Capítulo cuatro. »Verdades. «

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Me encontraba de nuevo en la habitación azul, ciertamente era muy linda en otras circunstancias quizás hubiera apreciado el detalle; pase todo lo que quedo del día sin saber nada de Damien por lo que seguí leyendo el libro que tome de la biblioteca tratando de encontrar una forma de salir de aquí armando y desarmando tantas ideas, estrategias y planes que venían a mi mente ninguno siendo suficientemente bueno como para resultar triunfante, por lo tanto deje eso de lado un momento o terminaría estallándome la cabeza, por alguna extraña razón tuve el presentimiento de que necesitaba acercarme a la puerta y asegurarme de que realmente no pudiera abrirse y como resultado aún más extraño el picaporte, como mi presentimiento me decía, no tenía llave, deje escapar un suspiro esperanzador antes de abrir la puerta y asegurarme de que no hubiera nadie en el pasillo, me apresure a ir a la sala dándome cuenta de que no había nadie al igual que en la cocina, estaba sola.

Tome el teléfono de casa inmediatamente y llame a la policía dos minutos después contestaron.

» Emergencias, ¿cuál es la suya?

» Por favor ayúdenme, mi familia, mis amigos, me tiene amenazada.

»Señorita necesito que se calme un poco y me explique con detalle su situación.

»Un chico de la Universidad me secuestro y me tiene amenazada con no hablar o asesinara a mis padres y a mis amigos, por favor ayúdenme.

»Muy bien necesito que me diga donde se encuentra.

»Estoy al noroeste de la ciudad la parte más lejana, no tengo la dirección exactamente pero mi Universidad se llama Alex J. Underwood University, soy Alissa Morrison y ya no llame o me hará daño por favor búsquenme.

Colgué, esperando que creyeran en lo que dije coloque el teléfono después de borrar la llamada y bloquear el número para después correr a la habitación.

Sentí mi corazón tronar con intensidad cuando lo vi entrar a la habitación unas tres horas más tarde, su rostro reflejaba la misma cara inexpresiva con la que siempre lo veía.

Preciosa, porque no vienes conmigo a la sala, compre pizza, tu favorita, mi amor.

¿Saliste? —Pregunté aun sintiendo el corazón en la garganta, hijo de puta, porque no puedo fingir como tú, pensé.

A comprar la pizza y revisar un asunto. —Dijo con toda tranquilidad como si no fuera un enfermo demente, pero al menos no noto mi nerviosismo.

¿Qué asunto? —Volví a preguntar sintiéndome un poco más tranquila.

Deja de interrogarme, me estresas, ahora haz lo que te digo no quiero tratarte mal, no me provoques. —Hice silencio y me puse de pie sin decir más.

Me tomó de la mano guiándome a mi escena del crimen de hace tres horas atrás, no me soltó hasta que estuve sentada en el sofá, como si fuese tan estúpida para no poder caminar por mi cuenta.

¿Cómo es que nunca me percate de ti hasta ahora? —Le mire arriesgándome a que me hiciera daño una vez más.

Estuvimos juntos los tres años de secundaria no en la misma clase pero siempre me pareciste tan linda, no me conocías por mi nombre, nadie lo hacía, era el niño del psicópata que asesino a su esposa frente a su hijo. —Dijo con rencor pero al último soltó una pequeña carcajada, opte por no interrumpirle y espere a que prosiguiera. — toda la secundaria estuve bajo tratamiento y en sesiones con el siquiatra, por eso nunca me veías, después en primero de Preparatoria y los siguientes dos años me fui de intercambio a España y regrese cuando entramos a la universidad, pero nunca te olvide, todo ese tiempo lejos de casa solo me hizo recordar lo que mi padre le había hecho a mi madre, pero, por más extraño que fuera, tu recuerdo, tu rostro, me hacían permanecer en paz y cuando regrese, empecé de cero y eso hizo que fuese más fácil aun el no existir para ti. — Supe que había terminado cuando me miro sonriendo pero con su mirada completamente llena de dolor y por primera vez sentí compasión por él.

Yo solo sentía mi corazón partirse, recordaba a ese niño, siempre con ojeras gigantescas, con dolor en la mirada la misma con la que me veía ahora, solo una vez recuerdo que me dedicara una mirada, pero parece que siempre fui tan despistada.

Me dejo totalmente callada, quería sentirme mal por él, pero, esto que me estaba haciendo no era justo, yo no tenía la culpa de lo ocurrido con su familia, no podía, arruinar la mía y su historia no me hará cambiar de opinión, me dolió en ese entonces, me causa lastima ahora, pero no, yo voy a volver a casa mañana, tengo la esperanza.

Comamos, antes de que se enfrié por completo. —Volvió a hablar recobrando su tranquilidad y su expresión indescifrable; abrió la caja de la pizza, acepte únicamente una rebanada y me fui directo a la habitación, tenía que descansar un poco.

Entre en el baño para tomar una ducha, no sin antes cerrar la puerta con llave y después estuve como media hora recargada en la pared dejando que el agua recorriera mi rostro y cuerpo; pensando, recordando, a ese niño y la única vez que vi a ese niño.

»Flashback. «

Me encontraba corriendo por el pasillo pues me encontraba llegando tarde con la consejera, porque si, Alissa Dennovan, tenía problemas para socializar, no todos tenemos suerte de estar llenos de hipócritas, pero, me salgo del tema, al llegar me encontré con un niño de 12 años aproximadamente, si, parecía de mi edad; estaba sentado en una de las tres sillas que se encontraban pegadas a la pared, me senté a su lado y le dedique una ligera sonrisa nerviosa.

Ho...la, hola. —Tartamudee un poco sonriéndole, el me devolvió la sonrisa algo divertido pero había algo en él; estaba por decirle algo más cuando la puerta se abrió dejando salir a dos mujeres una era la consejera James y la segunda era una mujer algo mayor de entre unos cuarenta y cincuenta años, cuando reaccione él ya se encontraba girando a la derecha al final del pasillo junto a la mujer que antes salió de la oficina, en la cual me encontraba ahora yo.

Abrí los ojos y termine de ducharme para después cerrar el grifo secar mi cuerpo y vestir con mi pijama para poder ir ya a dormir; estaba cepillando mi cabello sentada a la orilla de la cama cuando la puerta se abrió dejando ver al chico en el que aquel niño se había convertido.

Buenas noches, bonita, hasta mañana. —Dijo este acercándose hasta donde me encontraba sentada acomodándose a mi lado dejando un beso sobre mi mejilla.

Descansa, ya por favor, necesito dormir déjame sola. —Le mire una milésima de segundo después de haberme levantado para dejar el cepillo en el baño, ignorando por completo su beso, el solo suspiro y se puso de pie para salir de la habitación.

Me adentre en la cama una vez que cerró la puerta, apague la luz de la lámpara de noche y me quede viendo el candelabro del sistema solar una hora más hasta caer completamente en un sueño profundo.

SÍNDROME DE ESTOCOLMOWhere stories live. Discover now