Con los rayos del sol perforando mis ojos y una sensación pesimista, la conocí.
Nunca me habían llamado la atención las chicas, nunca pensé en ver a una mujer de forma carnal, pasional o sentimental. No hasta que ella apareció en mi visión, la primera en la fila, la chica nueva, la primera y la única en despertar mi curiosidad y obtener todo mi interés.
Hubo algo en ella que me atrapo mientras recibíamos el discurso de apertura del penúltimo año de preparatoria. No rememoro el momento con perfección, no recuerdo las indicaciones que estaban comunicando los maestros, no tengo certeza quien estaba a mi lado o que día era, la fecha puede ser borrosa, todo lo que no me importaba en ese entonces fue irrelevante para mi mente, menos ella.
Ni siquiera era la chica más hermosa que ingresaba en ese año, comparándola físicamente pude haberme fijado con anterioridad en alguna de mis otras compañeras. Deslumbraron rostro y figuras mejores por mis ojos, pero ninguna me dejó la sensación electrizante, que esa muchacha delgada parada con los pies en V, con una de sus manos en la cadera y con mirada perdida, provocó.
Escuchaba por escuchar ya que su claro interés, estaba puesto en la minuciosa inspección del nuevo plantel. Lo sabía porque era la misma observación que tenía en ella, no podía evitarlo. Ella tenía la curiosidad de conocer su nuevo entorno y yo tenía la curiosidad de conocerla a ella.
El uniforme le hacía tributo a su figura mientras ese cabello ligeramente castaño caía por la espalda y por los hombros. Solo pude verla, verla remover un par de veces las hebras que el viento inesperado coloco en su rostro.
La primera en la fila, con quien compartiría mucho más que un saludo y muchos más que un acercamiento amistoso.
Ese día ni siquiera nos hablamos. Fue al siguiente donde tuve un acercamiento con ella.
Lo recuerdo.
Tenía apartado un asiento ya donde sentarme, pero mi destino quiso que saliera por un minuto y que ese lugar al regresar, estuviera ocupado por alguien más.
No podía reclamar, no deje mi mochila o algún cuaderno que valiera para irle a decir a esa chica que ese era mi lugar.
Me senté en otro sitio.
Y ahí, ahí... a pocos minutos de que sonara el timbre, se sentó a mi lado. Trate de no verla, puse de mi parte por negarme esa sensación. "No está bien" me decía. "Solo es una chica" replicaba en los siguientes dos días. Fue hasta que me hablo.
No conocía ni mi nombre en ese momento que ella me pedía ayuda con una materia, argumento no conocerla. No lo recuerdo quizás tenía que ver algo con la física o la literatura, no lo sé.
Estaba en shock, enseñándole por inercia, la inercia me ayudó a no quedar como una tonta. De hecho me hizo ver cómo alguien intelectual, a lo contrario de lo que soy en verdad.
Eran las únicas veces que hablamos en dos semanas hasta que se acoplo al sistema. Sin embargo tenía que pasar, tenía aprender a controlar mis nervios y bajar la guardia, tenía que conocerla mas, transformándose en una amistad que floreció en un parpadeo.
La necesitaba. Mucho más de lo que imaginé, más de lo que creí y mucho más de lo que podía negarme.
Tenía que aceptarlo de alguna forma, pero aun no era el momento. Ni siquiera cuando ya tenía confianza y me presento a su novio. Sentí claramente el mundo colapsar, el piso se volvió goma y me estaba absorbiendo mientras las paredes caían en pedazos, agrietadas, hechas polvos. Cuando ya no la vi cerca me asuste y tiemble, porque nada se movía, el mundo no sufrió algún cataclismo, no hubo un fenómeno natural, solo las dudas creciendo y una grieta expandiéndose con sutileza tan desapercibida que cuando me fijé ya era más grande y dolorosa de lo que mi corazón podía soportar.
No duro con él, termino al poco tiempo de habérmelo presentado, era muy tarde, yo ya había tomado la decisión de alejarme. Me lastimaba, debía hacerlo, debía tratar de olvidar esa sensación y perdí tiempo regresando con mi ex mientras ella conseguía un nuevo chico.
Volvimos hablarnos en una clase, si en medio de la clase mientras el profesor hablaba, ella me estaba preguntando acerca de su nuevo color de cabello, había cambiado su castaño natural por un color morado, no era vivido, era un tono oscuro del morado. Ya me gustaba ese color, pero ese día lo selle como mi color favorito, pese a que la semana volvió con su cabello natural. En el presente, tengo que llevar una prenda, algún accesorio de esa tonalidad o derivada para sentirla cerca.
Nos volvimos hablar desbordando confianza, creamos un lazo amistoso más grande que los comentarios apuntando al lado contrario de la amistad, se hicieron presentes.
Yo me enojaba cada que los oía y ella sólo me decía que los ignore. Debía hacerle caso, debí solo corresponder a sus brazos, debí devolverle sus sonrisas dulces en público, pero mi inseguridad creció forzando sonrisas o miradas enojadas.
"No hagamos eso en público, se ve raro" le dije molesta una tarde, la empuje con fuerza que tuvo que apoyarse en el muro de concreto. Ella no me dijo nada, solo se fue.
De nuevo puse un escudo, una distancia porque estaba asustada de que cualquier contacto fuera tomado a mal.
Termine flaqueando y acercándome a la semana.
El poco hombre de su novio, recibió una golpiza por andar con una chica casada, resulta que ella no era la única en su vida. Maldito estúpido. Lo aborrecí, lo odie tanto que planee en mi mente irle a rematar al hospital. Las ganas no me faltaban, pero ella me importaba mas, estar para ella, que se desahogue conmigo, además de que vivía diciéndome que odiar no es bueno, solo me quede a su lado tragándome mi enojo cada que ella quería ir a verle. Se preocupó por el estado de ese malnacido aun sabiendo que la engañaba.
Negaba internamente con rabia mientras soltaba palabras que pudieran tranquilizarla. Mi esfuerzo fue constante hasta que ella lo supero, me convertí en alguien agradable y estable. Nos comportábamos como una pareja, solo faltaba dar el paso.
Ambas lo sentíamos sin decirlo, ambas gustábamos de la otra, pero el miedo de hablarlo, de exponerlo nos detenía.
Sin embargo las cosas no se ocultan para siempre, hay un detonante y para mí fue una tarde de estudio.
El calor molía a golpes a mi cuerpo inerte, no me movía pero las gotas de sudor destilaban por mi frente, mis brazos estaban pegajosos parecía que se habían derretido, era la peor y fuerte ola de calor que soporte. Me ofreció un vaso con agua helada y corriendo fue al refrigerador pero ella es tan torpe que al regresar sus pies le jugaron una, cayó botando el vaso plástico con todo y agua al aire. Salí deprisa, me arrodille y antes de poder decir algo, ella alzó su cabeza estrellándola con la mi mandíbula, me obligo sentarme en el piso con las lágrimas que su golpe ocasionó. "Lo siento, lo siento" gritaba preocupada, se acercaba mas tocando dulcemente mi rostro, mi barbilla. Me paralice con mis ojos fijos en los suyos, todo era silencio y nerviosismo. Pestañe cuando sus manos se detuvieron tomando mis mejillas, ya nos habíamos acercado, había besado su mejilla en algunas ocasione con gente a nuestro alrededor que obligaba a contenerme pero ese instante la casa estaba sola. Paso, nos aproximamos lo suficiente para sellar lo que sabíamos.
Ella me contó sus problemas y estuve con ella. Me apoyo, me ayudó, fue la primera persona con la cual quise compartí mis miedo, mis recuerdos, mis tormentos. Yo no suelo hablar mucho de mí, pero supo cómo sacarme las cosas poco a poco, era paciente conmigo, cariñosa. No se desesperaba por llenarme de preguntas, no tenía que siempre conocer mis respuestas, no siempre tenía que responder, me decía que no quería una relación así, que debías comentar lo que pasaba por nuestra mente de forma casual o espontánea.
Es la única chica que he amado, la amo tanto que sin embargo no pude evitar equivocarme y perderla. Me esmere tanto en hacerle desear tenerme lejos y lo estoy pagando.
Puedo tener ilusiones, pero no pasaran de eso, puedo estar con alguien por momentos, pueden gustarme, sentir emoción, pero mi corazón no puede volverse a enamorar por qué ya lo está, y lo estará siempre, amara por la eternidad a esta chica, a la primera en la fila.