Prólogo

4 0 0
                                    


Llegó un momento en el que por mucho que intentara encontrarme, no conseguía hacerlo. Había algo en mi interior que se sentía totalmente viejo y usado a pesar de tan solo tener deciséis años. Recuerdo mirarme en el espejo y sentir vergüenza de mi misma por haberme dejado seducir de esa manera, casi sin darme cuenta. El brillo que parecía tener todo lo que les rodeaba me hacía estar llena de ira y odio, y a la vez dependía totalmente de sus respuestas. Quería gritar y llorar hasta que todo aquello se evaporarizara y solo se quedara en mi el recuerdo de una pesadilla a medio soñar.

No sé cómo llegué a encontrarme y aún dudo de que lo haya hecho. Todavía estoy intentando averiguar cuál fue el motivo que me hizo cambiar de actitud. Lo único que recuerdo es esa amarga sensación de vacío espiritual que te aísla en una cúpula cerrada llena de pensamientos negros y tintados por la magia oscura de otro. ¡El mundo sabe tanto de dolor! Y qué poco conocemos del amor...

Desearía poder contaos una bonita historia de amistad, amor y diversión, pero no es lo que haré. Estoy segura de que muchos de vosotros, y por desgracia más de vosotras, os sentiréis identificados con mi pasado y quizá aún inquietante presente. Por eso os pido compresión y ante todo escucha, porque si estas situaciones continúan ocurriendo es por cómo nosotros les damos la espaldas. Las ocultamos y las convertimos en nuestro día a día, reforzando aún más la miseria y la discriminación hacia nosotros mismos. Pero eso hoy ha terminado para mi. Comencé a escribir esta historia en el ático de mi casa, y cinco años más tarde me dispongo a terminar el prólogo en la habitación de un hospital. Mis padres me esperan fuera, parece que por fin este asunto es solo parte del pasado. Solo espero que vosotros no tengáis que pasar lo mismo para daos cuenta de que esto tiene que parar.

Con amor:

Nora García Montero.


Buscando a NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora