Capítulo 1.

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Querido diario, ¿así es como se empieza? Es la primera vez que hago esto. Lo de escribir mis pensamientos y todas aquellas cosas. Mi psicólogo dice que puede ayudarme y muchas más tonterías. No suelo aceptar sus absurdas terapias pero me hacía ilusión probar esto. Me gusta escribir y eso es algo que apenas nadie sabe.

Mi nombre es Robin, Robin Ford. Seguramente pensaréis que soy la típica chica americana con problemas en casa, por eso voy a un psicólogo que me obliga a expresarme. Pues no, os equivocáis. Soy española, de Mallorca concretamente. Bueno, tengo una parte americana por parte de mi padre como podéis ver en mi apellido pero él nunca se ha ocupado de mí así que solo me siento española. Mi segundo apellido es Martínez. No suelo decirlo nunca porque me gusta más el apellido Ford, queda más tumblr. ¿Sabéis qué significa eso? Podría explicarlo pero realmente apenas yo lo sé. Lo voy a dejar en algo muy guay.

En fin, voy a empezar en serio. Sé que desde que habéis leído que mi psicólogo me obliga a hacer esto queréis saber por qué voy a verle, ¿verdad? Sois muy previsibles.

Todo empezó cuando tenía tres años y mi padre se marchó. Él es un hombre de negocios, conoció a mi madre un verano que vino de vacaciones a Mallorca y se enamoraron. Vivieron aquí juntos durante un tiempo y luego me tuvieron a mí. La historia es graciosa porque mi madre realmente tampoco vivía en la isla. Es andaluza y estaba aquí porque sus amigas le habían invitado como regalo de cumpleaños, la mayoría de edad. Cuando se conocieron mi padre tenía veintiún años solamente y mi madre, como he dicho, dieciocho recién cumplidos. Me tuvieron a mí un año después, así que imaginaros el disgusto de mi abuela, la madre de mi madre. Es una persona bastante anticuada. Para ella tener un hijo fuera del matrimonio es pecado mortal, así que lo que hizo mi madre fue demasiado para ella. La echó de casa y todas esas cosas, esa fue la razón por la que mi madre decidió quedarse en Mallorca para siempre. Al principio, mi padre actuó como tal conmigo pero cuando empezó a tener problemas su empresa familiar, se marchó hacia Estados Unidos. Prometió que me llamaría pero apenas lo hacía. Alguna vez al mes se acordaba y cumplía su palabra pero poco a poco fue pasando el tiempo y aquí estoy, con quince años sin saber cómo es mi padre. Mi madre dice que cuando era pequeña no hacía más que contarles a mis amigos cómo era su voz y que le quería muchísimo, supongo que le debía echar de menos. Al principio siempre duele perder a alguien querido pero luego te acostumbras. Es más, ayuda muchísimo. No echo en falta a mi padre para nada. No le necesito, ni a él ni a su estúpido dinero que envía todas las Navidades para demostrarme que se acuerda de mí. Tiene otra familia, una mujer modelo y un hijo de diecisiete años. No, tranquilos. Mi madre no fue su amante, es el hijo de su mujer. La verdad es que está muy bueno, así que intento contactar con mi padre solo para intentar que traiga un día a su hijastro o como queráis llamarlo. Podría ser mi hermanastro pero no lo es, así que me vale.

Cuando era más pequeña le contaba todo a mi madre, absolutamente todo. Incluso lo del hijo de mi padre, le dije que me interesaba. Por eso empecé a ir al psicólogo hace dos años. Mi madre no entiende por qué mi padre me importa tan poco y porque quiero utilizarlo de esa manera. No lo utilizo, solo quiero conocer a su hijo. Además, mi padre ha tenido doce años para preocuparse por mí y apenas lo ha hecho, es normal que ese señor no me importe lo más mínimo.

En el instituto empecé a tener algunas peleas. Nada importante pero eso también ayudó a que me llevaran a ver a un profesional, como lo llaman ellos. El psicólogo en realidad no está mal. Es moreno de ojos verdes, muy alto y muy simpático. No tengo nada en contra de él, el problema es que siempre intenta darme tareas y yo odio las tareas. Mi madre, que por cierto se llama Marissa, siempre intenta convencerme de que haga las cosas. Dice que no ayudo en nada, todo lo hace por mí y lo sé pero no entiende que no tengo ningún problema. Soy una chica de quince años normal. Tengo mis amigos en clase y mis enemigos, como todo el mundo. Soy una persona sociable pero siempre hay alguien que te cae mal y yo no voy a ser la excepción. Mi madre se piensa que como soy una chica sin padre soy una gamberra o algo por el estilo. No es cierto. Simplemente, en mi clase me tocaron con dos guarras y se intentaron liar con mi mejor amigo por una apuesta. Él estaba enamorado de una de ellas, tonto que es, así que le hicieron sufrir. Yo solo hablé con ellas pero son unas estúpidas, a la mínima que subas la voz se ponen histéricas.  Intenté dejar el tema pero cada día intentaban buscarme las cosquillas, así que una vez me cansé y les dije todo lo que pensaba. Todos empezaron a reírse de ellas gracias a mí así que me llamaron al despacho del director. No entiendo por qué me llevé la culpa. Mi psicólogo me dice que exprese siempre mis ideas y pensamientos, un día que le hago caso y me cae una bronca. La última vez que abro la boca.

Dejando aparte mis problemas con la sociedad, hablemos de mí. ¿De quién voy a hablar sino?

Tengo el pelo castaño pero me lo teñí de rosa. Mis ojos son marrones caramelo. No voy a mentir, soy bastante guapa. Soy una chica baja pero a los chicos les gusta más. Amo las dilataciones, de verdad. Llevo una de diez mm en una oreja y en la otra llevo unos cuantos pendientes y un piercing en el cartílago. No me considero una macarra, sé que me estaréis imaginando así pero ni por asomo. Más bien me dirigiría al término hipster. Me encanta vestir a la moda pero tener mi propio estilo, no sé como explicarlo. Tengo mi lado rockero pero también mi lado dulce. Me gusta jugar con mis amigos a juegos de matar y también me gusta maquillarme. No es cierto que solo exista el blanco o el negro, hay un término medio y yo soy la prueba. Puede que esa sea una de las razones por las que me lleve bien con tanta gente. Soy una parte de lo que ellos son, sean como sean, y eso les gusta. Y bueno, aparte de eso, soy muy divertida. Aunque no haya fiesta, yo la monto.

El diario de Robin Ford.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora