Navidad: Thavid

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Era la tarde de navidad y mientras se veía la nieve caer a través de la ventana, una familia de tres se encontraba dentro de las solitarias instalaciones de un restaurante de comida mexicana. La comida mexicana no era la común decisión en una fecha como esa, sin embargo para el padre de aquella familia era la perfecta opción para que nadie tuviera que ver a su anormal hijo.

La comida era silenciosa y solo se interrumpía cuando una que otra palabra grosera escapaba de la boca del pequeño rubio, luego el hombre adulto suspiraba y el menor temblaba con algo de vergüenza. Esa era la escena que presenciaba el pequeño David mientras limpiaba una de las mesas del restaurante de sus padres.

-No le vas a preguntar a Thomas sobre la escuela.- Dijo la mujer sin ver a los ojos al otro adulto sentado a la mesa.

-No creo que sea necesario.- Respondió él y continuó comiendo las enchiladas que había pedido. La mujer lo miró enfadada y continuó. - Claro que es necesario, solo lo ves una vez al año y ni siquiera finges estar interesado en él.- Ella tiró el cubierto y luego él golpeó la mesa.

-Mamá, no importa.- Dijo el niño rubio aferrándose al brazo de su madre y tratando, sin éxito, que esta no se levantara.

-¡Eres un idiota al no ver la suerte que tienes al tener un hijo como Thomas!- Gritó la mujer levantando su mano y dispuesta a golpear al sujeto, pero él fue más rápido y la sostuvo con fuerza.

-¿Suerte? Acaso tiene algo de bueno que mi hijo sea un fenómeno anormal.- Ambos empezaron a forcejear y pronto los padres de David intervinieron debido a todo el griterío que se armó. Ambos adultos salieron aún gritando improperios, olvidando a Thomas, el motivo de su discusión.

Luego de unos minutos el restaurante estaba nuevamente en silencio. David seguía allí con un estropajo en la mano y totalmente desconcertado por lo que acababa de pasar. Un sollozo interrumpió su línea de pensamiento y notó que claramente era ese pobre chico rubio quien lloraba aún sentado frente a una de las mesas con su plato de tacos casi intacto.

David tomó unas servilletas de otra mesa y se acercó a ofrecerselas, sin embargo en lugar de un agradecimiento recibió una ofensa.

-¿Qué te pasa cabrón? Intentaba ser amable.- Preguntó con un dejo de fastidio. Sin embargo el menor solo sollozó más fuerte y volvió a soltar improperios.

-Gracias. ¡Mierda!- Gritó cerrando los ojos con fuerza mientras secaba algunas de sus lágrimas. Un comentario entre dientes que decía "Pero que niño tan grosero", se dejó escuchar desde otra mesa donde solo había una mujer tomando un vaso con agua.

David la miró fastidiado debido a que ella ni siquiera había ordenado nada para comer y parecía que solo estaba allí esperando a que la nieve dejará de caer.

-Oye, sé que tu día ha sido una mierda pero no puedes andar insultando. Menos en un restaurante.- Luego se sentó a su lado y vió como el niño rubio se mordía los labios y tapaba su boca con una de sus manos.

-No es aproposito.- Luego de eso cerró los ojos intentando hacer un esfuerzo sobrehumano por no decir nada inapropiado.- ¡Ojo de Culo! - Al fallar nuevamente se golpeó contra la mesa generando un ruido seco. La mujer que antes se había quejado se levantó y susurró anormal cuando pasó al lado de la mesa donde ambos se encontraban. luego un portazo resonó y David habló.

-Hasta que al fin se fue esa vieja.- No solo no había consumido nada, sino que había tratado a su padre como un esclavo al ver que tenía raíces latinas. Luego volteó hacia el chico que tenía al lado y que aún tenía la cabeza sobre la mesa. - Ahora explicame como es que no es aproposito.-

Thomas resopló y supo que una vez más en su vida debía explicar sobre aquella maldita enfermedad y aunque sabía que no era necesario dar más explicaciones también le contó el porqué de la discusión de sus padres estaban.

-Vaya, que mierda.- Fue lo único que dijo el pelinegro.

-Si, totalmente.- Susurró el pequeño rubio, como odiaba su enfermedad. Sin embargo lo siguiente que dijo el otro lo sorprendió.

-Tu jefe es un hijo de puta. Dejarte solo, cuando nada de esto es tu culpa, que imbecil.- Mientras decía eso ponía sus manos en forma de puños bajo la mesa. Él y su familia habían pasado por mucho, pero siempre habían permanecido juntos, no podía entender cómo era posible que el padre de ese chico hubiera abandonado a su familia y la única respuesta que se le ocurría era que ese hombre era un hijo de puta.

-Si, bueno no lo se. A veces creo que ellos estarían mejor sin mi.- Contrario a lo que David pensaba Thomas siempre había considerado que si el nunca hubiera nacido sus padres probablemente seguirían juntos y su mamá no tendría que sufrir tanto por su culpa. Y el mismo no tendría que soportar las constantes burlas de los demás y las miradas que siempre le daban con asco y verguenza en la calle.

-Oye, no digas eso. Hay muchos que la pasan muy mal, pero no puedes rendirte así.- Aquello en serio le había fastidiado mucho a David. La vida era dura, pero todos tenían problemas y no por eso el mundo se iba a terminar.

Thomas frunció el ceño, sentía que ese chico intentaba minimizar sus problemas, pero claro que sabía él. - Tu no sabes que es que se reían ¡mierda! de ti todos los días, que te hagan ¡verga! sentir como basura en la escuela. ¡Marica!- Gritó exasperado.

-Crees que eres el unico con problemas. Yo tengo que soportar que todos los días personas como esa mujer que acaba de irse traten mal a mis padres y a mi solo por el trabajo que tenemos y nuestro color de piel. Y el peor es ese gordo hijo de puta de Cartman.- Luego de decir eso se detuvo para tomar aire esperando una respuesta.

-¿Cartman? ¡marica! ¿Eric Cartman?- Preguntó el rubio con sorpresa.

-Si, ese mismo.- Contestó asintiendo. -¿Lo conoces?-

-Si, ese culón ¡verga chica! intentó dejar en ridículo a la gente con tourette en televisión ¡culo sucio!.- Thomas no estaba impresionado, ese tal cartman no solo lo había fastidiando a él, si no que también había estado molestando a ese chico judío y al parecer también a este con el que estaba hablando.

-Vaya, ese culón lo único que sabe es joder.- Luego de eso ambos soltaron una carcajada y se sentaron juntos a conversar sobre todas las cosas que habían tenido que sufrir por culpa de ese idiota. Al cabo de una hora la puerta del restaurante se volvió a abrir y la madre del rubio entró y se acercó a los dueños del restaurante preguntando por su hijo. La mujer se veía preocupada y casi apunto de llorar, pero cuando vió a su hijo riendo mientras comía junto al hijo de los dueños, se calmó.

Con delicadeza se acercó a ambos y abrazó al pequeño rubio, luego agradeció a la familia Rodríguez y le dijo a su hijo que se despidiera de su amiguito.

-Bueno, ya debo irme ¡mierda!- Se despidió el rubio. -Por cierto me llamo Thomas.- Agregó y le ofreció su mano a manera de despedida.

-Yo David.- Respondió el de tez oscura sosteniendo la mano ofrecida. -Espero que vuelvas pronto.-

-Lo haré ¡hijo de puta!.- Contestó y ambos rieron.

Thomas salió del establecimiento pensando en lo increíble que era hacer un nuevo amigo y lo extrañamente ansioso que estaba por volver a ver a David.

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Se que es una forma extraña de empezar, pero quería escribir algo sobre esta pareja crack. Mi objetivo es publicar todos los fines de semana. Por el momento tengo pensadas algunas y otras escritas. Sin embargo en el camino irán aumentando xD

<3 Saludos y gracias por leer <3

Épocas del AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora