El invierno le había obligado a andar frecuentemente a pie. Las bujías de su Peugeot 404 del año 1972 estaban congeladas por las nevadas que habían estado arreciando a la ciudad los últimos días. El taxi al menos llevaba puesta la calefacción y los dientes le habían dejado de castañear a medida que avanzaban las calles. Jimin hizo parar el vehículo frente al Orión, un pub bastante aceptable que solía frecuentar los viernes con su mejor amigo. Pagó la tarifa, y enrollando mejor la bufanda alrededor de su cuello, bajó del taxi.
Namjoon estaba esperándolo en la entrada. Al verlo, Nam se alegró tanto que prácticamente corrió hacia él para saludarlo en un abrazo. Jimin alzó una ceja. Primero, no era normal que lo esperara afuera un día tan frío. Y segundo, su alegría era excesiva, como si hubiese hecho alguna travesura y quisiera amilanar el enojo de Jimin que sabía vendría si llevaba a cabo alguna de sus artimañas.Jimin se dio cuenta. Lo separó de sí mismo apoyando sus manos en sus hombros, y con el rostro serio, le miró, provocando escalofríos en su amigo que poco tenían que ver con las temperaturas bajo cero.
—Oh, por Dios. Esto es una trampa. Una maldita trampa —musitó Jimin con los ojos como platos. Se dio la vuelta para pedirle al taxi que lo llevara de vuelta pero este ya doblaba en la esquina.
—Jimin, espera, escúchame —pidió.
—Nam, no —se lamentó—, escúchame tú a mí —dijo, frunciendo el ceño por esos ojos de cordero que lo miraban suplicantes—, sólo hay una razón por la que esperarías aquí afuera, y es porque temes que allí adentro te deje en vergüenza. ¿Quién es esta vez? ¿Tu vecino, un cliente, un...?
—Jimin, por favor —le cortó. Casi podía ver las llamas de la furia creciendo en la mirada de su amigo—. Es el instructor de yoga de Seokjin. Vamos, es un tipo agradable. No es para que te cases con él tampoco, no exageres.
—Me lo prometiste, Nam. Que no arreglarías ninguna cita para mí después del último tarado que me presentaste —ahora su tono era triste. Y Namjoon hubiese preferido seguir escuchando el tono punzante y enfadado.
—Amigo mío de mi corazón, este no es ningún idiota, lo prometo, ¿bien? —dijo él, consiguiendo que Jimin abandonara su postura a la defensiva aunque aún lo miraba con sus ojos entrecerrados—. Ven, entremos —Jimin se dejó medio arrastrar hacia el interior del local mientras ese suave retumbar de la música se acrecentaba en sus oídos. Negó con la cabeza porque Nam siempre terminaba convenciéndolo—. Jinnie me contó que él no es alguien que anda por la vida con reputación de gigoló como... eh, el último tipo ese —le dijo mientras avanzaban entre las mesitas ocupadas ya por gente—. Bien, él salió hace poco de una relación larga, de esas largas, ¿entiendes?
—Supongo —murmuró mientras se encogía de hombros, pero Jimin ya tenía mejor ánimo. Al menos conocería a alguien sin extrañas reputaciones.
—Allí están.
Nam se detuvo delante de Jimin y por poco hace chocar al otro hombre con su espalda. Dejó que su amigo mirara hacia el frente y evaluara por sí mismo al sujeto que conversaba con el novio de Nam, Seokjin. Era un tipo delgado, de piel blanca, y pelo negro cayendo en mechones desordenados con reflejos rojos debido a las luces del local. Se encontraba sentado de perfil a Jimin, por lo que éste podía tener una buena visión de él, y su mirada por alguna razón se centró en sus brazos, tonificados y en apariencia fuertes aún bajo el sweater de lana con cuello alto que llevaba, capaces de abrazar, de proteger.
—Toma —le dijo Nam sacándolo de su ensueño. Jimin miró hacia abajo y vio un pañuelo de papel que era ofrecido por la mano de su amigo. Jimin alzó las cejas en señal de pregunta—. Para que te limpies la baba —y se carcajeó mientras se dirigía a la mesa con aquellos dos ocupantes.
Jimin negó con su cabeza y finalmente tuvo que contener una sonrisa mordiéndose los labios. Suspiró y se acercó a la mesa.
—¡Jimin, buenas noches! —exclamó Seokjin, evidentemente muy contento de verle llegar—. Él es Yoongi —añadió enseguida, dirigiendo su mirada hacia el aludido.
Ese tal Yoongi alzó su mirada hacia Jimin, y dejando su botellita de Coca-Cola a un lado, se puso de pie para saludarlo con una rápida venia. Jimin hizo lo mismo. Cuando sus ojos se encontraron ambos sonrieron levemente, como si tuvieran la misma aversión a conocer a alguien nuevo, pero que no pudieran evitar sentir el tirón de los hilos entre ellos.
Marrones. Sus ojos eran como chocolate fundido. ‹‹Una delicia›› pensó Jimin sonrojándose.
Todos se acomodaron en su asiento. Jimin pidió una botellita de cerveza aprovechando que no manejaba esa noche y se dispuso a escuchar lo que hablaban Seokjin y Yoongi antes de que él apareciera. Algo acerca del yoga; que el cuerpo se dividía en almas según la doctrina Hindú o algo así era lo que alcanzaba a oír. Nam arrimó su silla un poco a la de él.
—¿Y bien? —preguntó Namjoon cerca de su oído.
—¿Y bien qué? —preguntó, rodando los ojos, aun cuando sabía a lo que se refería. Miró unos segundos a Yoongi que al otro lado de la mesita conversaba con Seokjin, descubriendo que le agradaba la forma en que sus labios se movían cuando hablaba. Sonrió un poco—. No está mal, pero no hemos hablado nada.
—Ah, pero nosotros podemos solucionar eso —dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Qué? Namjoon, no hagas nada.
—¡Jinnie! —dijo Namjoon en voz alta para que su novio escuchara por sobre la música. Tanto el aludido como Yoongi giraron su rostro hacia él—. Vamos a bailar un poco, ¿sí?
Seokjin sonrió animado, y asintió. Jimin leyó en sus labios que le había dicho a Yoongi: ya volvemos.
Entonces Yoongi y Jimin se quedaron solos en la mesa para vergüenza del último por la poca discreción de los que eran sus amigos. Jimin se preguntaba si Yoongi sería tan víctima como él de los planes siniestros de su gran amigo y Seokjin. Y había algo en sus ojos que le decía que sí, pero que no estaba tan descontento con el resultado de esa artimaña. Jimin se sonrojó al verse envuelto por esa mirada de chocolate.
—Lamento que Namjoon te haya forzado a entrar —fue lo que dijo Yoongi después de un rato en el cual ambos bebían sorbos de sus bebidas y se miraban de soslayo. Jimin lo miró sorprendido—. Jinnie me habló de que no suelen agradarte las citas que él planea.
—¿Él te dijo eso? —preguntó sorprendido. Su cara enrojeció de la vergüenza.
—Descuida, si te sientes incómodo, puedo marcharme. Después de todo, soy como intruso entre ustedes.
—No, de ninguna manera. Mira, no es que no me interese salir con nadie. Es sólo que de momento no es una prioridad para mí.
—De acuerdo —asintió—, para mí tampoco —añadió en un tono que no convenció mucho a Jimin, lo cual le hizo reír suavemente. Yoongi sonrió también y añadió—: ¿Quieres bailar?
Jimin rió un poco otra vez por lo contradictorias que habían sonado esas palabras. Asintió apartando la botellita de cerveza.
—Claro.
♡
¡¡¡SORPRESA!!! He vuelto y con un nuevo fic, una nueva adaptación <3. Quería disculparme por no haber estado aquí todo este tiempo, pero la Universidad me tiene repleta de trabajos, y mi tiempo libre lo uso para descansar y no hacer nada JAJAJAJ, por lo mismo, como recompensa les traigo esto!
Espero que les guste tanto como a mí, por eso quise adaptarla, y aclaro que esta historia NO me pertenece, todos los créditos a Cezf2102.
Muchas gracias por la espera y espero que disfruten Sweet Winter, besos!
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Sweet Winter || Yoonmin
أدب الهواةJimin y Yoongi son dos hombres que, presentados por sus amigos, se ven envueltos en una noche dulce y diferente. Ellos no buscaban exactamente el amor, pero descubren que es justamente éste el que les ofrece la mejor alternativa para encontrar calor...