Epílogo

104 11 0
                                    

Allí estaba yo, sentada sobre tu banco, a las 3:58 de la tarde.

Te esperaba, mirando nerviosamente el ruedo de mi pollera y jugando con mi cabello. Si no llegabas, mi mundo se derrumbaría. No podría soportar tus miradas vacías en los pasillos, ni el lugar esperando ser llenado por ti algún día en mi corazón. 

Lo único que sé, es que hay corazones rotos que pueden volver a latir. Y que se puede olvidar a pasadas personas que te lastimaron a tal punto de destrozarte.

Pero no estoy segura de si el mío es como el de ellos.

O como el de nadie.

3:59

Aún no veo a nadie en el pasillo, ni siquiera puedo lograr sentir tu aroma tan característico cerca. Es en ese momento en el que decido esperarte cinco minutos más. ¿Y si te retrasabas? No sería justo para ninguno de los dos que todo fuera un malentendido.

4:00

No hay ni un alma allí. Comienzo a caminar por toda la habitación hasta que llego a tu casillero. El recibidor de todas y cada una de mis cartas. ¿Por qué estaría abierto? Decido mirarlo, solo por si hay algo interesante dentro.

4:01

Y así, de manera tan inesperada, corro la puerta de metal, que esta muy oxidada y hace que un fuerte rechinido suene por todo el ambiente. Todas, todas y cada una de mis cincuenta cartas caen al suelo en cuanto lo hago. Estaban allí, guardadas de manera desprolija, y al fondo del casillero había una sola frase.

4:02

Dos palabras desgarradoras.

4:03

Tres sílabas mortales.

4:04

Ocho letras desilusionadoras.

4:05

Justo en ese lugar tan especial para mí, en letras nítidas escritas con marcador negro. Leí en voz alta el mensaje:

Lo siento.

P.D:Te Quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora