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BamBam cerró sus puños sobre las frías frazadas, apretando la tela al sentir el cuerpo del maknae frotarse lentamente contra el suyo mientras su boca se encargaba de devorar la suya, sin descanso.

Se sentía ligeramente tonto al haber sugerido el juego y ser él quien está por perder.

Porque, joder ¿cuánto tiempo más podría aguantar sin ser estimulado como se debe por YuGyeom? ¿Cuánto más podría aguantar sin tocar su tibia y suave piel? Darse la libertad de pasear sus manos por la extensión de la larga espalda de YuGyeom mientras éste hace de él un mar de placer. 

Pero ambos eran igual de competitivos. 

No tenían la intención de ceder, por más intensas que fueran las ganas de hacerlo.

  — A- aguarda, YuGyeom ... — musitó el tailandés entre besos.

El maknae relamió sus labios al alejar su rostro del de BamBam, mirando a éste a los ojos. — ¿Qué sucede?

  — E- estamos haciendo todo mal.

  — ¿De qué hablas?

  — Estás tocándome.

  — Con mis manos no, esa es la única regla ¿no?

BamBam chasqueó la lengua. 

  — Oh ya entiendo. — dijo YuGyeom arrodillándose en la cama. — Te estoy llevando al límite muy rápido ¿o me equivoco?

  — Te equivocas. — se apresuró a decir BamBam sentándose también en la cama. 

Una idea le pasó por la mente al mayor, sonriendo de lado ante la brillantez de ésta. 

YuGyeom perdería, eso lo tenía seguro.

Sin dejar que el azabache hiciera algo lo empujó con su propio cuerpo, haciéndolo caer acostado de nuevo en la cama. 

  — BamBam.

  — Shh ... — susurró sobre sus labios, dándole unos cuantos besos más antes de descender su cabeza por el cuerpo de YuGyeom.

El maknae apretó los labios al sentir la boca de BamBam cerrarse sobre su despierta hombría, la cual aún era cubierta por el bóxer y el delgado pantalón de pijama. 

  — Carajo, BamBam. — gruñó acercando su mano a la cabeza del tailandés, deteniéndose a tiempo antes de tocarlo. — Astuto, muy astuto. — sonrió ladino sentándose en la cama para tener mejor vista de su amante, quien abría y cerraba su boca sobre su miembro.

Las electrizantes sensaciones en su abdomen no tardaron en aparecer, viajando con velocidad hasta su pelvis y terminando en su erección. La cabeza le daba vueltas con cada lamida y succión que BamBam daba sobre su pene, el cual demandaba contacto directo. 

YuGyeom miró fijamente a BamBam quien a su vez lo miró a los ojos, sacando completamente su lengua de su boca para lamer la extensión que lograba sentir del miembro de YuGyeom. Una sonrisa triunfante se formó en sus labios al ver la expresión en el rostro del menor, junto a la fuerza con la que apretaba las frazadas.

  — Ríndete, Gyeomie. Sólo es un juego, la satisfacción de la victoria no se comparará a lo que yo puedo darte. — lo provocó BamBam sentándose en su pelvis, iniciando un lento y tortuoso vaivén para YuGyeom. — Anda, tócame. Hazme lo que tanto te encanta hacerme. — susurró contra los labios de su amante, sonriendo traviesamente al sentir la hombría de éste endurecerse entre sus glúteos.

YuGyeom respiraba entrecortadamente, apretando con fuerza las sábanas.

Odiaba perder.

Pero joder, odiaba aún más ser subestimado.

𝙃𝙖𝙣𝙙𝙨 𝙤𝙛𝙛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora