cual contaba con un candelabro en forma de sistema solar, intente mover mis piernas y note que el agarre ya no era tan fuerte al igual que el de las manos me daban el suficiente espacio para poder sentarme en la cama, seguí analizando la habitación, una puerta estaba al costado derecho en la misma pared de la cabecera de la cama y al costado izquierdo se encontraba otra puerta por donde había salido ese chico, en la pared que había a mi lado derecho se encontraba una ventana con cortinas celestes.
— ¿Te gusta?, la diseñe especialmente para ti, azul, tu color favorito, y sé que te encanta la noche, una cama al estilo de la realeza porque eres mi princesa.—Escuche, me volteé sobre exaltada hacia el dueño de la voz, me dedique a admirar la cama, era cierto.
— ¿Quién eres? ¿Por qué me tienes aquí? —Pregunté con exasperación sintiendo el miedo apoderarse de mi voz.
—Porqué eres mía, cariño, y pronto lo serás completamente. —Dijo este acercándose de nuevo acariciando la mejilla que anteriormente me había golpeado, evite alejarme de manera brusca para evitar que me golpeara de nuevo.
—Eres un maldito, ya me deben estar buscando y puedes estar seguro de que irás a prisión. —Le dije con todo el coraje que encontré dentro de mí, el solo se rio.
—Mi vida, mejor será que vaya por tu comida, pronto amanecerá y tenemos que ir a clases. — Murmuró este una vez que controló sus carcajadas, salió de la habitación dejando la puerta abierta.
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SÍNDROME DE ESTOCOLMO
Roman pour AdolescentsEl me amó como nunca nadie te amara y yo lo ame como nunca más amare a nadie, el me hizo vivir un concepto nuevo de lo que es amor.