SOLO EN CASA

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Es una plácida tarde. Ando en el salón jugando a videojuegos tranquilamente en mi Xbox. Tenía hambre y me parecía que estaban tardando mucho en hacer la comida así que me giré y miré hacia la cocina para ver qué estaban haciendo. 

- ¡Mamáá! ¿Falta mucho para comer?

Mamá vino al salón y me contestó:

- No, venga deja eso, que ya está hecha la comida.

Mamá volvió a la cocina y yo la seguí después. Por lo general, todo fue como siempre: comimos, vimos la tele y me fui a mi habitación a jugar. Estaba en la cama leyendo una de mis revistas favoritas (que también era sobre videojuegos y juegos nuevos), cuando entró mi madre a darme una noticia.

- Cielo, esta tarde tu padre y yo nos tenemos que ir a tratar un asuntillo, ¿estarás bien solo verdad?

No me gustó mucho la noticia. Odiaba estar solo, hay mucho silencio...

- ¿Cuando volvéis?- pregunté un poco preocupado.

- Volveremos sobre las ocho, no te preocupes enseguida estaremos aquí otra vez. Cuida de la casa por mí mientras papá y yo no estemos ¿vale?

Se me escapó un resoplido. Qué fastidio, pero no podía decirle que no.

- Vale...

Sonrió y me dio un ligero beso en la mejilla seguido de una pequeña caricia en la cabeza y se dirigió hacia la puerta junto a papá, que la estaba esperando.

- Recuerda, ahora mismo eres el hombre de la casa ¡que quede todo en su sitio!- me dijo mi padre, sonriente.

- ¡Que sii!- respondí yo.

Papá abrió la puerta y los dos salieron. No tenía nada que hacer de momento así que volví a mi habitación con mi revista de juegos. Estuve un buen rato leyéndola cuando empecé a escuchar de nuevo los gritos de los vecinos de arriba. Eran una señora mayor y su marido, no paraban de discutir todos los días. Resoplé tapándome los oídos e intenté continuar leyendo la revista. Lo estaba llevando más o menos bien, pero de repente me pasó algo raro...

No sé si sería porque los gritos me atrofiaban los oídos pero de repente no oía nada. Me preocupé un poco ¡¿y si me dejaran sordo qué?! A pesar de todo esto, comencé a escuchar un pitido bajito, era raro. No conseguía quitármelo de encima y ya me molestaba bastante. Decidí ir al salón a ver la tele y me di cuenta de que, el pitido se hacía cada vez más fuerte conforme me alejaba de la habitación. Pensé que a lo mejor lograba descubrir lo que provocaba ese pitido si lo seguía hasta que no pudiera subir más de tono, así que me puse a dar un rodeo por la casa. 

Haciendo esto, pude sacar la conclusión de que venía de detrás de la tele. Noo, ¿y si se estropeó? Quise mirar a ver qué le pasaba a la tele, pero por alguna razón me daba pavor acercarme. 

- Vale... Despacito... Nos acercamos...- dije para mí mismo. - Soy el hombre de la casa... vamos allá.

Me fui acercando poco a poco con mucho cuidado y sin hacer ni un solo ruido. Sonó la madera del suelo al pisar en un punto y me dio un susto, pero seguí acercándome. Los pitidos se habían vuelto continuos ahora. Era como un solo pitido continuo, me rayaba la cabeza, ya no lo soportaba más. Ahora estaba en frente de la televisión. Los pitidos pararon de nuevo. Me temblaba un poco el cuerpo pero con un rápido movimiento conseguí ponerme detrás de la tele. Intenté mirar algo de los cables, supuse que los pitidos provendrían de algo que se había estropeado...

Me dio un escalofrío por la espalda cuando sentí que algo pasó rápidamente por el pasillo. Fue como si algo se hubiera arrastrado a cuatro patas con una velocidad mayor de la normal. Ahora ya empezaba a estar asustado, los pitidos habían parado definitivamente pero ahora no me atrevía a salir de detrás de la tele.

HISTORIETAS PARA DORMIR PLÁCIDAMENTEWhere stories live. Discover now