Sesión 4

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Lentamente con mi cuchillo voy a perforar tu estómago, haciendo que tus intestinos broten como agua, entonces mi mayor deseo se cumplirá....

Desperté totalmente asustado, con unas gotas de sudor en mi frente sintiéndome atormentado y con pánico.

- Alonso, recoje tu ropa del suelo.
- la madre pidió con fastidio, le resultaba increíble la etapa difícil en la que se encontraba su hijo, mayormente conocida como la edad de la punzada.

- No es necesario que me hables así, entiendo perfectamente.

Alonso respondió de mala gana ante su mamá.

Verán, pasaron tormentosos años en los que Jos se encargó de molestar y frustrar a Alonso lentamente, desde aquel día no paró de golpearlo, hacerlo sentir miserable, día tras día marca que el mayor dejaba en el cuerpo del menor, ya no era posible ocultar más esas manchas de sangre.

Por fortuna Jos se iría a otro estado para así estudiar la secundaria y preparatoria, al fin su tormenta estaba por concluir, al fin sentiría espacio personal.

Se encontraron por última vez en el patio del colegio, todos esos años su mirada se oscurecida a mayor rango, es como si guardara un rencor enorme al menor, no quitaba su mirada perturbadora y a este punto de la vida Alonso ya notaba su comportamiento extraño, ya entendía a la perfección todo lo que pasó durante 4 años de su vida en manos de Jos.

Sádico, enfermo.- pensó.

¿Como pude ser tan ciego para no darme cuenta de lo que me hacía?

Increíblemente mi inocencia me dejó caer en los brazos del lobo, carcomiendome todos los días, que poco amor me tuve.

Se acercó lentamente y mis piernas flaquearon de nuevo, un enorme escalofrío me recorrió y el terror volvió, pensé en segundos todas los "castigos" que me impondría, las marcas que dejaría en mi persona...

- Me iré dentro de dos días, supongo estarás feliz de no volver a verme durante un tiempo, es un golpe de suerte angelito.

Susurró en mi oído y tomo mi nuca.

- N-no.- balbuceo un par de veces tratando de formular una oración pero me fue imposible.

- Lo sé, me extrañarás tanto, sé que te encanta.- su voz se agrueso rápidamente.

- Al fin me dejarás tranquilo, ¿Sabes cuántos años sufrí por tu culpa? - dije.

- Ya te lo dije, hagas lo que hagas siempre estaré cerca de ti, hasta en tus pesadillas me podrás encontrar.

- Podré superarte, yo sé que podré...

- No te engañes, pero bueno, desde hoy tu y yo no somos nada, es más...- pensó.
No te dirigiré ni siquiera la palabra a menos que sea totalmente necesario.

Siguió su camino empujándo hombro con hombro.

Al fin, se irá lejos y me dejará en paz, gracias.

La madre de Jos nos invitó a una última cena, argumentando su despedida para así irse a Monterrey muchos años.

- Me da gusto que estén aquí.

Mariana me dedicó una sonrisa y nos abrió las puertas de su casa, la cena sería servida más tarde, así que los adultos charlaban de sus intereses propios, mientras que los más jóvenes estaban en sus teléfonos celulares sin socializar.

y ahí estaba el, parado con un vaso de soda, sonriendo dulcemente a una chica bastante hermosa ante mis ojos y supongo los suyos también.

Mi madre pidió que subiera a la habitación de la señora Mariana y tomara una agenda en el buró izquierdo, sin decir nada obedecí.

Al mirar aquellas escaleras de madera me llené de recuerdos buenos y malos.

Encontré en el pasillo la habitación dicha y abrí la puerta, las luces están apagadas excepto la lámpara del buró.

Me asomé a otra habitación con la agenda entre mis manos, parecía ser la de Jos, llena de figurillas de colección, una enorme cama y las ventanas abiertas.

- ¿No te han dicho que es de mala educación husmear en las casas ajenas?

- ¡Oh! Discúlpame, no fue mi intención.

Avergonzado dije y me tomó por el hombro suavemente, el escalofrío volvió.

- ¿Jos?

- Así es, aquí acaba todo Alonso, deberías sentirte triunfante ya que me voy de aquí.

abro mis labios para formar una oración pero el coloca su dedo índice en mis labios.

- Pero antes de eso... Quiero hacer una cosa más contigo angelito.- la tétrica sonrisa apareció.

Se acercó a mí rápidamente, haciendo que retrocediera y chocara con la pared.

- Te seguiré muy de cerca.- acercó sus labios a mis pómulos, un leve ardor en mis mejillas apareció.

- o quizás no.- con firmeza asegure.

- Probablemente, por ahora eres libre, pero recuerda... volveré por ti, para hacerte estremecer.

Unió sus labios con los míos dejándome helado, intenté empujarlo pero su fuerza es más que la mía, no correspondí sintiendo náuseas.
Una ola de dolor me invadió.

Jos me rasgó la piel con una pequeña navaja

La sangre brotó de mi mano y la tomé con fuerza, ¡Está desquiciado!

Tomé papel y limpie, por fortuna dejó de sangrar rápidamente.

- ya te lo dije, siempre serás mío.

No te sentirás mejor por actuar provocando dolor a los demás

Qué ironía, parece ser que el si lo disfrutaba excesivamente.

Amargo - J.V ∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora