Se balanceaba de un lado al otro a cada paso que daba. Caminar era una desdicha con el sobrepeso que tenía, respirar era otra y agacharse peor.
Era preferible caminar a tomar el autobús, no por querer hacer ejercicio sino porque había olvidado la cartera en casa, igual estaba vacía, no tenía dinero después del festín que organizó la noche anterior con Manuel y Eulogio.
—Son mis únicos amigos y al lado de ellos no me siento gordo —pensaba para justificar sus banquetes con el par de gordos del barrio.
El cansancio provocado por la caminata fue tal que cayó sobre la cama boca abajo y en cuestión de minutos cerró los ojos y se quedó dormido.
Un dolor en el pecho lo despertó, era como un puñal clavándose en su corazón, era un dolor tan intenso que no lo dejaba articular una sola palabra.
Entendió enseguida que estaba muriendo. Su corazón ya no resistía trabajar para tremenda mole como él mismo se decía. Buscó la imagen de un ser querido en su mente y solo apareció la de su perro "Barón". ¡Que desperdició de vida!
—Talvez debería dejarme morir —concluyó.
El dolor aumentaba y ahora le cortaba la respiración. Vio su cuerpo en la cama.
—No puede ser —se dijo.
Estaba flotando sobre sí mismo y aunque no lo entendía, se miró con menosprecio. ¿Cómo era posible que llegara a ese estado de descuido con su cuerpo?
Observó además, lo que podía observar de ese cuerpo etéreo en el que ahora estaba su consciencia, vio sus extremidades y vio también el cordón de plata que lo unía a su cuerpo físico en la cama; y, se quedó maravillado de lo hermoso que era.
— ¡Hoy no voy a morir! —se dijo mientras se zambullía en su yo agonizante.
Dio un salto brusco que lo puso de rodillas en el suelo mientras absorbía todo el aire que le era posible. Jadeante se levantó y siguió con su vida pero decidido a mejorarla.
Ese día, si murió el gordo Tobías y el asesino fue el flaco Tobías.
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MIEDO EN CORTO
HorrorVarias historias cortas de miedo para aquellos que no quieran dormir hoy. ¿Te atreves?