El silencio del Marqués

Prólogo.

Ella siempre me decía que su destino era morir sola. Yo la miraba, confundido tal vez por la hegemonía de hacer las cosas al revés, le decía:

¿Sola como una caracola?

Sus ojos se posaban sobre los míos, se reía, ese era mi sueño concebido.

Hoy, después de casi un año sin verla. Recuerdo su voz, su silueta, sus mentadas de madre y la fuerza de su naturaleza. La veo en sueños, porque en físico ya no la tengo. El fin lo colocó el estoico mundo que no encajaba en los anhelos.

Somos personas, somos fuego. Críticos ajenos, cristianos en desosiego.

Somos personas que ven, pero que a veces parecemos ciegos.

¿O es que nos hacemos los cortos de vista cuando alguien está en el suelo?

Sólo admítelo, hay cosas mejores que el consuelo.

Ella tiene nombre, decirlo haría que sea poco hombre. Feminazis corriendo con banderolas pidiendo mi pene en vez de mi cabeza. El arte de que me la corten sería su mejor proeza.

El tres de Enero supe de ausencias. Tragedias se asomaron con destreza.

¿Los recuerdos más bonitos de mi niñez?

Solo cuando no veía al marqués. Pero ¡ah! qué lindo era leer a Márquez. Saber que sos el mundo para alguien no tiene punto de comparación.

Mientras la literatura se emperra con la auspiciación, no habrá arte ni verdadera creación.

Como cuando leí a este Youtuber famoso por hacer humor, o como cuando vi ese porno en líneas que causaban destrucción.

Ahora todo el mundo escribe, y no es por pasión.

Cuando dejé el corazón de mi amada en un cofre con los ahorros de mi vida, al irme al trabajo un ratero se llevó el oro que poseía. Y mi esposa, tirada en la cama con esa basurilla.

Así es la vida, algo incierto te colma la mente y luego tiendes a ser vehemente. Es esta la historia del marqués, un tipo impávido, que camina por donde le lleve el lazo del destino. Y hay que decirlo, a veces su sutileza no tiene mucho tino.