"EL ÓMNIBUS" PARTE FINAL

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-¿Así que fue esto lo que ocurrió?- exteriorizó

El interlocutor afirmó con la cabeza.

-Jamás te diste cuenta de nada, porque antes que reacciones ya estabas muerto, ni siquiera tuviste tiempo para sentir dolor, solo un enorme peso, el cual no era sino tu cuerpo cayendo hacia atrás, por esta razón subiste a mi bus pensando que aún vivías y lo hiciste tan de prisa y ensimismado que no notaste el claro cambio sino hasta después de haberte acomodado.

Luego de haberle dicho esto, le extendió la mano, y él ya sabiendo para qué, hizo lo mismo, y al instante aparecieron nuevamente en el bus.

-Tengo una última pregunta... Si es verdad que todo sufrimiento desaparece cuando uno muere, ¿Por qué aún siento esta zozobra infinita por mi familia?

-Es natural muchacho –contestó –, antes de perecer cualquier ser humano, ya sea de forma consciente o inconsciente; llegará a su interior reiteradamente, el anhelo indescriptible de ver a sus seres más amados lo más pronto posible, porque sabe su espíritu de alguna manera, que no los podrá volver a tocar jamás, mientras estén vivos. Por esta razón es que me he detenido necesariamente cerca de tu casa, para que al menos te despidas desde la puerta del bus, pues como comprenderás; no te será posible bajar de él en ningún momento mientras este mundo exista.

En ese instante, por la puerta de la casa del frente salió una niña, jugueteando con un cachorro, lleva en brazos su muñeca, esa que nunca la separa de ella desde que el padre se la compró, ni siquiera cuando duerme, luce un vestido corto y su color cielo la convierte en más grácil de lo que es, sonríe, sonríe mucho, y eso contenta también a la anciana que va tras de ella seguramente para vigilarla, o quizás para acompañarla a jugar. Al pasar unos escasos segundos aparece por la misma puerta una hermosa mujer, es de mediana edad. Ella al parecer no tiene prisa, lleva el cabello libre y un vestido ceñido que promueve su esbeltez. Se detiene en una de las sillas que posan en el jardín, y se acomoda a observar el retozo de la pequeña y la anciana. Al parecer esperan a alguien; y el que las mira desde la escalera de un bus invisible, sabe que es a él, sabe también con desazón que la espera de aquellas mujeres es vana.

-¿Por qué?... – dijo apesadumbrado, en tanto colocaba sus manos en el vidrio que le impedía aproximarse - no será lo mismo si me despido desde esta distancia, por favor, permíteme aunque sea un instante acercármeles.

-Lo lamento, pero es imposible.

-Pero, ¿por qué lo es?

Porque si te bajas nunca podrás regresar, y quedarás errante por el mundo para siempre con las almas demoniacas que no tienen derecho a la salvación, además, solo podrás ver a los tuyos mientras vivan, puesto que cuando mueran vendrán a mi bus y mi bus es invisible a los ojos de los errabundos espíritus.

-Pero no habrá otra salida, al menos una, te lo ruego.

-¿Por qué me ruegas? - contestó el chofer molesto - te pido que no lo vuelvas a hacer jamás, pues solo a uno se le ruega, y ese es el que todo te ha dado desde su trono.

Está bien, pero comprenda usted que se trata de lo que más he amado en el mundo, no podría acaso llevarme igual que hace un momento lo hicimos, y luego retornarme.

-Insensato, acaso aún no ves con claridad lo que sucede. Si rememoras, hace unos segundos no estuvimos en el presente, sino en el pasado.

-Entonces, quiero ir al menos al pasado a despedirme.

-¿Con quién crees que tratas muchacho? - expuso en tono elevado - acaso con un genio tuyo que puede cumplir lo que se te antoje.

Al escuchar esto, el rostro del infortunado pasajero cambió totalmente. Dio un giro violento, y en lo que subía las pequeñas escaleras para dirigirse a su asiento, enunció:

"EL ÓMNIBUS"Where stories live. Discover now