¿Por qué no volvemos?
Es lo que me pregunto a diario intentando buscar alguna respuesta en mi interior. Tan desesperado por ello como alguien que necesite el aire en un momento de crisis. Miro mi entorno. Oscuro y solitario, con un verde horrible en las paredes y pedazos de vidrio esparcido por el suelo a causa de la rabia que tengo. Nada que ver con su calidez, su vida entera es luz.
¿Por qué no volvemos?
Los recuerdos llegan de golpe a mi mente haciéndome saber que jamás podré cambiar el pasado como se puede hacer con un futuro. Allí estaba yo, siguiéndola, notando lo indefensa que se encontraba en aquel instante donde no sabía y nuestras vidas se encontraron. Mi capucha se encontraba sobre mi cabeza ocultando mis cabellos plateados (casi blancos) y tras mirar a mi alrededor, corrí. No habían tantas personas que pudiera defenderla. Tomé su bolso logrando poder arrancárselo sin detener mi carrera.
—¡Auxilio!
Recuerdo sus gritos aquel día, pidiendo ayuda de ese fugaz asalto. Coloco mis codos en mis rodillas, mis manos sujetando mi cabeza. Mi oscura vida se basaba en eso, y como no tenía madre, mi padre me enseñó que la vida era más divertida al conseguir las cosas más fáciles: robando a todo aquel que quisiera. Luego, a mis diecisiete años, murió para dejarme esta vida de miseria que llevo hasta cuatro años después. Aprieto mis labios, las imágenes en mi cabeza aún están ahí.
Su cabello platinado esparcido en las sábanas mientras reía con fuerza por las cosquillas que mis dedos le provocaban en su cuerpo, cerca del ombligo. Iluminándome con su dulce mirada, esos ojos azules y sonrisa resplandeciente…; eran momentos en donde lograba sonreír. Donde me sentía pleno. Lo admito, tenía miedo de lo que no conocía…, ahora tengo miedo de perderla para siempre y haberme terminado de hundir en este mundo. Todo por ser egoísta y quedarme a su lado, sin que ella supiera que su pareja había sido el ladrón que le defraudó la vida aquel día.
—Soy un imbécil… —susurro con mi espalda apoyada en pared, sentado en el sucio suelo del departamento.
¿Qué cómo llegué a quererla?
Esto es así...
Era un día gris cuando la reconocí trabajando en un simple restaurante, limpiaba una de las mesas mientras yo la observaba sin disimulo alguno. Ese día no llevaba mi capucha puesta, ni siquiera el mismo suéter; y tenía mucha hambre. Era el primer día que iba a ocupar parte del dinero que gané de un juego que había en el bolso de aquella mujer, y que sin embargo, ya no deseaba ocupar.
Estaba triste. Me intrigaba. Caminó pasando por al lado mío cuando alguien (que muy pronto me enteré que su nombre era Mérida) la detiene para preguntarle que sucedía. Fue el momento en que la culpa me carcomió por dentro.—Tenía ese juego de la lotería para ver si ganaba y… —suspiró, encogiéndose de hombros— Un desgraciado me arrancó el bolso, ¿qué más puedo hacer?
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Hello, It's Me❄ #CLJelsa2
Short StoryHistorias para un concurso literario para reanimar este fandom❄