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18 febrero 2017

La sensación de incomodidad no era capaz de desligarse de mi cuerpo y es que era raro, muy raro estar allí. Observaba a mi alrededor y lo único que veía era gente normal de esas que ves al cruzar la calle o en el supermercado. Una distorcion de la realidad empezaba a crecer en las profundidades de mi mente haciéndose cada vez más grande. Habia una infinidad de cosas que no entendía y al parecer la gente de aquel lugar se percataba de ello.

En mi cita número dos lo conocí. Había un atismo de desconfianza en sus luceros los cuáles me impulsaban a cavar más a fondo su situación. ¿pero quién era yo como para materme en la vida de otra persona?, sobre todo dadas las circunstancias. Aún así la incertidumbre seguía ahí y no se iría hasta que le conociera.

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