Prólogo.

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Luego de tantos sueños sin sentido y de ver morir personas que en mi vida me he cruzado, llegue a una conclusión irracional. Mis noches desasosiego, noches tristes y melancólicas. Noches donde mis habilidades eran aplicadas con tal eficacia y mayor destreza. Mis manos tenían mayor soltura, cada línea trazada formaba una especie de escenas creada por mi mente y llevada a la vida por mis hábiles manos. No tenían sentido, dibujos sacados de mis absurdos sueños.

Su cuerpo pálido y ligero, se dejó caer del segundo piso de aquella casa, la sangre manchó la oscura tierra, y parte de ella salpicó los árboles, las paredes deterioradas, mi cabello y parte de mi ropa de trotar. Quede pasmada en el lugar, mis manos estaban heladas, al igual que mi cuerpo.

Después de ese mal sueño, que tomaba lugar en mi cabeza, que atormentaba mi sueño constantemente, tomé la decisión de dibujar la escena, aquél chico con mal aspecto desparramado en el suelo, la sangre en los lugares exactos indicados en la escena. El vello se me erizó al darme cuenta que, no había nada en aquél dibujo que cambiara un poco de lo que fue la escena en realidad, copiar y pegar, tan perfecto, si no fuese estado tanto tiempo en mis sueños, quizás fuera cambiado en algo, pero no fue de esa manera nunca, porque era todo lo que siempre recordaba, en la noche, en el día, cada minuto, cada segundo. Le coloqué la hora que fue realizado y la fecha.

Se fue complicado todo para mí luego de ese sueño, no era como los anteriores, donde personas en una extraña habitación discutían términos que desconocía por completo, un grupo se hacía llamar Ángeles y el otro Demonios. Fui al lugar de la escena, el cuerpo no estaba y la sangre había desaparecido de igual manera, lo extraño de todo fue que, de mi ropa también, a pesar de ello, en el espejo seguía viendo la sangre de aquél menudo chico en mí, lavaba mi cuerpo, mi cara, mi cabello, y el olor y las manchas de sangre no desaparecían, era mi mente que las imaginabas, solo en el espejo permanecían, solo en él las podría ver de nuevo, lo hacía ver real.

Entré a la casa, había unas que otras lámparas viejas, máquinas de escribir y uno que otros candelabros, tenía un aspecto deplorable. Abrí un cajón, había fotos de aquél chico, en una de ellas estaba él con la misma vestimenta, pero con mejor aspecto, gire la fotografía, estaba escrito con sangre "Adamo. Yo antes de morir". Dejé caer la fotografía y un chirrido se escuchó al final, volteé y él estaba parado allí, me dedicó una triste y torcida sonrisa, sus ojos brillaban como si le hiciera feliz verme, como si me conociera. Y volví en sí. Tenía otro dibujo, con fecha diferente, del chico que ahora tiene un nombre, Adamo.

THE EYES.Where stories live. Discover now