1

4.4K 441 152
                                    

Cuando te enamoras de tu amigo más cercano, normalmente hay dos opciones: si siente lo mismo, todo podría salir perfecto y sois una pareja feliz. Si no siente lo mismo, la amistad podría tomar dos rumbos, uno bueno y otro malo.

El malo es al que todos acabamos llegando y es que es el fin de la amistad. El bueno, es hacer como si nada pasase y poner la amistad ante todo. El menos probable.

No era lo que a mi me pasaba con Ten. Un pequeño Tailandés que llegó hace solo un par de años a Seoul. El chico al que cada día le enseñaba una nueva frase en coreano y que aunque aún tenga ese acento tan adorablemente extraño al hablar el idioma, ahora es todo un genio para comunicarse.

Puede salir a todos lados sin que yo esté a su lado siempre. Básicamente, ya puede vivir sin mi, pero tampoco lo hace. Me trata como a un hermano mayor, no soporta estar lejos de mi por mucho tiempo.

Nuestra amistad crecía y crecía. Cada día que pasaba éramos más cercanos el uno al otro y eso en cierto modo, me hacía estar muy feliz.

Pero empezaron a crecer los sentimientos alcanzando a verlo más que un simple mejor amigo. No era algo como Taeil o Doyoung. Era más que eso. La felicidad que me transmitía la tan solo presencia de Ten, no me la transmitía nadie más en este mundo.

Cada vez que lo tenía entre mis brazos por las noches, cuando venía a abrazarme después de largas horas de práctica o cuando quería meterse conmigo en la ducha.

O incluso los celos que me causaba verlo junto con otros chicos y sus acercamientos innecesarios a Johnny.

Jamás me arrepentí de enamorarme de cada una de las comisuras de sus labios. Tampoco lo escondí.
Rozaba su mano con la mía, lo abrazaba con fuerza y me quedaba mirando admirablemente sus actos, cada vez que se me daba la ocasión.

Me sentí libre de amarlo. No tenía remordimientos ni me daba miedo, ni el más mínimo.

Todo siguió con total normalidad, hasta que una noche, se coló entre mis sábanas como siempre hacía, me miró serio a los ojos.

-Hyung, yo te gusto, ¿verdad?.-Asentí.

-¿Hay algún problema con eso?

-Solo uno.

-¿Cuál?

-Tú no me gustas a mí.

Pero no se fue de mi lado. No me dijo que tenía miedo a hacerme daño o que le incomodaba. Simplemente fue como siempre.

Y con eso pasaron los años.

Aprendí a controlarme para no lanzarme a besar sus labios cada vez que me pedía entrar conmigo en la ducha.

Él veía lo que causaba su desnudez en mi. Pero tampoco comentaba nada. Ni a mi erección. Se duchaba y salía antes que yo para darme espacio e intimidad a pensar en sus músculos y mis dientes rasgando su perfecta piel. Fantasías, como siempre.













El formato de la historia será tipo conversaciones de Chat, pero habrá capítulos normales.

text me, ten.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora