Zeus

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Luego de cientos de ensayos escritos en toda clase de hojas, diarios íntimos, relatos digitales y prácticas fallidas, logré aproximarme—en cuanto pude—a la manera en la que vale la pena recordar en todo aspecto a alguien como él.

Sin tener éxito en la manera en que creí, realmente; pero con la urgente necesidad que siempre tuve de escribir aquel momento en donde mi vida dio un vuelco cómo nunca me atreví a siquiera imaginar, al igual que todo lo posterior vivido como una eterna batalla sin tregua.

Quizás como la especie de terapia que me sugirió mi último psicólogo—aunque me he acostumbrado a ahorrarme contarle sobre ello—, o tal vez porque esta es la única manera que hallé para asegurarme incesantemente de que esto realmente pasó y evitar que la incredulidad y la duda terminen de consumirme poco a poco.

Aquellos años en dónde predominó la confusión, el caos, el desorden, la guerra; dónde dudé de mí como nunca y en donde realmente, cuestioné mi cordura, casi al borde de la locura.

Dónde conocí uno de los secretos mejores guardados del mundo, o mejor dicho, de especies que han llegado a convertirse en simples mitos y leyendas del mundo actual.

Dónde conocí a seres que con el tiempo, supe que pocos humanos son capaces de ver, de sentir, de percibir o de al menos ser conscientes de su existencia.

Es por ello que luego de su paso por mi vida, luego de verme obligada a observar con mis propios ojos que realmente los humanos no somos la especie dominante, desarrollé una potente fascinación por la parapsicología, incluyendo las criaturas celestiales y oscuras —cual mis más cercanos optaron por etiquetarla cómo obsesión—.

Centrando no sólo mis estudios en criminología en la Universidad de Albany de Nueva York sino también, reducidamente en cuánto a lo profesional, en demonología y angelología como un hobbie que ocupa casi el mismo tiempo que el oficio por el cual me pagan.

Pero con el tiempo se ha vuelto casi incontrolable.

Mi mente parece completamente empecinada en recordar casi a cada instante la vez dónde mis inexpertos conocimientos sobre este mundo fueron completamente pisoteados por la verdadera realidad, recordándome cuán ignorante fui al vivir tanto tiempo ajena a ella; cuándo conocí a una especie que interrumpe mi sueño desde el primer día.

Una comunidad, una familia escalofriante para lo que la vida acostumbra a ofrecer a los humanos, una fuera de sí.

Incluyendo, la vida —o la muerte— de un miembro aún más bello y exótico que alguno de ellos. Uno completamente especial:




Zeus Hanotven.





Siéndome realmente complejo describir a semejante ser —no "vampiro" como avalan gran parte de las leyendas populares sino, como él y su especie se autodenominaban: vástagos—, puedo afirmar que Zeus tenia dos lados perfectamente diferenciados: el hombre imponente, grande, seguro de sí, firme ante sus decisiones, sabio frente a los conocimientos que los años le habían concebido.

Y otro completamente opuesto que él, inconscientemente o no, me habia dado el lujo de poder descubrir; uno tan elegante y atractivo como el otro, pero con la diferencia de tener una ligera tendencia a comportamientos y fascinaciones... particulares, e incluso infantiles; generalmente propios de su especie.

Era como un niño que sabía divertirse, —generalmente con cosas que los niños no hacen— pero a la vez, completamente puro; perdido en alguna parte de su infancia. Como si un hermoso niño inocente e ingenuo aún habitara dentro de él, en lo más profundo de sí. Alguien tan puro como exótico, corrompido por lo externo.

Y él se encargara de ocultarlo o quizás, sea cubierto por esas capas de hostilidad e indiferencia que a veces Zeus mostraba con la gente, aunque difícilmente logrando esconder aquello que irradiaba.

Claro que también tenia dos facetas completamente opuestas en todo aspecto. Tenia la capacidad de pertenecer a la luz, como también a la oscuridad, de moverse sobre dos grandes, lejanos y opuestos extremos, que él me había permitido descubrir; a pesar de estar en un sentido literal, muerto humanamente, podía parecer lleno de vida. ¿Como algo tan oscuro podía tener partes que brillen?


Pero como realmente vale la pena, comenzaré por el principio.

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