Special Love [Kiribaku/Tododeku]

Amigos

—Fuyumi, necesito una explicación—Todoroki estaba de pie frente a ella.

La chica sabía que esto pasaría.

—Oh, veo que has probado en regalo, es lindo ¿verdad...?—trató de excusarse su hermana.

No sabía que responderle a él, su padre sólo le había encargado que hiciera que Shōto recibiera y aceptara su peculiar obsequio.

—...

Ahora mismo el chico la estaba juzgando con la mirada.

—Creo que te vas a llevar bien con él—Ella lo decía sinceramente.

—¿Qué se supone que debo hacer con él?—preguntó cabizbajo.

—No lo sé... ¿Por qué no le enseñas la casa?

La idea no era mala.

Shōto Todoroki, quién había recibido un robot de regalo de cumpleaños, no sabía que hacer con él.

Por supuesto que podría usarlo como un esclavo cualquiera, pero no quería abusar de aquel "chico" que se veía tan indefenso y nervioso.

«Espero que seamos buenos amigos»

La frase de presentación de Midoriya le rondaba en la cabeza.

La verdad es que no era de relacionarse demasiado con personas fuera de su familia. Había asistido a una escuela como un niño normal de pequeño, pero al llegar a la adolescencia su padre creyó mejor el que estudiara en casa.

No recordaba si de pequeño había conseguido una amistad con uno que otro niño, seguramente lo había hecho, pero nada duradero, pues, a la fecha no tenía a nadie que pudiera ser llamado su amigo. 

Generalmente se mostraba amable a personas que debía soportar en las reuniones que le encargaba su padre, pero era un ambiente lleno de hombres viejos, sin nadie de su edad ni nadie interesante.

«Amigos»
La palabra de alguna manera le gustaba.

Mientras fuera de la escuela de la misma ciudad, un par de chicos regresaban a sus casas.

Habían intercambiado una que otras palabras en la caminata, aunque más bien sólo uno se veía hablando animadamente.

—Vaya, vivimos cerca, ¡Podríamos irnos juntos todos los días!

Allí estaba el pelirrojo otra vez, había estado acercándose a él todo el día. Y justamente por eso el rubio había terminado conociendo a los idiotas que Kirishima tenía por amigos, un imbécil rubio, un estúpido de cabello negro y una chica con ojos raros, cuales nombres no recordaba pero eran igual de idiotas que sus caras.

—Eres demasiado ruidoso cabello idiota—le dijo fríamente al pelirrojo.

Aunque lo único que había hecho Bakugō por su parte era evitarlo todo el día e insultarlo cuando este le hablaba, el rubio había almorzado con él y sus amigos, y ahora estaban regresando juntos de la escuela.

—¡Hey, tu cabello no muy es diferente del mío!—le respondía el otro chico con ánimos—Además...¡Soy Kirishima, recuerda mi nombre, demonios!

—Agh... Tan sólo déjame en paz, acabo de conocerte y ya me tienes hasta las pelotas.

—¡A mi también me agradas Bakugō!—decía con una gran sonrisa. 

Imposible, no había caso para que este chico no fuera más insoportable.

¿Por qué seguía gastando su tiempo en tratar con este tipo?
Bakugō trataba de responderse a si mismo pero no le encontraba lógica.