Prólogo

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— ¿Crees qué si consigo una ardilla de mascota pueda conseguir un harem de chicos guapos? — pregunté a través de la pantalla de mi laptop.

Emily me miraba atentamente detrás de la pantalla mientras bebía de su jugo, sus oscuros ojos me observaban fijamente, conocía esa mirada muy bien. Era la mirada de "¿Eres idiota?", solía dármela una o dos veces al día.

—... Aveces me pregunto de donde sacas tantas estupideces...

— ¡Sólo piénsalo!, ¡Yona tiene a Ao y tiene un sexy harem de dragones!, ¡Hasta la idiota de Ema tiene a sus hermanos babeando por ella gracias a Juli que también termina siendo parte del harem!, ¡Tener una ardilla es la clave!— exclamé abriendo los ojos.

— ¿Sigues viendo a un psicólogo? — preguntó entrelazando sus dedos.

— ¡Emy!— le regañé.

— Nia, todo eso no es más que una historia inventada por otra persona, no por que eso pase en un anime, mango, videojuego o lo que sea significa que vaya a pasar en la vida real... — me explicó con la paciencia con la que le explicas algo a un mocoso castrante.

— Eso ya lo sé. — dije rodando los ojos, normalmente no hacía eso por qué me dolía la cabeza. — ¡No pierdo nada con intentarlo!, ¡Además quiero una mascota!, ¡Te pedí un hurón por mi cumpleaños y en cambio me diste un álbum de EXO!

— ¡A ti te encanta EXO!, ¡¿Para que demonios quieres una rata salvaje con rabia?! — me contestó exaltada. Era raro hacerla enojar, pero yo poseía ese don.

— ¡No importa para qué yo quiero una ardilla y la voy a conseguir! — estaba a punto de cortar la videollamada— ¡Y se llama manga, no es una fruta tropical!

Cerré con fuerza mi laptop dejándola con la palabra en la boca y dando por finalizada la videollamada.
Un par de segundos después volví a abrir la laptop y la volví a llamar. Pasó el tiempo y creí que no me contestaría hasta que su rostro apareció delante de mí.

—Perdón por gritarte — me disculpe. —¡Pero fue tu culpa!— dicho esto volví a cerrar con fuerza la laptop.

(...)

Yo era coreana-inglesa, sin embargo, había nacido y crecido en Liverpool. Hace un par de meses, cuando mis padres se divorciaron, mi mamá, mi hermana menor, Jyah y yo vinimos a Corea. El idioma no me era desconocido ya que lo hablábamos en casa.
Esto era un poco difícil para mí, sin embargo, no tanto como lo era para mi mamá, así que debía adaptarme lo más rápido posible para que mamá viera que Jyah y yo estábamos bien.

13 guys not 17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora