– ¿Qué verga acabamos de vivir? – dijo llevándose las manos a la cabeza.
–Serás mi sirvienta por una semana –dije con una sonrisa triunfal.
–Esto tiene que ser mentira... no puede ser posible. –Caminaba frenéticamente por todo el cuarto con la mirada gacha. –De seguro le pusiste algo al cereal... Sí, eso fue, como a ti no te gusta perder le pusiste algún tipo de droga o alucinógeno a mi comida para que yo me imaginara cualquier cosa –gritaba aun alterada –. Pensé que eras mi amiga, como fuiste capaz de hacerme algo así; yo se que a veces te molesto, pero tampoco para tan...
– ¡Te puedes callar de una puta vez! –grite –. Yo no le eche nada a tu comida –empecé a hablar bajo para no hacer mas escándalo y que mi mamá no se despertara.
– ¿Y como me explicas todo lo que paso? –replico ya más calmada.
–Ya te lo dije, todo pasa gracias al teléfono... bueno... es lo único que se, tampoco logro comprenderlo del todo.
–Pero... No sé, no puede ser...
– ¿Aun no me crees?
–Estoy muy confundida, no sé qué creer. –Se tiro a la cama.
–Y como explicas que estas en ropa interior. –La señale. –Apuesto a que ni lo habías notado.
Laura rápidamente baja la mirada a sus piernas desnudas y de un salto se levanta de la cama y me queda viendo fijamente.
–¡Jajajajaj! No puede ser. –Una gran sonrisa empieza a formarse en sus labios. –En realidad paso.
– ¿Ahora si me crees? –Me cruce de brazos.
–Me cuesta creerlo pero si... Es increíble –chillaba de la emoción –. Imagínate cuantas cosas podemos hacer y... Espera... Eres una maldita –Se acerco rápidamente y antes que pudiera reaccionar me dio un fuerte golpe en el brazo.
– ¡Que te pasa pendeja! –Le recrimine –, ¿estás loca? Eso me dolió.
–¿Qué me pasa? –respondió –. Que estaba de lo más rico teniendo sexo con el hombre más bueno que he visto en mi vida y llegas tu toda loca a prenderle fuego a la casa.
–Sí que te pasas ¿he? –Le di un empujón y cayó a la cama. –Ni siquiera sabias quien era ese tipo... quien sabe si te hubiera lastimado.
–No me lastimo pero sí que me hizo gritar –dijo pícaramente.
– ¡Hey! No seas cochina.
–Hubieras visto como lo tenia de grande –seguía diciendo sin pena alguna.
– ¡Oye no! Eso es privado. –Mi rostro empezaba a enrojecerse. –Además, como se te ocurre salir corriendo y abalanzarte sobre un desconocido.
–No lo sé, la verdad no pensé nada en ese momento... La verdad ni yo entiendo porque lo hice, solo me dieron ganas de correr hacia él y ya.
–Entiendo, en parte no es culpa tuya, la canción influye un poco en nosotras... creo.
–Pero enserio. Estaba teniendo el mejor sexo de mi vida... hasta que llegaste tú y lo arruinaste.
–Ya cállate. –Agarre la almohada y me abalance contra ella.
Laura trataba de defenderse pero era imposible, había puesto todo el peso de mi cuerpo sobre ella y con movimientos rápidos empecé a darle con la almohada. –Para ver si se te quita lo cochina ninfómana.
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Caminando entre canciones
FantasyMónica empieza a vivir grandiosas aventuras dentro de las canciones que escucha. Una vez por dia tiene la posibilidad de transportarse a la historia de una canción escogida en modo aleatoria, mediante un extraño teléfono que su mamá le regaló