Mía (omegaverse)

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La conocí una mañana de verano, al inicio de las clases. Estaba comenzando mi cuarto año de secundaria, muy abatida por la perdida de mi madre.

Mamá había sido mi pilar más importante; fue la que me enseñó a aceptar que era una alfa. La que estuvo días enteros aguantando mis lloriqueos porque la sociedad me tomaba como aberración, la que me apoyó sin importar qué. A veces la extraño tanto... Ese día pasaban seis meses de su muerte.

Dicen que cuando sabes que conocerás a esa persona todo tu ser cosquillea, tienes una sensación extraña días antes... Cómo corrientes electricas, como nudos en la panza.
Dicen que cuando conocerás a tu alma gemela todo tu cuerpo está a la espera de algo, de alguien.

Entre los 15 hasta los 22 años es el periodo de tiempo que alguien tiene para encontrar a tu alma gemela. Si eso no sucede es porque ha muerto, algo muy trágico que devastaría a cualquier ser humano.

Esa mañana me levanté con ese mismo sentimiento... Pero como la persona ingenua que soy no le tomé importancia.

Me bañé, vestí y preparé mi desayuno, batido de fresas con crepas. Luego arregle mi cuarto y revisé los mensajes de mi móvil para perder el tiempo. Le respondí a mis amigas, las cuales estaban emocionadas por el primer día de clases, diciéndoles que las vería allí.

Cuando faltaban diez minutos para que diera la hora de entrada al colegio, tomé mi mochila, mis llaves y mi casco para partir en mi moto.

🐾🐾🐾

Aparqué la moto y ví que mis amigas ya me estaban esperando; me saqué el casco y fui a su encuentro. En eso, aparece María -otra de mis amigas- corriendo rápido hacia nosotras.

-¡No saben el notición que les tengo!- Exalta emocionada, a penas respirando.- ¡Es el primer chisme del año!.

-¡Cuenta, cuenta!- Dice Alicia.- ¡No nos dejes con las ganas, mujer!.

-¡Pues verán! Resulta que llegó carne fresca a....- Y ahí de nuevo ese sentimiento, esa electricidad, ese hormigueo en todo el cuerpo. Siento como si me estuviese llamando, como si lo que busco, lo que necesito estuviese cerca.

Ignoro lo que continúa diciendo María y pego un vistazo a mi alrededor. Veo caras nuevas de los de primero, veo varias caras conocidas y varias caras aterradas, y en eso veo algo que me llama la atención.

Es una ronda, hay mucha gente al lado de alguien y no puedo distinguir quién es. Siento el cosquilleo cada vez más fuerte y no puedo pararlo. Me acerco un poco más para poder ver cuando de pronto... Suena la campana anunciando para formar.

Ignoro mi curiosidad y voy rápido a la fila antes de quedarme atrapada en el tumulto de gente que se crea en la puerta del gran salón.

La directora da su discurso habitual, anunciando las reglas y la ubicación de los salones, dando así el inicio de el año. Luego avisa que podemos ingresar a clase.

🐾🐾🐾

Voy camino hacia mi aula, y lo siento de nuevo, pero esta vez son todas las emociones juntas y me deja shockeada unos segundos. Apuro el paso, decidida a saber qué sucede.

Voy más rápido, cada vez más rápido.
Las emociones me están alterando, tanto así que me hacen frenar un poco la velocidad, subiendo los escalones uno por uno.
Siento que el corazón me saltará por la boca en cualquier momento; mis ojos lagrimean y no me doy cuenta hasta que Tom -mi compañero- me dice que tengo húmeda mi mejilla.

Estoy por sentarme en un banco cuando de nuevo veo el tumulto de gente rodeando a alguien. El alfa en mi dice que vaya, que me acerque. Aulla de emoción.

MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora