Como un día cualquiera, estábamos comiendo a mediodía mientras estaba puesto el telediario en la televisión. Solía hablar con él sobre las noticias que salían en ella, y comentábamos distintos puntos de vista sobre el tema del que estaban hablando.
Cuando todos acabábamos de comer, mi hermano pequeño se iba a su habitación a jugar, yo ayudaba un poco a mamá a recoger y limpiar un poco y papá se iba al salón a tumbarse en el sofá a ver la televisión.
Mi padre era un hombre amargado, que se pasaba la mayoría del tiempo malhumorado y solía contestarte con bordería, como si no te soportara a veces. Realmente han pasado muchos años ya desde que dejó de ser el padre que yo conocía: algo torpe, cariñoso y honesto. Solo las partes buenas las ha perdido.
Él y mi madre suelen discutir a menudo acaloradamente, sobre su papel como padre la mayoría de las veces. Siempre es lo mismo. Lo único que aporta él es el dinero, no tiene ningún otro tipo de utilidad y no parece tener intención de mejorar por el bien de su familia.
A pesar de todo esto, es verdad que durante el día (si no ha tenido un mal día y no le digo nada que pueda molestarle, como pedirle un favor) se comporta de manera amable y cariñosa conmigo (mayormente soy yo la que más habla con él y eso que apenas paso tiempo con él porque a veces me hace sentir incómoda).
Muchas veces me sentía incómoda con él porque era consciente del estado en el que se encontraba y parecía que quería arrastrarme con él y hacer que yo también me deprimiera porque se sentía solo.
Mi padre no fue una persona a la que adorar para mí precisamente pero tenía algo que realmente me aterraba. Hacía cosas tan extrañas que al final nos acabaron dando a entender a mí, a mi madre e incluso a mi hermano, de que tenía un serio problema.
Hoy estoy aquí para contaros una anécdota sobre ese tipo de cosas que hacía...
Como ya he dicho, durante el día mi padre suele comportarse de manera amable y cariñosa, como si nunca hubiese roto un plato, pero cuando se hacía de noche era... distinto.
Mi padre fuma mucho y suele oler siempre a tabaco, allá donde va, muchas veces deja el olor a tabaco. Y gracias a eso y a otros factores descubrí una de sus facetas más escalofriantes.
Normalmente yo escucho música de noche en mi habitación y con los cascos puestos no me entero de nada que ocurra fuera de mi habitación.
Una vez me dirigí al baño para rellenar mi botella de agua y al salir al pasillo, en medio de la oscuridad, vi su espalda bajando las escaleras despacio. Eso me extrañó mucho al principio, no sabía a donde iba, intentaba pensar que bajaba a la cocina a por agua o algo así pero por alguna razón no me acababa de creer esa idea.
A partir de entonces, todas las noches pasaba lo mismo: cada vez que salía a rellenar la botella de agua me lo encontraba en el pasillo bajando las escaleras lentamente, sin hacer ruido. Ya me empezaba a asustar.
Empecé a pensar en algunos factores y me di cuenta de que, ya desde que yo era pequeña, mi padre tiene (al menos la gran mayoría del tiempo) la cara completamente roja. Hace unos años recordé haberle preguntado por qué tenía la cara tan roja y me respondió en broma que se había comido una guindilla. Nunca supe el verdadero motivo hasta hace poco.
Una noche, él se empezó a comportar de manera verdaderamente aterradora. Yo iba una vez más a rellenar la botella de agua al baño y me lo encontré de nuevo, ya no suponía una sorpresa para mí. Sin embargo, su comportamiento extraño me dejó helada. Él siempre bajaba las escaleras lentamente y hacía como si no le hubiera visto, pero esta vez... él se quedó parado delante de la puerta de su habitación, observándome fijamente y completamente quieto.
Me quedé petrificada por un momento, no sabía por qué pero no quería entrar en el baño hasta que él se fuera y me quedé mirándole con una sensación de pavor.
Finalmente él se dispuso a bajar como siempre lo hacía y yo me sentí algo aliviada. Su comportamiento incomprensible cada vez me aterraba más. Sentía que ese hombre ya no era mi padre. Era como si fuera un desconocido que se había colado en casa. Sentía eso siempre que lo veía de noche, escondiéndose como si no viviera aquí.
Hubo una noche en la que reuní el suficiente valor para seguirlo hasta abajo y ver a dónde se dirigía y qué iba a hacer. Gracias al olor a tabaco que él dejaba por donde pasaba, podía saber el momento en el que él acababa de bajar las escaleras. Cuando yo ya sabía que él estaba abajo y no podía verme bajar, le seguía lo más disimuladamente que podía, intentando no hacer nada de ruido.
Vi que él salía se dirigía a la caseta del jardín a través de la puerta del garaje y lo seguí.
Finamente cuando ya estaba en el jardín no conseguía verlo, tal vez estaba metido en la caseta.
Decidí dar marcha atrás y volver a mi habitación. Esa noche no dormí mucho.
Al día siguiente yo ya había descubierto que papá se escondía en la caseta por las noches para hincharse a beber cervezas. Encontré una vez unas sin abrir dentro de la caseta, medio escondidas entre las cosas. Ya no podía estar más deprimida.
A la noche siguiente no quise volver a salir de la habitación. Tenía miedo. Sentía como si hubiera un desconocido en casa. Pero a pesar de eso cuando se me terminó la botella de agua me pudo la sed y quise rellenarla como hice los otros días. Mas algo me inquietó antes de salir de la habitación. Puede sonar loco pero... sentí que él estaba justo detrás de la puerta, en silencio. Sé que era él por el olor a tabaco. Se escuchaba su profunda respiración.
En ese momento no supe qué hacer, me quedé en blanco y tenía escalofríos. No podía volver a la cama pero tampoco podía salir de la habitación. Era como si me estuviese vigilando para que no saliera y eso me daba miedo. Era escalofriante la forma que tenía de vigilarme en silencio, era un contraste importante con su comportamiento durante el día, que solía hablar mucho más.
Cuando tomé la decisión de volver a la cama, pasaron unos minutos hasta que se fue, pero aún así no pude dormir esa noche. No quería que la siguiente noche volviera a hacer lo mismo, realmente me daba miedo.
***
Pasaron unos meses desde que papá ya no está con nosotros. A veces sentía que me perseguía por el jardín por las noches y ya no quería estar fuera por esa razón.
Un día, mi padre desapareció de repente y no lo volvimos a ver nunca más. Ninguno de nosotros sabemos ni en qué momento se fue ni cómo ni por qué.
A veces cuando salgo al jardín siento de alguna manera que me está observando.
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HISTORIETAS PARA DORMIR PLÁCIDAMENTE
HorrorSe trata de una serie de breves historias con distintas tramas que es posible que te ayuden a dormir increíblemente bien... si tienes una mente algo perturbada claro. © Copyright.