Capítulo 9

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-Bambi, ¿no estas feliz? Estaremos con toda la familia de nuevo-

Aunque quería fingir una sonrisa, solo podía hacer una mueca.

-Si mamá, pero prefería quedarme aquí-

La madre colocó las manos sobre sus hombros y buscó sus ojos.

-¿Es ese chico, no?-

Se limitó a asentir lentamente.

-El lo entenderá, calma hijo- lo envolvió en sus brazos y acarició su espalda, buscando reconfortarlo. Pero era en vano ya que él ni siquiera le había correspondido el mismo.

-Hijo, entiende que es lo mejor, ayúdame también- volvió a decir la mujer.

-Esta bien, siento comportarme así, solo déjame despedirme al menos- se alejó y fue directo a la puerta con el fin de irse rápido.

-Nos vamos mañana-

Cerró la puerta y permaneció allí, inmóvil, procesando todo.

Pensó una y otra vez las palabras que el menor le había dicho días antes.

"¿Por qué las cosas lindas duran poco?"

Su corazón comenzaba a doler de nuevo al imaginarse la despedida, el rostro del chico y sus ojos cristalinos.

Llevaban solo unos días saliendo, pero habían sido los días más felices de sus vidas.
Únicamente con ver sus rostros cuando pasaban horas jugando, haciendo karaoke, bromeando, hablando hasta que las enfermeras los interrumpían.

Irradiaban amor y esperanza juntos.

Desde el primer "te quiero", desde el primer "me gustas", desde allí sus corazones latían rápido cada vez que sus manos se entrelazaban, sus miradas se encontraban, se envolvían en sus brazos y los labios de uno besaban la mejilla del otro.

Los recuerdos y pequeñas cosas inundaban la mente de BamBam mientras caminaba lento por los pasillos hasta llegar al de la habitación de él, el amor de su vida.
Porque eso era.

Nunca nadie lo había hecho sentir de esa manera.
Nunca sus manos temblaron por el toque de alguien.
Nunca deseó abrazar y nunca soltarse de esa manera.
Nunca disfrutó tanto el silencio frente a una fuente mientras alguien apoyaba la cabeza en su hombro.
Nunca fue tan feliz.

Allí estaba él.
Corriendo de un lado con su silla por el pasillo, como solía hacerlo.
Al instante el recuerdo de su primer encuentro apareció.

Su sonrisa era tan angelical que lo calmaba y volvia loco al mismo tiempo.

-¡Hyung!- exclamó con los ojos brillantes al verlo allí parado observandolo con media sonrisa.

-Sr Kim, ya hablamos que cuando hay mucha gente no puede- un enfermero amigo paso por allí y le alboroto el cabello juguetón.
El menor le hizo burla a sus espaldas, razón por la cual BamBam comenzó a reír.

Pero aquella sonrisa se fue deshaciendo, como la hoja en su mano, hasta quedar en una expresión de suma tristeza.

-¿Que pasa hyung? ¿por que tan triste?- Yugyeom tomo su mano y en el corazón del mayor se sintió una fuerte puntada.

-Tengo que h... hablar contigo- dijo con dificultad. Las palabras se trancaban en el nudo de su garganta.

Se dirigieron en silencio hasta una banca.

El mayor tomo una bocanada de aire y se aferró a la misma.

-Lo siento- volvió a repetir las mismas palabras que antes.

Yugyeom soltó una pequeña risa tierna y volvió a tomar su mano.
-Hyung, te dije que no te preocupes más, me haces muy feliz y mis problemas son lo demenos si estoy contigo-

-No Yugyeom, no es eso- los ojos de BamBam se comenzaron a poner cristalinos y las lágrimas temblaban en los mismos, amenazando con salir.
El menor esperaba la respuesta con miedo, su expresión había cambiado bruscamente al verlo de esa manera.

-Tengo que volver a Tailandia, mañana-

11:11 《Yugbam》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora