Capítulo 1 | Caida

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Sarada sabía y era conciente de lo que pasaba a su alrededor, tenía 10 años apenas pero su vida diaria la hacia parecer más grande, al menos de mentalidad.

Su padre era un empresario reconocido en todo Japón y su madre era una hermosa modelo, pero de que servía todo eso si ella pasaba al cuidado de una niñera y sin noticas de sus padres por días.

–Señorita Sarada, es hora de ir a clases– oía la voz a lo lejos de su nana.

La pequeña niña abría de a poco sus ojos intentando enfocar su habitación, sin embargo, su problema de la vista estaba en aumento y por lo tanto debía usar sus gafas de marco rojo.

–Ya voy nana– dijo la niña tallando sus ojos.

La menor de los Uchiha hizo su rutina diaria, baño su cuerpo, vistió su uniforme y espero para que su nana la peinara.

–¡Estoy en casa!– gritó la señora Uchiha desde la puerta de entrada.

Sarada se mostraba muy emocionada, eran pocas las veces que podía ver a su mamá en casa y debía aprovechar. Así que sin pensarlo mucho, corrió escaleras abajo de su gran casa y aún con el cabello enredado y mojado, abrazó a su mamá.

–Bienvenida, mamá– dijo la niña con una gran ilusión.

Karin vió a su hija con desprecio y sin delicadeza la apartó de su cuerpo.

–Sarada, ¿Porqué no estas lista aún? Y que te dije de abrazarme con el cabello mojado– dijo la pelirroja con una frialdad capaz de congelar el sol.

–Lo siento madre, es sólo que estaba muy emocionada– contestó intentando que en sus ojos no se desbordara su tristeza.

–Dile a Mikumi que venga para darme de comer y tú termina de arreglarte– ordenó sin miramientos y dejó a su hija parada en el recibidor.

Sarada secó las pocas lágrimas que salieron de sus ojos y sonrió con tristeza.

Ella ya no le sorprendía el actuar de su madre, desde que tenía memoria, su progenitora la trataba como una extraña, jamás la trato con amor.

–Señorita Sarada, es hora de salir– la voz dulce de Mikumi resonó en sus oídos.

La pequeña Uchiha alzó sus ojos a su nana y le dió una sonrisa un poco mas alegre.

–Esta bien, porfavor atienda a mamá bien– pidió la niña antes de que su nana terminase de peinar su cabello.

–Por supuesto, tenga buen día, señorita– dijo su nana antes de que la niña saliera.

Sarada iba muy callada en el asiento trasero del gran auto que tenía su padre para el exclusivo uso de su hija, sin embargo, ella deseaba que fuera su padre quien la llevará y no un chofer.

La entrada de la escuela Konoha se alzaba frente a sus ojos y su mejor amigo la esperaba en la entrada.

–Buenos días Sarada– la saludó el rubio.

–Hola Boruto– dijo desanimada.

–¿Qué pasó ahora?– dijo con cierta molestia en su voz.

–Mi mamá– esa fue la única respuesta que dió para que Boruto se enojara.

–Ya te dije que lo le hagas caso a esa mujer, no vale la pena– dijo molesto.

–Tú no sabes lo que es, tienes una madre espectacular que siempre cuida de ti y de Himawari, yo siempre quise a alguien como ella– dijo con la mirada baja.

–Pero eso no debería ser un problema, no dejes que tu mamá te trate mal, no lo mereces– con esa última frase, la niña experimento un calor sin igual en su corazón.

One step to my happinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora