O19.

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Ahora, frente al portón del enorme hogar de Son Chaeyoung, se replanteaba la idea de darse la vuelta e irse como un pobre cachorro asustado. Porque sí, la famosa cita estaba a punto de empezar nada más tocara la puerta. Sus manos sudaban mientras acomodaba su cabello por milésima vez en el día, a la vez que intentaba recordar si tenía todo lo necesario en su bolso.

Estaba siendo un poco exagerada pero no todos los días tenía una cita. ¡Y menos si era con Son Chaeyoung! Mina inhaló y exhaló repetidas veces para al menos reducir los latidos rápidos de su corazón. ¿Por qué tenía que ser tan tonta en estos momentos? Debería estar ansiosa, emocionada, feliz de tener un encuentro con ella, pero no. Solamente podía morderse las uñas del nerviosismo.

—¿Señorita?


Mina saltó en su sitio dejando salir un para nada discreto grito ahogado. Su corazón acelerado volvía a hacer su aparición y llevó sus manos a su pecho como si eso fuera a calmar el susto que se había llevado. Una brillante rubia de ojos ligeramente grandes la miraba divertida, no podía culparla cuando prácticamente había hecho el ridículo.

Le dedicó una pequeña sonrisa y un saludo, con un ademán le hizo seguirla pasando por el portón, pero esta vez trató de controlarse para no hacer el ridículo por tercera vez en el día.

Sus ojos bailaban de un lado a otro intentando captar todo lo que se mostraba a su alrededor con gratitud. Los perfectamente arbustos podados parecían ser de plástico al verse tan cuidados a la vez que unas pequeñas flores de color rosa pálido estaban encima de ellos. A la luz del día se veía todo tan mágico que creía que no podía ser tan real como se mostraba.


—Lamento haber aparecido repentinamente, fue mi error. —La melodiosa voz de la que parecía ser una de las empleadas de Chaeyoung captó su atención. —La señorita Son me pidió rápidamente que viniera a buscarla. Uh... por favor, no le diga que le dije esto.

Mina se sonrojó hasta las orejas. ¡La había estado observando todo ese rato mientras ella hacía tonterías por ahí! —"Jung, ve a buscar a la señorita Myoui. Me gustaría contemplarla más, pero, si sigue ahí, me veré obligada a tener una cita con un tomate rostizado." —La chica rió con discreción y Mina lo hizo también con la vergüenza a flor de piel.

—¿De verdad dijo eso? ¡No tiene vergüenza! —Murmuró lo suficientemente alto para que la chica la escuchase, pero al no escuchar ninguna respuesta decidió callar y seguirla detrás.


—Así que no tengo vergüenza... —Los vellos de su piel se erizaron al segundo de escuchar la grave pero femenina voz de Chaeyoung a sus espaldas. Sus músculos se tensaron cuando su mano recorrió toda la espalda y cintura de la pelirroja con cautela, produciéndole suaves cosquilleos con sus dedos hasta que de una sola maniobra logró girarla, quedando sus rostros frente a frente. Sus labios a punto de tocarse.

—No, no tienes vergüenza. —Habló con un hilo de voz mirándola a aquellos oscuros ojos que le miraban juguetones. Su sonrisa se ensanchó y Mina sonrió de la misma manera. —¿Querías tener una cita con un tomate rostizado? —Chaeyoung carcajeó.

—No me importaría si ese tomate fueras tú, cariño. —Murmuró en sus labios para luego posarlos por unos segundos descomponiendo todo su sistema. Mina gritó internamente por el apodo tan lindo que había salido de su boca. Solamente para ella.


—Ya te has puesto roja, solamente falta que te pongas bajo el sol. ¿Lo ves? —Murmuró en su rostro con un deje de diversión haciéndola reír. —¿Ya te han dicho que cuando estás enamorada pareces una verdadera tonta?

—Uhm, no. Pero sé que lo que estoy siendo ahora, porque estoy nerviosa y avergonzada. Ese tipo de cosas. —Chaeyoung se alejó rascándose la nuca mientras miraba hacia otro lado con las mejillas rosáceas.

—Eso significa que si no estuvieras de este modo... ¿No estarías tratándome como lo estás haciendo ahora? —Mina preguntó con curiosidad. —Uhm, exactamente. Si no estuviera así, estaría tratándote mejor. ¿Cómo una reina tal vez? —Tomó su mentón con suavidad dejando un casto beso en sus labios por segunda vez. —Ven, pasemos.


Y así era como empezaba la cita de su vida. La puerta se abre ante sus ojos dejándola descubrir una sala llena de flores con colores vivos además de cuadros del mismo tono contrastando entre el negro y el blanco.


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VIVID。 ── MICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora