La noche del anterior viernes se había llevado una sorpresa cuando Seokjin, un buen amigo que asistía a sus clases, le había dicho que le presentaría a alguien. Al principio se molestó un poco porque él se atrevía a tomarse esas libertades, pero finalmente había descubierto que era imposible enfadarse con Seokjin, cuyas intenciones no habían sido otras que ayudarlo a disolver el regusto a amargura que había quedado después de romper con su antigua pareja.
—Jimin es un estupendo chico, muy responsable y buena persona —le había comentado mientras estaban sentados a la mesa y Namjoon estaba afuera esperando por el chico—. Pero estoy seguro que tampoco le hará gracia encontrarse con alguien nuevo. Es un chico bastante dulce, pero con el tiempo ha ido perdiendo sus sonrisas. Se vio obligado a forjar más su carácter.
—¿Y eso?
—Ya te lo contará él si llegan a simpatizar. Sólo te pido que le devuelvas las sonrisas por lo menos esta noche.
Pero después de verlo, a Yoongi le habían dado ganas de devolverle las sonrisas muchas noches más. Seokjin le había hablado buenas cosas de él, pero nada acerca de su apariencia, y resultó que era un chico demasiado guapo para ser verdad. Sus ojos algo reacios, pero con destellos de curiosidad, lo habían mirado de arriba abajo, y eso le agradó. Al principio no fue tan fácil hablar con él, y lo invitó a bailar para que los dos soltaran un poco los nervios. Le gustaba lo que veía en Jimin. Sus hermosos ojos le hablaban de la dulzura que había tras la precaución. Cuando le vio marcharse tan de pronto, pensó que había sido su culpa, que había hecho o no hecho algo que le había molestado. Pero cuando lo siguió afuera, lo vio intentando protegerse del frío de pie en la acera, como alguien frágil que en realidad temía dejar que sus barreras fueran destruidas.
Las horas que le siguieron después de que se separaron esa noche, aún conservaban el regusto dulce que le había dejado conocer a Jimin. El chico despertaba su interés, y esperaba que él sintiera lo mismo. No dejaba de pensar en el sonido suave de su risa, ni en esas sonrisas que se mostraban en sus labios pero que eran cautelosas en sus ojos.
Y cuando Jimin lo llamó esa noche, el corazón prácticamente se le sale por la boca de la emoción. Los nervios le carcomían, pero esperando hacer una buena jugada, se decidió por preguntarle si podía ir a verlo. Cuando escuchó su respuesta afirmativa realmente sintió una alegría que desde hace tiempo no sentía. Volvía a sentirse vivo, con las emociones a flor de piel, ilusionado, esperanzado, y feliz.
Estar con Jimin era olvidarse de que existían otras personas aparte de los dos. Era sonreír hasta que sus mejillas dolieran acalambradas; era morderse los labios para no evitar asaltar su boca con la suya.
Saber que Jimin se hacía cargo de su hermano, que lo cuidaba y protegía, que había perdido a sus padres, que trabaja en su casa responsablemente, y que aún así había dejado una pequeña abertura en su vida para que él se colara por ella, le emocionaba sin límites. Se dio cuenta que éste era una buena persona, y no necesitaba más que eso para ir por él. El resto se vería en el camino. Y sin importar si iba muy rápido o no, no pudo resistir más tiempo la tentación que había estado haciendo a un lado desde que lo vio por primera vez. Lo besó. Y se había sentido tan correcto, tan natural, tan bien...
Ahora estaba en un grave problema. Estaba encaprichado con Jimin y no daría un paso atrás a menos que él se lo pidiera. Pero parecía que Jimin estaba dispuesto a tener algo con él también. Sonrió feliz con la mirada soñadora perdida en el cielo raso de su alcoba. Y recostado de espaldas como estaba, tomó su celular en el cual la última llamada registraba un número desconocido, pero que ahora sabía que era el de Jimin. Le escribió.
‹‹Llegué a mi apartamento hace un momento. Espero que tú y tu hermano lleguen bien a casa también. Gracias por una noche tan dulce... un beso››***
Sintió el sonido de un mensaje en su celular cuando colgaba su abrigo en la entrada. Su hermano había entrado a la cocina por un vaso de agua y él aprovechó para sacar apresurado el teléfono de su bolsillo. El mensaje de Yoongi le arrancó una sonrisa y sus mejillas se enrojecieron.
—¿De qué te ríes? —preguntó su hermano, apareciendo con el vaso entre sus manos.
—Uy... de nada —carraspeó, poniéndose serio otra vez y guardando el teléfono—. No seas tan metiche, y mejor vete a dormir que ya es tarde.
—Mm —murmuró Hoseok con las cejas alzadas—, si crees que estas siendo discreto, pues te informo que no lo eres.
Jimin no supo qué responder, y sólo se quedó mirando cómo el chico desaparecía escaleras arriba haciéndole una breve seña de despedida. Él también subió segundos más tarde para encerrarse en el baño unos minutos e hiperventilar con su reflejo del espejo. Luego de que lavó sus dientes, salió hacia su habitación, se puso el pijama rápidamente y se metió a la cama. Alcanzó el teléfono y tecleó. ‹‹Nosotros también llegamos bien. Gracias por venir y hacerme compañía. Otro beso para ti››
Se quedó mirando el teléfono después de que envió el mensaje. Eran cerca de las cuatro de la madrugada y sus ojos comenzaban a cerrarse cuando la alerta de mensaje sonó otra vez. ‹‹Mañana en la tarde tengo una presentación. ¿Quieres ir a verme?››
Rió un poco sólo por el placer de reír. ‹‹Claro››, respondió sin dudar demasiado. Y se quedó dormido a los pocos minutos con el teléfono en la mano y una sonrisa en los labios.
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Sweet Winter || Yoonmin
FanfictionJimin y Yoongi son dos hombres que, presentados por sus amigos, se ven envueltos en una noche dulce y diferente. Ellos no buscaban exactamente el amor, pero descubren que es justamente éste el que les ofrece la mejor alternativa para encontrar calor...